Nº 1-2 (nov. 1953) - Publicaciones Periódicas del Uruguay

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en un primer proceso elemental del razonamiento, no fué inventada en modo alguno. Ritos y fórmulas mágicas han ido transmitiéndose de una generación a otra hasta nuestros días. Las razas humanas más evolucionadas cultivan gran variedad de religiones que dividen el entendimiento de los hombres; los sistemas difieren según los países y épocas. La magia en nada ha cambiado. Los nativos de Melanesia, en Nueva Guinea, por ejemplo, obedecen actualmente a las leyes de la magia que regía los destinos de los egipcios hace miles de años, Los aborígenes australianos de ciertas regiones actúan según las decisiones de los representantes de sus clanes totémicos, encargados de otorgar los beneficios del sol, de la lluvia, de la muerte. La magia obedece a correspondencias muy lógicas para quién las vé con mentalidad mágica y sus costumbres pueden perdurar a través del tiempo, ocurriendo a veces que, por su naturaleza misma, eluden la evolución general de la civilización. VOLTAIRE dijo: "La magia es el secreto de hacer lo que la naturaleza no puede hacer". Antes de indagar hasta que punto puede el hombre poseer este secreto, recordemos brevemente la famosa teoría sobre el arte mágico de SIR GEORGE JAMES FRAZER, quién, en su extraordinaria obra: "Tbe golden bougb", analiza profundamente el tema. Una ley general, -según FRAZER-:-, rige la mayor parte de las fórmulas mágicas, fundadas estas en dos pnncipios. Primero, que 10 semejante produce 10 semejante y segundo .que l.as cosas que alguna vez estuvieron en contacto pueden luego actuar a distancia, El primer principio es la ley de semejanza y el segundo es la ley de contacto o contagio. Explicado en forma elemental, el principio denominado ley de semejanza consiste en producir el efecto que se desee sin más que imitarlo. El segundo deduce que todo lo que se haga con un objeto material afectará a la persona que estuvo en contacto con ese objeto. La asociación de ideas semejantes produce la magia homeopática o imitativa, la asociación de ideas basadas en la ley de contacto produce la magia contaminante o contagiosa. A pesar de esta permanencia de principios y conceptos, ma?,ia blanca y magia negra emplean los medios más variados para producir su arte, desde los más simples y rápidos hasta los más complicados y lentos. Desde la sola palabra (muy exactamente pronunciada) hasta las complejas ceremonias que pueden prolongarse varios días. Este primer trabajo de la mente humana desarrolla el espíritu ~ve.ntivo del hombre, así la magia desde un principio es hermana de la ciencra, Entre magia y ciencia hay curiosas semejanzas. El entendimiento con fuerzas inexplicables para los demás, inspirada la ciencia por la verdad y la magia por la imaginación, produce, según sus posibilidades, la ciencia o 146 la magia. En los dos casos el hombre intenta adivinar el secreto que rodea su vida. La ciencia actúa según métodos de investigación cuyos resultados deben ser explicables y visibles, la magia se contenta con explicaciones sobrenaturales y razones imaginarias. ¿Cuál es la frontera exacta que separa la magia de la ciencia? ¿Cuándo y cómo se convierte la magia en religión? Operaciones aparentemente mágicas se convierten luego en fenómenos técnicos o científicos. Los epilépticos, por ejemplo, se vieron condenados a morir en la hoguera, -seres poseídos del demonio- y luego, los progresos de la ciencia descubrieron las causas y tratamientos que requería su enfermedad. Todos utilizamos inventos cuyos mecanismos ignoramos; sabemos que la radio, el teléfono, la televisión o la bomba atómica son el resultados de pacientes estudios y de cálculos basados en la observación, perfectamente conocidos por los expertos, sin embargo, ¿cuántos entre nosotros podríamos explicar, aún en forma elemental, la ley de estos fenómenos? Si la ciencia es el descubrimiento de la verdad y la magia el resultado de un proceso simple de la inteligencia, la religión se apoya en conceptos de fe que sólo pueden ser aceptados por espíritus cuya visión del universo es suficiente para que puedan comprobar su ignorancia, o por mentes supersticiosas que necesitan creer por temor. Podríamos decir, que el hombre de ciencia intenta descubrir el mecanismo del mundo, que el hombre religioso cree en los mandamientos de Dios y que el mago, rechazando el descubrimiento de la ciencia y la voluntad de Dios, cree que los acontecimientos dependen de su voluntad y que él puede, gracias a sus artes, obligarlos a someterse a su ley. El hombre en todos los casos apela a poderes superiores que, en su creencia, rigen la naturaleza y la vida humana. Se comprende que durante muchas generaciones el salvaje no perciba el error de su creencia puesto que, cuando el mago decide hacer caer la lluvia, siempre en algún momento esta acaba normalmente por caer, si ordena al sol que brille, este acaba por hacer su aparición, también algún día mueren los enemigos y las estaciones cambian, pasando del frío al calor, sin que nada pruebe que esto no ocurre gracias a la intervención del mago. Sólo el lento reconocimiento de la ineficacia de los procedimientos mágicos hace que los seres más capacitados mediten y busquen métodos más seguros para lograr los resultados deseados. Es necesario el conocimiento de hechos y causas para que las mentes primitivas se convenzan que contrariando las órdenes del mago brilla el sol, cae la lluvia y la luna repite su nocturna aparición en el firmamento, ¿existe entonces una fuerza superior que rige las leyes de la naturaleza y el destino de los seres y que no obedece a los hombres? De esta manera puede concebirse el proceso que llevó el espíritu humano de la magia a la religión. Al evolucionar el hombre reconoce su impo- 147

tencia para modificar el universo; comprobada la ineficacia de sus métodos, intenta cambiarse a sí mismo, comenzando con el reconocimiento de una fuerza superior a su voluntad. Al principio las funciones de sacerdote y de hechicero no difieren esencialmente y para obtener los mejores resultados se pronuncian, sin duda con el mismo fervor, oraciones y conjuros, órdenes y súplicas. La creencia de que los métodos mágicos regían los principales acontecimientos de la vida, era tan general, que los magos, en virtud del respeto y temor que inspiraba su poder, solían llegar a ser jefes y reyes poderosos. Una antigua tradición intenta explicar cómo y cuándo entró el hombre en posesión de las fórmulas mágicas en uso. Antiguos relatos, han sido transmitidos de generación en generación, gracias al don de la palabra y de la memoria; éstos permitirían, algunas veces, reproducir la historia de las tribus, si el salvaje, que confunde la verdad y la imaginación no los transformara continuamente. Para persistir a través del tiempo la magia necesitaba el apoyo de estos mitos que puede aún hoy escuchar el aventurado viajero, por ejemplo, en ciertas regiones de los mares del sur, en donde dirigen el destino de los nativos. En estas narraciones, intenta sin duda el hombre primitivo explicar, según su entender, las diversas fases de la naturaleza por medio de personificaciones y de símbolos, creyendo siempre que los acontecimientos contados han ocurrido en algún tiempo remoto y que, desde entonces, los hombres viven bajo su imperecedera influencia. La literatura de todos los tiempos y países utiliza estas fuentes inagotables de inspiración y así, convertidos en epopeya, novela o poesía prosiguen su ruta, siempre cambiados por la imaginación de los hombres. En nuestras sociedades modernas necesitamos creer en la religión, en la ley, en el gobierno o en las instituciones, o sino, no creer en ellas lo que es también una forma de creer. Los pueblos civilizados han conseguido que el control científico mejore notablemente las condiciones de vida. Pero la misma ciencia inventa el modo de destruirse. El poder de la fuerza destructiva es más rápido y eficaz que el poder de la fuerza constructiva. En instantes, la bomba atómica anula el trabajo de las generaciones, de los siglos, del conocimiento. Cuando el pánico deja al hombre sólo en un mundo incoherente y angustiado, este necesita antes que nada para salvarse que le infundan esperanzas en un destino mejor. La fe constituye el más profundo y el más puro anhelo del hombre en su deseo de vencer la adversidad. Desde hace siglos combatida, la magia demuestra su eterno poder. Dos mil años antes de Cristo el famoso Código de Hamurabi prevee los castigos que recibirán los hechiceros, pero la magia forma parte de la vida del pueblo y para defenderse de los encantamientos se recomiendan ofi- 148 cialmente medios magicos como talismanes y amuletos. En las ciudades más modernas del mundo actual prosperan adivinos, médium~ y pitonisas. A ellos acuden con el mismo deseo de arrancar al porvenir sus secretos, espíritus inteligentes en su complejidad o crédulos por su ignorancia. El inventario de la influencia de la magia en todas las épocas es infinito en sus supuestas posibilidades y comentado sería tan extenso como relatar la historia del mundo. A través de los siglos y hasta nuestros días, la magia vive en la historia, causando el bien o el mal con igual poder. En la necesidad de situarnos en el tiempo pasemos por Egipto. "Las esfinges que los egipcios han colocado ante sus templos significan que la ciencia de su doctrina sagrada es enigmática" -dice PLUTARCO en: "Isis y Oslris", Jeroglíficos por mucho tiempo indescifrados, poco a poco entregan su misterioso mensaje y permiten reconstruir las principales inquietudes de los habitantes de la tierra de Kemt. Desde el poderoso faraón, hijo de Dios, hasta el último hijo del pueblo, los hombres dedican sus desvelos a la busca del secreto de los secretos. La base de su magia reposa en la teoría de Ba y Ka. El alma (Ba) se separa del cuerpo en el momento de la muerte y se dirige al otro mundo, mientras el doble (ka) continúa su vida mágica, bebiendo y comiendo a su antojo, rodeado de los objetos queridos que han quedado depositados a su alcance. El espíritu y las creencias de Egipto influyen primero los países vecinos, luego, las tierras más alejadas. En Grecia imperan vaticinios infalibles (en el tercer siglo de nuestra era aún se consultaba el oráculo de Delfos). Los adivinos, poderosos en Roma, tienen funciones públicas y tareas oficiales. Sibilas y magos deciden guerras y batallas. Los astrólogos aparecen en Caldea: "Siendo este pueblo el primero en pensar que del cielo y las estrellas depende el destino de cada ser", dice FILÓN, Los Talmudistas piensan que Cristo se inició en los misterios de Egipto y que así logró el poder de resucitar a los muertos. El cristianismo comienza su lucha desesperada contra todas las formas de la magia. Pero los mismos santos no escapan a su influencia y SAN AGUSTÍN es preso de dudas y temores. La lucha continúa a través de los siglos. Adivinos y brujas sospechados de comercio con el diablo pagan con la vida su delito. Innumerables son los procesos por brujería. Cr~ncias y dudas, superstición y misticismo se confunden. JUANA DE ARCO salva un reino, es quemada por bruja y la veneramos por santa. Los alquimistas buscan el secreto de la piedra filosofal. Reyes y reinas consultan sus astrólogos. Los nombres de MIGUEL ESCOTO, de ALBERTO MAGNO, de SANTO To- 149

en un primer proceso elemental <strong>del</strong> razonamiento, no fué inventada en<br />

modo alguno. Ritos y fórmulas mágicas han ido transmitiéndose de una<br />

generación a otra hasta nuestros días.<br />

Las razas humanas más evolucionadas cultivan gran variedad de religiones<br />

que dividen el entendimiento de los hombres; los sistemas difieren<br />

según los países y épocas. La magia en nada ha cambiado. Los nativos de<br />

Melanesia, en Nueva Guinea, por ejemplo, obedecen actualmente a las<br />

leyes de la magia que regía los destinos de los egipcios hace miles de años,<br />

Los aborígenes australianos de ciertas regiones actúan según las decisiones<br />

de los representantes de sus clanes totémicos, encargados de otorgar los<br />

beneficios <strong>del</strong> sol, de la lluvia, de la muerte. La magia obedece a correspondencias<br />

muy lógicas para quién las vé con mentalidad mágica y sus<br />

costumbres pueden perdurar a través <strong>del</strong> tiempo, ocurriendo a veces que,<br />

por su naturaleza misma, eluden la evolución general de la civilización.<br />

VOLTAIRE dijo: "La magia es el secreto de hacer lo que la naturaleza<br />

no puede hacer".<br />

Antes de indagar hasta que punto puede el hombre poseer este secreto,<br />

recordemos brevemente la famosa teoría sobre el arte mágico de<br />

SIR GEORGE JAMES FRAZER, quién, en su extraordinaria obra: "Tbe golden<br />

bougb", analiza profundamente el tema. Una ley general, -según FRAZER-:-,<br />

rige la mayor parte de las fórmulas mágicas, fundadas estas en dos pnncipios.<br />

Primero, que 10 semejante produce 10 semejante y segundo .que l.as<br />

cosas que alguna vez estuvieron en contacto pueden luego actuar a distancia,<br />

El primer principio es la ley de semejanza y el segundo es la ley de contacto<br />

o contagio.<br />

Explicado en forma elemental, el principio denominado ley de semejanza<br />

consiste en producir el efecto que se desee sin más que imitarlo.<br />

El segundo deduce que todo lo que se haga con un objeto material afectará<br />

a la persona que estuvo en contacto con ese objeto. La asociación de<br />

ideas semejantes produce la magia homeopática o imitativa, la asociación<br />

de ideas basadas en la ley de contacto produce la magia contaminante<br />

o contagiosa.<br />

A pesar de esta permanencia de principios y conceptos, ma?,ia blanca<br />

y magia negra emplean los medios más variados para producir su arte,<br />

desde los más simples y rápidos hasta los más complicados y lentos. Desde<br />

la sola palabra (muy exactamente pronunciada) hasta las complejas ceremonias<br />

que pueden prolongarse varios días.<br />

Este primer trabajo de la mente humana desarrolla el espíritu ~ve.ntivo<br />

<strong>del</strong> hombre, así la magia desde un principio es hermana de la ciencra,<br />

Entre magia y ciencia hay curiosas semejanzas. El entendimiento con fuerzas<br />

inexplicables para los demás, inspirada la ciencia por la verdad y la<br />

magia por la imaginación, produce, según sus posibilidades, la ciencia o<br />

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la magia. En los dos casos el hombre intenta adivinar el secreto que rodea<br />

su vida. La ciencia actúa según métodos de investigación cuyos resultados<br />

deben ser explicables y visibles, la magia se contenta con explicaciones<br />

sobrenaturales y razones imaginarias.<br />

¿Cuál es la frontera exacta que separa la magia de la ciencia?<br />

¿Cuándo y cómo se convierte la magia en religión?<br />

Operaciones aparentemente mágicas se convierten luego en fenómenos<br />

técnicos o científicos. Los epilépticos, por ejemplo, se vieron condenados<br />

a morir en la hoguera, -seres poseídos <strong>del</strong> demonio- y luego, los progresos<br />

de la ciencia descubrieron las causas y tratamientos que requería<br />

su enfermedad. Todos utilizamos inventos cuyos mecanismos ignoramos;<br />

sabemos que la radio, el teléfono, la televisión o la bomba atómica son el<br />

resultados de pacientes estudios y de cálculos basados en la observación, perfectamente<br />

conocidos por los expertos, sin embargo, ¿cuántos entre nosotros<br />

podríamos explicar, aún en forma elemental, la ley de estos fenómenos?<br />

Si la ciencia es el descubrimiento de la verdad y la magia el resultado<br />

de un proceso simple de la inteligencia, la religión se apoya en conceptos<br />

de fe que sólo pueden ser aceptados por espíritus cuya visión <strong>del</strong> universo<br />

es suficiente para que puedan comprobar su ignorancia, o por mentes supersticiosas<br />

que necesitan creer por temor.<br />

Podríamos decir, que el hombre de ciencia intenta descubrir el mecanismo<br />

<strong>del</strong> mundo, que el hombre religioso cree en los mandamientos de<br />

Dios y que el mago, rechazando el descubrimiento de la ciencia y la voluntad<br />

de Dios, cree que los acontecimientos dependen de su voluntad y<br />

que él puede, gracias a sus artes, obligarlos a someterse a su ley. El hombre<br />

en todos los casos apela a poderes superiores que, en su creencia, rigen<br />

la naturaleza y la vida humana. Se comprende que durante muchas generaciones<br />

el salvaje no perciba el error de su creencia puesto que, cuando<br />

el mago decide hacer caer la lluvia, siempre en algún momento esta acaba<br />

normalmente por caer, si ordena al sol que brille, este acaba por hacer<br />

su aparición, también algún día mueren los enemigos y las estaciones<br />

cambian, pasando <strong>del</strong> frío al calor, sin que nada pruebe que esto no<br />

ocurre gracias a la intervención <strong>del</strong> mago. Sólo el lento reconocimiento<br />

de la ineficacia de los procedimientos mágicos hace que los seres más capacitados<br />

mediten y busquen métodos más seguros para lograr los resultados<br />

deseados. Es necesario el conocimiento de hechos y causas para<br />

que las mentes primitivas se convenzan que contrariando las órdenes <strong>del</strong><br />

mago brilla el sol, cae la lluvia y la luna repite su nocturna aparición en<br />

el firmamento, ¿existe entonces una fuerza superior que rige las leyes de<br />

la naturaleza y el destino de los seres y que no obedece a los hombres?<br />

De esta manera puede concebirse el proceso que llevó el espíritu humano<br />

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