mayo 1967 - Publicaciones Periódicas del Uruguay
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FERNANDO AIN5A Un realismo de la imaginación Fue una coincidencia, aunque no quiso serlo. Mientras Augusto Roa Bastos cerraba hace unos meses su penosa condición de exilado aterrizando emocionado en el aeropuerto de Asunción en compañía de Mario Vargas Llosa y de Gabriel Casaccia -empeñado ei primero en conocer el Paraguay; el segundo, otro paraguayo exilado que también terminaba su ostracismo-, la Editorial Losada lanzaba en la Buenos Aires que lo había tenido por habitante un volumen de cuentos -El baldiode inequívoca inspiración y realización en el~exilio. Roa Bastos cerraba así una etapa de su vida que había iniciado en 1947. y lo hacía del mejor modo que puede hacerlo un escritor: publicando un nuevo libro. cuales les resulta muy productiva», anota irónicamente un personaje de "La flecha y la manzana») se adelgaza, pues, al límite de ser apenas una referencia al autor, Augusto Roa Bastos, y no al libro entero, El baldio, cuyos temas poco o nada tienen que ver con él y cuya aparición pudo ser casi simultánea al premiado Hijo de hombre. El despegue literario Roa Bastos, bajo de estatura, cabezón y poco locuaz, con sus casi cincuenta años bien disimulados en su aire toscamente ingenuo, integra la trinidad de escritores paraguayos que han roto el aislamiento literario de su país. Junto a Elvio Romero y a Gabriel Casaccia (autor de La babosa y de Los La tentación del cintíllo exilados, novela recientemente premiada en el Concurso Primera Plana), Roa Bastos ha lanzado al La tentación es grande y está propuesta desde el ámbito latinoamericano una literatura condenada sugestivo epígrafe del volumen -"... el que aban- hasta hace poco a la misma mediterraneidad del dona su viña la verá morir dentro de sí en baldío, Paraguay. En una visión retrospectiva de "la Iiteray su vino será amargo...'>- que, aunque no se tura de imaginacíón en el Paraguay» que hizo hace anote expresamente, proviene de la inagotable unos años en Montevideo el propio Roa Bastos, Biblia. El exilio, el tema de vivir obligadamente apenas hacía emerger del pasado literario de su fuera de las fronteras, es el que podría ser pro- país a los nombres de Rivarda Matto con El fol/aje puesto entonces como inevitable cintillo unificador en los ojos y el de Julio Correa. al conjunto de relatos que integran El baldio. Sin Había razones para esas carencias. En primer embargo. un pausado ordenamiento de su temática lugar~1 problema de la len~u~:"'uno de "70S mayoy un cotejo de las fechas puestas al pie de cada res obstáculos con que tropieza el escritor paracuento marcan otras direcciones menos cómodas, guayo que quiera ser auténtico, y que lleva a los pero más reales. En El baldio se reunen once cuen- falsos extremos del que "ha eludido la realidad tos escritos entre 1955 y 1961. Muchos de ellos han éléi país copiando y remedando fórmulas, tendeñsido concebidos paralelamente a los que integran cias y estilos ocultos y estetizantes» y que, por10 El trueno entre las hojas (1953) y a la serie trenza- tanto escribe en castellano, o del que se liiñTta a da de los exaltados episodios de Hijo de hombre captar los aspectos externos °áe una realidad en ter- (1959). y en ellos -además de este desmentido ñiínos casi folklóricos, donde el carácter. o la nota cronológico del posible balance final de un exilado..... nacional se dan únicamente por un copioso voca:: que vuelve a su tierra- se dan nítidamente sepa- bulario guaraní manejado en forma abrumadora. En rados tres tipos distintos de cuentos: los de conte- -segundo lugar, Roa BastoS" recurría al argumento nido político directo ("Hermanos» y "La rebelión») que anotan todos los escritores latinoamericanos con la subtemática del exilio ("Encuentro con el que no tienen una estimulante tradición detrás de traidor», "El pájaro-'mosca» y más indirectamente, sí: la función cultural concebida como un dispen- "La flecha y la manzana»), los referidos al mágica- dioso ejercicio sin otra razón de ser que la moda mente atractivo Pariguay rural ("El aserradero» y importada. La actividad literaria paraguaya con al- "Borrador de un informe») y, finalmente, los cuen- gunos visos de autenticidad se daba, pues, en gétos sin marco geográfico o temporaf~que Importe neros más "prácticos» y de mayor funcionalidad: ("Las tijeras», "El baldío», "Contar un cuento» y "El la historiografía, la sociología, concebidas ambas, y el otro», que había sido anticipado en Mundo más que como disciplinas científicas, como modos Nuevo, núm. 1). El cintillo del destierro ("ocupación de expresión de la angustiada conciencia del pacasi exclusiva de los paraguayos, a algunos de los ","'raguayo enfrentando a guerras impuestas desde
LIBROS Y AUTORES 79 fuera (guerra de la Triple Alianza y guerra del Chaco) y de las cuales salió siempre como injusto perdedor. Más populares y con más razón de ser circulaban entonces monografías y relatos -casi periodísticos o del género oratorio-, donde se relataban hazañas guerreras, episodios que sólo pudieron ser novelas en las manos de Manuel Gálvez, un· argentino, o vívidos testimonios de valor literario en las de Rafael Barrett, un español. Unicamente varios años después, digerida amargamente la experiencia de la guerra del Chaco, se logra -tal como sucedió en Bolivia, el enemigo de aquella hora- dar el salto hacia lo que Roa Bastos, en una entrevista que nos concedió hace unos meses, llamó «la síntesis fatal» de las fuerzas primitivas y básicas de su tierra -humanas y telúricas- con una tradición cultural de corte europea. Arnoldo Valdovinos (Cruces del Quebracho) y José Villarejo (Ocho hombres) clavaron los primeros y difíciles piquetes de una tradición literaria paraguaya, aunque lo hicieron limitados al ámbito interno que no lograron trascender. La salida al exterior. la necesaria perspectiva y por consiguiente la inevitable elevación del género novelesco habría de darse por el medio doloroso del exilio, impuesto no sólo por la posible asfixia cultural de la Asunción-aldea, sino por el más serio de la vida en peligro. El escritor estaba obligado a emigrar por lo que Roa Bastos llamaba, en esa misma entrevista y con cierta ironía dolorida, «la peripecia gratuita de la aventura castrense». Por eso, en grandes metrópolis como Buenos Aires, en medios ajenos y generalmente difíciles, surge la literatura paraguaya que empieza a interesar en América Latina. El aislamiento, la sofocada expresión mediterránea, los torpes y barrocos balbuceos de lo que él llama «las catacumbas intelectuales de Asunción». se rompen por imperio del exilio. La renovación tiene en Roa Bastos a uno de sus mejores protagonistas. La funciónael exilio no será, pues, la que dará temática a obras como El trueno entre las hojas, Hijo de hombre o,ahora, El baldio, sino la que hará posible que .Ia visión estrictamente paraguaya de sus respectivos marcos. de referencia, tenga validez literaria, importe, alcance la dimensión. universal que·toda literatura, aun referida a una localidad, necesita tener para ser tenida en cuenta. Paraguay deja de.vivir en «su año cero» pero, paradojalmente, lo deja de hacer fuera de fronteras en Buenos Aires. Lo real de lo que no se ve Para' trascender'fronteras, sin. embargo .han debido quemarse etapas.Joa Bastos -se encuentra ante una literatura latinoamericana que ya no manej!!,. temas como los del americanismo o nacionalismo literariO, el telunsmo o el regionalismo. Paraguay debe saltar por sobreJas rovelas que tienen, al Í'j1odo de La VO[~gi1?¡;)!p()r personajes a las «vitalizaciones» de la naturaleza o como anotaba el mismo Roa Bastos en un artículo para la revista uruguaya Temas (
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fuera (guerra de la Triple Alianza y guerra <strong>del</strong><br />
Chaco) y de las cuales salió siempre como injusto<br />
perdedor. Más populares y con más razón de ser<br />
circulaban entonces monografías y relatos -casi<br />
periodísticos o <strong>del</strong> género oratorio-, donde se relataban<br />
hazañas guerreras, episodios que sólo pudieron<br />
ser novelas en las manos de Manuel Gálvez,<br />
un· argentino, o vívidos testimonios de valor<br />
literario en las de Rafael Barrett, un español.<br />
Unicamente varios años después, digerida amargamente<br />
la experiencia de la guerra <strong>del</strong> Chaco,<br />
se logra -tal como sucedió en Bolivia, el enemigo<br />
de aquella hora- dar el salto hacia lo que Roa<br />
Bastos, en una entrevista que nos concedió hace<br />
unos meses, llamó «la síntesis fatal» de las fuerzas<br />
primitivas y básicas de su tierra -humanas y telúricas-<br />
con una tradición cultural de corte europea.<br />
Arnoldo Valdovinos (Cruces <strong>del</strong> Quebracho)<br />
y José Villarejo (Ocho hombres) clavaron los primeros<br />
y difíciles piquetes de una tradición literaria<br />
paraguaya, aunque lo hicieron limitados al ámbito<br />
interno que no lograron trascender. La salida al<br />
exterior. la necesaria perspectiva y por consiguiente<br />
la inevitable elevación <strong>del</strong> género novelesco<br />
habría de darse por el medio doloroso <strong>del</strong> exilio,<br />
impuesto no sólo por la posible asfixia cultural de<br />
la Asunción-aldea, sino por el más serio de la vida<br />
en peligro. El escritor estaba obligado a emigrar<br />
por lo que Roa Bastos llamaba, en esa misma entrevista<br />
y con cierta ironía dolorida, «la peripecia<br />
gratuita de la aventura castrense». Por eso, en<br />
grandes metrópolis como Buenos Aires, en medios<br />
ajenos y generalmente difíciles, surge la literatura<br />
paraguaya que empieza a interesar en América<br />
Latina. El aislamiento, la sofocada expresión mediterránea,<br />
los torpes y barrocos balbuceos de lo<br />
que él llama «las catacumbas intelectuales de Asunción».<br />
se rompen por imperio <strong>del</strong> exilio. La renovación<br />
tiene en Roa Bastos a uno de sus mejores<br />
protagonistas. La funciónael exilio no será, pues,<br />
la que dará temática a obras como El trueno entre<br />
las hojas, Hijo de hombre o,ahora, El baldio, sino<br />
la que hará posible que .Ia visión estrictamente paraguaya<br />
de sus respectivos marcos. de referencia,<br />
tenga validez literaria, importe, alcance la dimensión.<br />
universal que·toda literatura, aun referida a<br />
una localidad, necesita tener para ser tenida en<br />
cuenta. Paraguay deja de.vivir en «su año cero»<br />
pero, paradojalmente, lo deja de hacer fuera de<br />
fronteras en Buenos Aires.<br />
Lo real de lo que no se ve<br />
Para' trascender'fronteras, sin. embargo .han debido<br />
quemarse etapas.Joa Bastos -se encuentra ante<br />
una literatura latinoamericana que ya no manej!!,.<br />
temas como los <strong>del</strong> americanismo o nacionalismo<br />
literariO, el telunsmo o el regionalismo. Paraguay<br />
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de la naturaleza o como anotaba el mismo<br />
Roa Bastos en un artículo para la revista uruguaya<br />
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