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Nº 1-2 (nov. 1953) - Publicaciones Periódicas del Uruguay

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lo uno o lo otro de su ser. Por esta razón el arte está siempre en movilidad,<br />

en discusión y goza de la eterna juven~d ~e la ,a-;entura. . .<br />

Un ejemplo claro <strong>del</strong> drama de la conciencia estetica, de una m~enoridad<br />

dramática siempre en perpetuo hacerse, jamás satisfecha.de sí rrusma,<br />

nos la ofrece CÉZANNE. Hasta determinada época de su vida cree que<br />

la pintura es sentimiento y confesión de sentimientos y que la tar:a <strong>del</strong><br />

pintor consiste en proyectarse a sí mismo. Luego descubr~ que la pm~ra<br />

existe sólo en el plano visible de la forma y el color, constituyendo aquella<br />

el elemento rítmico mientras el color es el elemento melódico. Tarea en<br />

la que se empeña t~da su vida, pero no logra al.c~nzar ,la .suprema .objetividad<br />

con que sueña. En sus Retratos la expresividad mnma subsiste, El<br />

combate tremendo por lograr una universalidad objetiva, borr~r:do la<br />

mismidad esencial, constituye un ejemplo típico de la sole~ad ascetl~a d~l<br />

artista de nuestro tiempo. Los cuadros de CÉZANNE reflejan esa historia<br />

dialéctica de su antagonismo interior, de ese esfuerzo heroico para crearse<br />

una conciencia. Sus obras no son resultados sino aproximaciones, tentativas<br />

continuas para conquistar la objetividad. CÉZANNE es el. p~tor subjetivo,<br />

precisamente por su pasión objetiva, pasión <strong>del</strong> entendlIDlento. No<br />

es pasión hirsuta la suya, sino una pasión bañada e~ las ~guas de la<br />

reflexión, signo también distintivo <strong>del</strong> artista contempor~n~o. Sl~ .embar~o,<br />

este pintor subjetivo ha dejado una obra puramente artístrca, soh~a, r~cla,<br />

material dura. Tenía el don de descubrir, dice KANDINSKY, la vida interior<br />

en todo. De una taza de té ha hecho un algo con alma, mejor dicho,<br />

ha distinguido un ser en esta taza. Cada cuadro está construído c~~ sólo<br />

los elementos fundamentales de la pintura: línea, color, plano, cilindro,<br />

cubo. Es el primer pintor que se despoja y martiriza, que crea así la abstracción<br />

ascética, pero también es el pintor de mayor violencia expresiva,<br />

de una necesidad de confesión eruptiva, de una salvaje tensión interna.<br />

Personaje igualmente importante de este drama <strong>del</strong> arte contemporáneo<br />

es VAN GOGH, a quien he llamado en un libro el p~ntor de la exaltación<br />

anzustiosa. Posee esa preocupación por la esencia formal de<br />

pintura, i~vestiga sobre formas y colores, le duele el ~nt~n~imiento y la<br />

reflexión de tanto meditar sobre el arte en su esencia última, pero su<br />

afán de expresarse es más poderoso que su conciencia estética. La linea<br />

y el color son, para él, fundamentos de la pintura. Combinar el color y<br />

la línea le desespera el cerebro, le fatiga la mente. Pero los planos de<br />

GAUGUIN son demasiado vacíos para el ansia de expresarse de VAN GOGH<br />

y demasiado pobres de materia para su naturaleza de artesano. ~ada ,Pincelada<br />

suya refleja parte de un estado de su alma: Un campesmo, ciego,<br />

bajo un sol abrasador, que siega sin fatiga con una voluntad ferrea y<br />

frenética. Decía sobre este cuadro, y 10 repito, que es el símbolo de su<br />

pasión infinita, angustiosa, insaciable.<br />

128<br />

la<br />

EL ARTE CREACIÓN ÍNTIMA<br />

La interioridad esencial puede ser pasiva, dejándose llevar de la piedad<br />

caritativa <strong>del</strong> corazón, o activa imponiendo las leyes objetivas de la<br />

mente al mundo externo. Caridad y soledad <strong>del</strong> artista, de su alma,<br />

Pero ingenuidad caritativa y soledad ascética, encierran una respectiva<br />

limitación que es la inercia material de la interioridad. La interioridad se<br />

limita, -de aquí viene su estrechez- a recibir <strong>del</strong> mundo las cosas hechas<br />

y amorosamente creadas o a recibir y heredar de la mente unas formas<br />

de equilibrio y de armonía. Es, en el fondo, interioridad perceptiva, pasiva,<br />

quieta, sin potencia creadora. No se ha llegado al núcleo, al meollo, de<br />

la intimidad. Allí donde ésta crece, germina, palpita, como fuente inagotable.<br />

Por consiguiente nos vemos conducidos a discurrir sobre la esencia<br />

de la intimidad para demostrar su realidad.<br />

Hemos dicho que el yo <strong>del</strong> artista contemporáneo se hallaba aislado,<br />

separado, incomunicado. El hombre está tan solo con su intimidad que<br />

ésta se le hace pálida, irreal, fantasmagórica. Primeramente, para vivificar<br />

lo íntimo, es preciso negarse a la caridad, a la simpatía inmediata<br />

y a la ternura íntima que suscitan los seres vivos. Es forzoso romper la<br />

familiaridad con el mundo, abandonar la actitud natural ante él, para sentir<br />

su profunda extrañeza y el fulgor misterioso de su presencia. Pero esta<br />

actitud no entraña un aislamiento ni la búsqueda de una depuración quintaesenciada.<br />

Por el contrario, el verdadero redescubrimiento <strong>del</strong> mundo,<br />

el acatamiento ante su existencia sólida y terrible, debe ser la verdadera<br />

postura <strong>del</strong> artista, sintiéndose dependiente de una vida más poderosa que<br />

él, desde el principio al fin de su existencia, pues esta operación de suspender<br />

la realidad, a pesar de todo, siempre presente a nuestra mirada<br />

atenta, de este traer las cosas a sí mismo, a una subjetividad aislada, no<br />

arrastra consigo el vacío ascético de la intimidad, antes bien, la realiza<br />

en toda su profusión viviente. El mundo es amado en tal forma que se le<br />

lleva al calor de las entrañas más íntimas. Cuando el artista ve un paisaje,<br />

una figura humana, desea eternizar esta visión por el arte, pero debe contenerse,<br />

refrenar el ímpetu inmediato. Entonces los alimenta dentro de<br />

sí mismo mucho tiempo, los serena en la raíz <strong>del</strong> ser, los empapa de su<br />

propia sustancia, yacen en él mismo como hechos vivos. Así se desarrolla<br />

el tiempo vital de la conciencia creadora en que las realidades son elaboradas<br />

en la intimidad, transformadas por ésta y luego plasmadas.<br />

Hemos dicho que para el artista ingenuo el mundo se le escapa de las<br />

manos y perece de tanto amarlo y codiciarlo en su rica jugosidad. Pero<br />

cuando la obra de arte es la creación interior, cuyo proceso hemos narrado,<br />

las imágenes adquieren una forma sólida, una presencia durable, una<br />

129

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