Nº 1-2 (nov. 1953) - Publicaciones Periódicas del Uruguay
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LOS ANGELES es una verdad ética y ejemplar. En efecto, no es ética la verdad<br />
general, sino sólo aquella vivida en la individualidad, conquistada por<br />
ella en una tensión mínima. "Ética es la erótica", digamos hablando en<br />
danés.<br />
He dicho ya en un libro que sin descubrir el amor en la seriedad<br />
ética <strong>del</strong> matrimonio, VERMEER no hubiese podido pintar un solo cuadro,<br />
porque ricos de esta quietud que viene de la práctica de una vida calma,<br />
que se repite monótona todos los días, que se reafirma en un solo sentimiento<br />
y que se solidifica en el ejercicio de una labor constante, emergen<br />
los cuadros de JAN VERMEER. Así "La Bordadora", "El Paisaje de Deljt",<br />
su ciudad natal, "La oalleiuela'', están pintados con la amorosa luz serena de<br />
su quietud íntima, de su verdad apaciguante y consoladora. Hemos afirmado<br />
que el artista sufre la existencia, porque se entrega a ella y entregarse es<br />
arriesgarse. Poeta, pintor, artista, es el que se asoma al abismo de la vida y el<br />
que se arriesga para evitar que los que vengan después no perezcan. Pero el<br />
poeta, el pintor amoroso, vital, que se entrega al goce espontáneo de la<br />
vida cae desgarrado en la nada inmensa que le rodea y se precipita en<br />
en este no ser. De aquí el fúnebre canto de pesimismo en que termina<br />
toda la pintura holandesa, optimista y triunfante. A través de años<br />
de vivir goces y sensualidades, se descubre el fondo de tinieblas y de<br />
obscuridades de la existencia. Mídase la distancia espiritual que separa<br />
"La Bohemia" de FRANZ HALS, en el Museo <strong>del</strong> Louvre de esas entecas<br />
y sombrías mujeres que pintó para el Hospital de Harlem, En este último<br />
cuadro ha descubierto FRANZ HALS toda la espantosa y trágica presencia<br />
de la muerte bajo las apariencias alegres de la vida, y el vacío que esconde<br />
la tierra luminosa. ¿Qué hacer, cómo enfrentar esta sima <strong>del</strong> sufrimiento,<br />
de la nada, <strong>del</strong> no ser, de la miseria? Caben dos actitudes: o la de EDUARD<br />
MUNCH, llevando siempre guantes para no herirse al contacto de los<br />
seres y de las cosas, o la <strong>del</strong> lVÚRQUÉS DE SADE, que en su vejez, medio<br />
loco, internado en el Hospital de Vincennes, escupiendo a una rosa<br />
reía satisfecho. Es decir, dejarse vencer por el mundo, o destruírlo y<br />
crear otro nuevo.<br />
Es sobre este sentimiento de fugacidad y de perecimiento que se<br />
encuentran los límites de un arte lírico y de impulso caritativo. Y el<br />
hombre para afirmarse en una eternidad sólida, huye <strong>del</strong> mundo y de<br />
su profusión sensible en búsqueda de garantías de seguridad y de perennidad.<br />
Desconfía <strong>del</strong> amor que le inspiran las cosas y se encierra en sí<br />
mismo, en su soledad. ¿Cómo salvarse de perecer y de caer en el abismo?<br />
Negarse a la caridad, huir de la realidad viva es el consejo de los sabios<br />
y de los cultos. De esta nueva actitud surge un arte, sincrético y simbólico:<br />
el arte <strong>del</strong> hombre solitario. El propósito es exacto y noble porque hombre<br />
ingenuo, el pintor sensible no ha creado su espíritu y está perdido<br />
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entre las cosas, en su vida y en su muerte, en un gesto natural y confiado.<br />
Debe primeramente crearse su yo, querer ser desesperadamente un yo, como<br />
dice KIERKEGAARD. El hombre espiritual se separa de los otros hombres porque<br />
puede soportar el aislamiento. Ser creyente es ocultarse, pero recogerse<br />
para crear. El yo no es una realidad, es una promesa, una tarea, y a<br />
este trabajo de autoconciencia, a mirarse a sí mismo, a volverse sobre la<br />
pintura como pintura, a descubrir fundamentales leyes de construcción,<br />
se entrega legítimamente el arte contemporáneo, desde CÉZANNE a nuestros<br />
días. La reflexión estética de nuestro tiempo, la llamada deshumanización<br />
<strong>del</strong> arte, disfraza angélicamente -diría BERGAMÍN- una humanización<br />
desesperada. La conciencia abstracta no es más que un desvío de la<br />
interioridad tensa de los artistas modernos. Mediante una conciencia general,<br />
única universal, atemporal, a través de escuelas, de tendencias, de<br />
grupos, de teorías cosmogónicas, buscan su yo concreto, individual, real,<br />
su libertad íntima, su yo más interno y exacto, la personalidad intransferible.<br />
Se ha dicho que la abstracción es el signo distintivo de todos los<br />
movimientos artísticos de nuestro tiempo. La abstracción es la expresión<br />
estética <strong>del</strong> arte <strong>del</strong> hombre aislado. ANTONIN ARTAuD decía: "yo no estoy<br />
muerto, pero me siento separado". Y WORRINGER, el historiador <strong>del</strong> arte,<br />
también ha podido definirlo como basado en el sentimiento de la separación.<br />
Y, evidentemente, la sumisión a 10 universal, a la abstracción fría<br />
de la fórmula, conduce a la muerte <strong>del</strong> espíritu. Tomemos el ejemplo de<br />
MATISSE para comprobar que no se ha podido realizar en el arte moderno<br />
una deshumanización <strong>del</strong> mismo. Las gramáticas plásticas no han podido<br />
secar la fuente de donde mana la creación estética, la esencial intimidad<br />
<strong>del</strong> hombre. Toda su vida ha hablado MATISSE de organizar su cerebro.<br />
Felizmente no ha podido organizarlo <strong>del</strong> todo y se atiene a un gusto <strong>del</strong><br />
orden y de la medida. YiATISSE procede de la escuela PONT AVEN, de las<br />
investigaciones plotínicas de SERUSIER, sobre un arte ascético, despojado<br />
de anécdotas y de accidentes. En sus Pescados rojos y en otros cuadros se<br />
propone como objetivo organizar plásticamente sus imágenes. Sólo las<br />
radiaciones de color hacen vivir la composición. Ha logrado una sinfonía<br />
de tonos y una sutileza de materias. En este sentido son muy significativas<br />
sus obras Lujo, Calma y Voluptuosidad, La ll:t1Ijer de la raya verde y su<br />
Autorretrato, donde a pesar de buscar una abstracción desencarnada que le<br />
entregue los atributos plásticos de una forma impasible, se encuentra el<br />
dibujo animado <strong>del</strong> artista, su estabilidad interior, su serenidad, su clasicismo<br />
íntimo, su amor a la sensualidad refinada y pacífica. Arte ingenuo y<br />
arte abstracto son manifestaciones aparentemente antagónicas de la interiorización<br />
<strong>del</strong> arte y esta persistencia de la intimidad, como origen de la obra,<br />
es la lógica consecuencia de la acción y elección libre <strong>del</strong> artista, quien está<br />
siempre en devenir y en inquietud, porque debe escoger y decidirse entre<br />
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