Nº 1-2 (nov. 1953) - Publicaciones Periódicas del Uruguay
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1 HOMENAJE A PAUL ELUARD
P R E S E N T A e to N SAINT-DENIS - 14 de diciembre de 1895 PARIS - 18 de noviembre de 1952 EL pensamiento de la revista, la intención de hacerla vivir, me apareció bruscamente en forma definida durante los últimos días de la ocupación alemana, en París. Estábamos en plena ciudad sitiada. Los tanques enmascarados de hojas tomaban en filas ordenadas e interminables el camino del Norte. y la ciudad entera pensaba en Macbeth. Era la guerra, es decir, lo trágicamente absurdo. Entre los tanques que se iban y los aviones que llegaban, vivíamos en condiciones medievales. Toda acción desvinculada del presente aparecía como una puerilidad, toda comunicación con el mundo, un sueño. ELUARD que entonces vivía bajo otro nombre, en las afueras de París, se reunía con algunos amigos, en la trastienda de un pequeño restaurant de los Inválidos, cuyos dueños eran secretamente fieles a los movimientos entonces denominados por una palabra común: la. resistencia. A las dos de la tarde y en pleno verano, reinaba una voluntaria oscuridad. Se distinguían apenas, las caras de los convidados. Los espíritus estaban divididos entre la máxima ansiedad y la máxima esperanza, entre el dolor por las noticias que llegaban a cada instante de arrestos, fusilamientos y deportaciones y el secreto temor de que la cercana paz no fuese como cada uno de nosotros, no sin discrepancias, lo esperaba. La seguridad de que dentro de pocos días el mundo cerrado en que habíamos vivido, desaparecería, acentuaba en nosotros un grave sentido de 9
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P R E S E N<br />
T A e to N<br />
SAINT-DENIS - 14 de diciembre de 1895<br />
PARIS - 18 de <strong>nov</strong>iembre de 1952<br />
EL pensamiento de la revista, la intención de hacerla vivir, me apareció<br />
bruscamente en forma definida durante los últimos días de la ocupación<br />
alemana, en París.<br />
Estábamos en plena ciudad sitiada. Los tanques enmascarados de<br />
hojas tomaban en filas ordenadas e interminables el camino <strong>del</strong> Norte.<br />
y la ciudad entera pensaba en Macbeth. Era la guerra, es decir, lo trágicamente<br />
absurdo. Entre los tanques que se iban y los aviones que llegaban,<br />
vivíamos en condiciones medievales. Toda acción desvinculada <strong>del</strong><br />
presente aparecía como una puerilidad, toda comunicación con el mundo,<br />
un sueño.<br />
ELUARD que entonces vivía bajo otro nombre, en las afueras de París,<br />
se reunía con algunos amigos, en la trastienda de un pequeño restaurant<br />
de los Inválidos, cuyos dueños eran secretamente fieles a los movimientos<br />
entonces denominados por una palabra común: la. resistencia.<br />
A las dos de la tarde y en pleno verano, reinaba una voluntaria<br />
oscuridad. Se distinguían apenas, las caras de los convidados. Los espíritus<br />
estaban divididos entre la máxima ansiedad y la máxima esperanza,<br />
entre el dolor por las noticias que llegaban a cada instante de arrestos,<br />
fusilamientos y deportaciones y el secreto temor de que la cercana paz<br />
no fuese como cada uno de nosotros, no sin discrepancias, lo esperaba.<br />
La seguridad de que dentro de pocos días el mundo cerrado en que habíamos<br />
vivido, desaparecería, acentuaba en nosotros un grave sentido de<br />
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