Nº 13 - Herrera y Reissig :el modernismo - Publicaciones Periódicas ...
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Aparece la metáfora impresionista, es decir<br />
la que se r<strong>el</strong>aciona con impresiones todavía muy<br />
ligadas a las cosas que la provocan: "Subía<br />
la montaña al son d<strong>el</strong> doble!! la mancha oscura<br />
de un cortejo aldeano", y la metáfora<br />
expresionista, henchida predominantemente de<br />
la vida subjetiva d<strong>el</strong> poeta, en cuyo caso, además<br />
de la impresión sensorial, se dan sentimientos,<br />
valoraciones, deseos, sugestiones, exteriorizando<br />
lo no sensible de la vida anímica:<br />
"mientras que se pintaba en <strong>el</strong> ocaso!! la dulce<br />
primavera de tu muerte" (La Estr<strong>el</strong>la d<strong>el</strong><br />
Destino),<br />
EROTISMO.<br />
<strong>Herrera</strong> es también tributario d<strong>el</strong> <strong>modernismo</strong><br />
en cuanto al exotismo se refiere; este aspecto<br />
es fundamental en Las Clepsidras, donde<br />
decididamente <strong>el</strong>ige abandonar la realidad<br />
circundante para situar <strong>el</strong> sueño en África,<br />
Asia, etc. El exotismo de <strong>Herrera</strong> abarca paisaje,<br />
época, costumbres, circunstancias y hasta<br />
vocabulario. Nace de un deseo de evasión que<br />
puede deberse o no al desacuerdo, sin dudas<br />
existente, con su medio; pero no debe olvidarse<br />
que <strong>el</strong> exotismo bien puede ser una condición<br />
natural d<strong>el</strong> sueño d<strong>el</strong> poeta. De todos<br />
modos, estos <strong>el</strong>ementos que constituyen <strong>el</strong> exotismo<br />
de <strong>Herrera</strong> están recreados con una fuerza<br />
vivencial que los rehace como <strong>el</strong>ementos<br />
propios. Por otra parte, pensamos que la poesía<br />
puede tomar datos de una realidad que no<br />
hay que limitar; y que, en consecuencia, todo<br />
acervo humano puede ser usado por <strong>el</strong> poeta<br />
"que pisa tierra suya en <strong>el</strong> presente y en <strong>el</strong><br />
pasado, en todo <strong>el</strong> mundo y en todo lo soñado".<br />
UN CAUCE PARA LA VOZ PROPIA.<br />
Es también rasgo propio d<strong>el</strong> modernista que<br />
es <strong>Herrera</strong> la imitación de los poetas franceses<br />
d<strong>el</strong> siglo XIX, Samain, Verlaine, Baud<strong>el</strong>aire; es<br />
justo discriminar qué alcance debe darse a esta<br />
imitación: la literatura, en su forma escrita,<br />
es <strong>el</strong> medio natural d<strong>el</strong> poeta, que actúa sobre<br />
él mediante incitaciones. Esa vida espiritual<br />
que es la literatura, absorbida por <strong>el</strong> poeta y<br />
aunada a lo personal, constituye una "reserva<br />
de materiales" que le permite ampliar ·Ios limites<br />
de su fantasía; <strong>el</strong> que es artista, y Julio<br />
<strong>Herrera</strong> lo era, en grado sumo, une a esto su<br />
particular vivencia, y <strong>el</strong>ige la corriente que mejor<br />
pueda llevarle a la expresión deseada. En<br />
este poeta, en términos generales, las influenciasse<br />
resu<strong>el</strong>ven en una forma expresiva nueva<br />
y propia, en la cual la hu<strong>el</strong>la ajena se reivindi-<br />
EL ASCENSO A LA<br />
ROCA TARPEYA<br />
Reconoce Roberto lbáñez la existencia de<br />
tres cenáculos: <strong>el</strong> primero en la calle San<br />
José 179; <strong>el</strong> segundo en Cámaras 96, y <strong>el</strong><br />
tercero en ltuzaingó 719 (actualmente 7255);<br />
este último es <strong>el</strong> que. constituirá de 7902 a<br />
7907 la Torre de los Panoramas. El nombre,<br />
que vu<strong>el</strong>ve a esta "torre" "émula de las torres<br />
de Bab<strong>el</strong>, de Alejandría, de Pisa y de<br />
Eiffef", alude en realidad a un pequeño<br />
altillo que constituye ·<strong>el</strong> cuerpo de un mirador,<br />
a "la deteriorada buhardilla de un tercer<br />
piso" según <strong>el</strong> decir de Demarchi.<br />
Se llega a esta habitación por una angosta<br />
escalera cuya plataforma final da a la<br />
azotea de la casa; la "torre" tiene dos ventanas,<br />
una de <strong>el</strong>las frente al río. El mobiliario,<br />
tan precario como la habitación misma,<br />
está constituído por una mesa y sillas desechadas<br />
d<strong>el</strong> resto de la casa; eso sí, en las<br />
paredes Julio <strong>Herrera</strong> colocará grabados de<br />
Gustavo Doré y retratos de escritores admirados<br />
y, haciendo una concesión al exotismo,<br />
un bonete turco. Éste es, someramente,<br />
<strong>el</strong> aspecto material de la Torre de los Panoramas<br />
"lanzada por <strong>el</strong> dios que lo habita,<br />
Julio Herrero y <strong>Reissig</strong>", según expresa De<br />
las Carreras en 7903.<br />
Se llega o <strong>el</strong>la por la Senda de Latona,<br />
la escalera; se puede ascender o lo Roca<br />
Tarpeya, <strong>el</strong> mirador; cabe pasear por la<br />
Avenido de los Suspiros y por la Ruzafa de<br />
los Espectros, las explanadas.<br />
En esa torre donde "todo <strong>el</strong> Olimpo estaba<br />
presente", se reúne alrededor d<strong>el</strong> "Pon·<br />
tífice", d<strong>el</strong> "Maestro", un grupo de jóvenes<br />
escritores: De las Carreras, César Miranda,<br />
Pablo Min<strong>el</strong>li, Andrés Demarchi, Florencio<br />
Sánchez, Julio Lerena Juanicó, Fernández<br />
Saldaña, Juan José Ylla Moreno, etc.; algunos<br />
concurren en forma regular, otros son<br />
sólo esporádicos visitantes; pero ser asiduo<br />
a lo Torre constituye en cierto modo un<br />
"espaldarazo literario" dentro d<strong>el</strong> ambiente<br />
int<strong>el</strong>ectual de Montevideo.<br />
El dueño de cosa, muy cuidadoso de su<br />
vestir en cualquier otra oportunidad, su<strong>el</strong>e<br />
recibir en camiseta; y allí se tomo mote, se<br />
fumo, se toca la guitarra, se practico la esgrimo,<br />
se leen poemas d<strong>el</strong> torrero y de los<br />
visitantes, que éste escucha a veces con estoica<br />
paciencia, cubriendo de <strong>el</strong>ogios a sus<br />
autores paro que "desfoguen en verso sus<br />
ímpetus e inclinaciones" y con eso evitarles<br />
"que concluyan en lo cárc<strong>el</strong>, en la pofítica<br />
o en <strong>el</strong> Parlamento".<br />
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