Año 56, entrega 160 - Publicaciones Periódicas del Uruguay
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36 ANALES DE LA UNIVERSIDAD<br />
canzó el Ateneo recursos para intensificar su vida espiritual, para<br />
ser el hogar digno de Atenea, para que la augusta diosa no nos<br />
reproche el limpio blasón de su signo.<br />
¿A qué repetir una vez más el elogio <strong>del</strong> arte? ¿A qué predicar<br />
sus virtudes y excelencias? ¿No corre por la historia y no inmortaliza,<br />
sobre el tiempo, la llama de los grandes siglos? ¿Callan<br />
jamás sus victorias y sus lecciones? ¿Pueden con su cierna voz el<br />
olvido y la muerte? ¿No es el orgullo de las edades y el pedestal<br />
que erige en la memoria de las generaciones la dignidad de las<br />
más nobles estirpes? ¿No completa, con el bien, con la verdad,<br />
con el amor, la pirámide <strong>del</strong> hombre, apoyada en el vigor de la<br />
tierra y levantando su vértice al azul de los cielos? ¿Qué idea<br />
está sola en la creación? ¿Cuál no está encarnada en las concreciones<br />
<strong>del</strong> universo? ¿Cómo llega el hombre hasta ellas, si ellas<br />
mismas no se manifiestan en el plasma <strong>del</strong> cosmos? ¿Qué expresión<br />
<strong>del</strong> mundo ideal es posible sin la música, sin el color, sin el<br />
volumen, sin la línea que la expresen? ¿Qué es la evolución misma,<br />
en sus ascendentes etapas, sino una traíisfiguración de los seres,<br />
un estilo de las edades superándose en la depuración, una metamorfosis<br />
que se encamina desde la homogeneidad primaria hacia<br />
los inalcanzados arquetipos?<br />
El arte nos apasiona siempre, porque su órbita crece con la<br />
misma órbita que dibuja la humanidad en el devenir de sus desenvolvimientos.<br />
Las escuelas y loa estilos logrados son los episodios<br />
de su drama. Pero su verdad es la eterna transfiguración. Jamás<br />
llegó, ni jamás llegará a una meta. Su final es no tenerlo. Su<br />
grandeza es la aspiración. De ella nace el impulso germinal. Si<br />
la perfección fuese lograda, lo mismo en la vida que en el arte,<br />
el hombre se fatigaría sobre un mundo ya terminado, y no tendría<br />
otro anhelo que el de comenzar otra vez la lucha eterna, el inmenso<br />
trabajo que ha generado su dignidad. Y es que sólo descansa<br />
verdaderamente, y con toda la honradez <strong>del</strong> descanso, aquél<br />
que interrumpe la porfiada labor, y sin separarse de sus herramientas,<br />
cierra los ojos con la noche para abrirlos con el alba, en<br />
la aspiración infinita de volver al esfuerzo. El que llega al límite<br />
de su anhelo, muere fatalmente, aunque su corazón porfíe en el<br />
latido. Las utopías donde se describen las ciudades pcrfecías, se<br />
asemejan a vastas necrópolis. El ideal, realizado en su totalidad,<br />
refrena la dolorosa y sublime embriaguez de los sueños. Sólo teniendo<br />
menos., tenemos más. ¡Terrible paradoja! Tenemos el deseo,<br />
la ansiada elevación, el límite que nos hiere y nos estimula, las humanas<br />
insatisfacciones, un dolor que acicatea el drama de la alegría,<br />
una esfinge cuyas claves herméticas nos arrastran a la locura...<br />
es decir, tenemos todas las posibilidades de la aspiración!<br />
Dejemos a las guardosas abejas la perfección inalterable de<br />
crear, sobre el vuelo de los siglos, una idéntica miel. El poema <strong>del</strong>