19.05.2014 Views

mayo 1967 - Publicaciones Periódicas del Uruguay

mayo 1967 - Publicaciones Periódicas del Uruguay

mayo 1967 - Publicaciones Periódicas del Uruguay

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

EL PERSEGUIDO<br />

39<br />

bre que cantara mejor». Y cuando lo mandaron<br />

a la frontera a pelear con los indios, supo darle<br />

trabajo a la lanza y la daga, al fusil de milico,<br />

a tanta muerte que desparramó entre los infieles.<br />

No era odio, no. Era cambiar miseria por miseria,<br />

sangre por sangre, pellejo por pellejo. Cuando<br />

pudo, se hizo desertor. No encontró a su mujer,<br />

no encontró al rancho. Solo y sin Dios, se metió<br />

en el olvido. Y ahora se despertaba, sin calor de<br />

mujer, sin gallos que cantaran al sol.<br />

Vive el gaucho que anda mal,<br />

Como zorro perseguido.<br />

Hasta que al menor descuido<br />

Se lo atarasquen los perros,<br />

Pues nuncal le falta un yerro<br />

Al hombre más alvertido.<br />

y en esa hora de la tarde<br />

en que tuito se adormece,<br />

que el mundo dentrar parece<br />

a vivir en pura calma,<br />

con las tristezas de la alma<br />

al pajonal enderiece.<br />

Bala el tierno corderito<br />

al lao de la blanca oveja,<br />

y a la vaca que se aleja<br />

llama el ternero amarrao;<br />

pero el gaucho desgraciao<br />

no tiene a quien dar su queja (1).<br />

y lo demás es osamenta y carne para el carancho,<br />

se dijo Nemesio cuando vio al hombre estaqueado<br />

que sudaba al sol. Sí, volvió a decirse, no<br />

podía dejar abandonado a ese cristiano. De todos<br />

modos, dio un largo rodeo antes de acercarse.<br />

No quería cuerpear a lo sonso y por eso rodeó el<br />

campo, como al acaso. Cuando se aseguró de<br />

que no había más hombre que el estaqueado, desmontó<br />

<strong>del</strong> caballo y fue hacia él. Un hilito de sangre<br />

le corría por la cara y cualquiera lo hubiera<br />

dado por difunto si no fuera por un quejido, como<br />

de criatura, que le salió de adentro. Se arrodilló<br />

Medina, le puso una mano en el pecho, comprobó<br />

que vivía. Despacio, fue sacando los tientos. Vergüenza<br />

tuvo el otro de que lo vieran tan mal, sin<br />

fuerzas para moverse, flojo y mojado como un<br />

trapo. Medina se lo cargó al hombro, lo puso con<br />

cariño sobre el caballo. Así anduvieron hasta que<br />

llegaron a un rancho. Allí reconocieron al paisano.<br />

Contaron a Medina su desdicha: era un tal Oviedo,<br />

hombre de las salinas, trabajador como el que<br />

más. El comisario, que le andaba queriendo la<br />

mujer, lo metió preso por vago. Manso como era<br />

el Oviedo dejó pasar el sucedido, hasta que in-<br />

(1) José Hernández: Martín Fierro.<br />

(2) Id. Id.<br />

sistió el comisario en su demanda. "No le gustó a<br />

Oviedo el cargoseo y ahí nomás le sacudió con<br />

el rebenque en las costillas. Así, fue, paisano, y<br />

doy gracias a usté de que haya salvado a un inocente»<br />

-dijo el viejo que cebaba el mate. La noche<br />

iba cayendo, linda, sobre el campo. "Cuando<br />

estaquearon al Oviedo; el comisario quiso<br />

cobrar su presa. Por suerte, un hermano de la<br />

desdichada, se la llevó a sus pagos...» Calló el<br />

viejo, y Medina ya se iba a levantar para seguir<br />

su marcha, cuando el hombre lo invitó a quedarse,<br />

a compartir su comida de pobre, como un buen<br />

cristiano.<br />

Despertó el castigado, aliviado de temor, fresquito<br />

como yerba buena. Era un mozo joven, de esos<br />

que tardan en parecer hombres, y Medina lo miró<br />

como si fuera un hijo. "Quería conocer al gaucho<br />

que me ha salvado •• -dijo Oviedo y extendió su<br />

mano que se perdió en la de Medina. Se sumó el<br />

viejo con el mate, trajo un cuchillo de monte y<br />

una daga que ofreció a los paisanos. Los caballos<br />

andaban pastando en libertad y el dia estaba lindo,<br />

como para seguir viaje. Pero ellos sabían<br />

que tenían trabajo. Los milicos ahora andaban<br />

husmeando por los ranchos para ver si encontraban<br />

al prófugo. "Acepte mi caballo», le dijo el<br />

viejo. Era un alazán apalabrado, sobado con paciencia.<br />

Subió Oviedo al alazán, Medina a su tordillo.<br />

Y allá se fueron, los dos, a buscar a los<br />

milicos. Oviedo estaba ganoso de justicia. Para<br />

Medina aquello era una fiesta.<br />

Un hombre junto a otro hombre<br />

en valor y en fuerza crece;<br />

El temor desaparece;<br />

Escapa de cualquier trampa.<br />

Entre dos, no digo a un pampa:<br />

a una tribu si se ofrece (2).<br />

Llegaron por los fondos a la comisaría. Al primer<br />

milico lo sentaron de un planazo. Callado<br />

se quedó el tero. Encontraron al comisario que de<br />

un salto sacó el arma. Tiró a lo loco. Al empezar<br />

los tiros, se arremolinó la tropa como gallaretas<br />

y allí estuvieron metiendo grito y bala, cuchillo y<br />

sablazos. Muy prolijo, Medina iba despachando a<br />

un imprudente, esquivando hojas y fogonados, medio<br />

encogido, a lo indio, casi solemne en su tarea<br />

de defenderse y matar. Más joven, Oviedo peleaba<br />

haciendo la pata ancha, buscando al comisario<br />

que ahora trataba de escabullirse en el barullo.<br />

En vano, porque ya Oviedo lo estaba ensartando.<br />

Al verlo caer, la tropa perdió coraje y se agrandaron<br />

los dos amigos. Pero Medina no peleaba de<br />

vicio, cuando se hizo un claro entre los ruidos y<br />

los muertos, hizo punta para salir. Lo siguió el<br />

otro. Galoparon hasta que se hizo noche. Se pa-

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!