oct.-dic. 1967 - Publicaciones Periódicas del Uruguay
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Ha sido propósito <strong>del</strong> traductor que todos los libros publicados de Guimaraes<br />
Rosa estén representados en estas páginas. Sin embargo, al terminar<br />
mi rrabajo, veo que no están perfectamente representados, a pesar<br />
de la variedad de carácter de los cuentos o fragmentos de cuentos o novelas<br />
traducidos. La riqueza temática de Guimaraes Rosa es cada vez mayor -da<br />
libro en libro- y esta circunstancia me ba obligado a omitir algunos de<br />
los temas. Por ejemplo, el de la infancia a secas, tan bien representado en<br />
Carpo de Baile y en Primeiras Estórias; o el de la locura, excepcionalmente<br />
figurado -incluso con ecos de El Licenciado Vidriera- en este último libro.<br />
No obstante, la próxima traducción al castellano de toda la obra <strong>del</strong> genial<br />
escritor vendrá a suplir estas obligadas lagunas.<br />
Advertiré, por último, a quienes no conozcan la obra de Guimaraes<br />
Rosa, a quienes por primera vez tomen conocimiento de su extraordinario<br />
mundo literario, que las singularidades <strong>del</strong> castellano de mi traducción<br />
tratan de ser reflejo de las <strong>del</strong> brasileño <strong>del</strong> original. Nadie piense, si quiere<br />
ser lector veraz y no falaz, en ortodoxias ni academicismos. Prosa barroca<br />
y expresionista -impresionista también-en la de Guimaraes Rosa-como<br />
en la de loyce, pero en otra vertiente- se dan cita muy diferentes modos<br />
y maneras, tendencias mucbas- como las aguas de un gran río son únicas<br />
y personales y convierten a sus orígenes en afluentes.<br />
ANGEL CRESPO.<br />
LA<br />
CEGUERA<br />
Paz.<br />
Y, pues, fue entonces cuando la cosa sucedió, y fue de repente: como<br />
un choque negro, vertiginoso, pero golpeando grado a grado: un punto,<br />
un grano, un abejorro, un anó, un urubú, un golpe de noche... y oscure<br />
.ció todo.<br />
No hubo la cualquier cosa que regularmente se conserva bajo 103<br />
párpados cuando una persona cierra los ojos; polvoriento anublamiento ro·<br />
sáceo, de día; tenue tejido anaranjado, pasando por un fondo negro, de<br />
noche, a la luz. Incluso en lo oscuro de un foco que se apaga remanecen<br />
sus vestigios, una vaga vía láctea escurriendo; pero, en mi caso, nada<br />
había. Erala tiniebla, pesando y comprimiendo, absoluta. Como si yo estuviese<br />
apresado en lo compacto de una montaña, o si una muralla de<br />
hollín prolongase mi cuerpo. Peor que una cámara oscura. Todavía peor<br />
que el último salón de una gruta, con las antorchas muertas.<br />
Debo de haber perdido más de un minuto, lleno de estupor. Me soalcé.<br />
Me·atolondré. Palpé el suelo. Me pasé los dedos por los ojos; estiré la piel<br />
-'--"-pa:ra arriba, abajo, en las comisuras- ¡y nada! Entonces, pensé en<br />
en cataclismos, en el fin <strong>del</strong> mundo.<br />
sin embargo, el desgranamiento de trinos de pájaros: el<br />
paia1iivCJ. cantando clásico en la orilla <strong>del</strong> bosque; más lejos, las palomas