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Año 56, entrega 160 - Publicaciones Periódicas del Uruguay

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ANALES DE LA UNIVERSIDAD<br />

Y de la biología humana no hay sino un paso a la sociología<br />

biológica. La transición no es irrespetuosa; puede serlo cuando el<br />

sociólogo, mal informado, recurre a apuntalamientos biológicos<br />

ad hoc.<br />

La sociedad contemporánea, transida de los moldes añejo»,<br />

todo lo espera de aquélla.<br />

¿CUANDO) los valores económicos, actualmente en auge y supremácicos,<br />

' [uedarán definitivamente supeditados a los sociales y<br />

los ideales humanos reemplazando a los primeros?<br />

Ahí están, esperando adecuada divulgación, las jugosas reflexiones<br />

de Haldane sobre la biología y el arte de gobernar, y las de<br />

Huxley sobre las ideas de progreso, las relaciones entre el individuo<br />

y la colectividad, el control <strong>del</strong> promedio de nacimientos y la<br />

eugenia, el ideal en pro de un standard de vida más elevado, el<br />

problema de la esterilización de los débiles mentales, el de la inmigración.<br />

Un gobierno que actuara biológicamente, por ejemplo, debería<br />

considerar el suministro de la alimentación adecuada como una<br />

rama importante de la defensa nacional, y la urgente creación de<br />

un Ministerio de la población.<br />

La guerra no existe, realmente, en el mundo animal; no hay<br />

guerra biológicamente justificable; la «struggle for life» es una<br />

lucha y no una contienda bélica. ¿Hay acaso en ella, vencidos o<br />

vencedores?<br />

No existe un solo instinto humano que no se dé, también, en<br />

los animales.<br />

La mejor comunidad será aquélla que contenga menos individuos<br />

ineptos en los puestos que desempeñan.<br />

En cuanto al mito <strong>del</strong> racismo: archiprobado está que no hay<br />

especies sino razas geográficas humanas. Insensato es mencionarlas<br />

cuando se nos confirma que, la gran mayoría de los africanos nativos,<br />

no son negros puros, sino mezcla de genes caucásicos procedentes<br />

de cruzas con linajes camiticos; y que la India es más crisol<br />

émico que el propio Nuevo Mundo, la «libre cabana de libres potreros<br />

<strong>del</strong> poeta nativo». No in^sistanios; de la Geopolitik, y <strong>del</strong><br />

«Lebensraum», de Ritter y Ratzel, de Haushofer, sólo quedan rastros<br />

de amargas reminiscencias.<br />

El hispano Cuatreeasas, en sus ensayos humanistas, sobre Biología<br />

y Democracia, insiste en que se distinga el derecho intangible<br />

de la vida de lo que es técnica devoradora de la civilización. Y que<br />

esa técnica no pueda instalarse al margen de aquel soberano derecho,<br />

ni, mucho menos, que pueda arrollar el genuino ritmo de<br />

nuestro vivir. Puede que de allí emerja el dogma irrealizado de la<br />

fraternidad internacional.<br />

El neohumanismo está de pie, enarbolando el estandarte de<br />

Castelar: la libertad integral alcanzada y realizada en el espacio.

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