mayo 1967 - Publicaciones Periódicas del Uruguay
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TRES TRISTES TIGRES<br />
35<br />
más claro que en la televisión. Se parecía a Groucho<br />
Marx, pero se veía bien que tenía de negro.<br />
"Un ruso", me dijo alguien. "Un mulato ruso".<br />
Sus ojos eran pequeños y mezquinos, también astutos.<br />
-Así que tú eres el hijo de María- dijo ahora.<br />
sin declarar nada.<br />
-Así dicen- dije yo, sonriendo. No se sonrió<br />
-Tú quieres algo.<br />
-Sí- le dije. -Quiero una orientación.<br />
-¿Cómo?- era su primera pregunta. Iba a responder<br />
cuando oí que de mi boca salía un chorro<br />
de música: violento, incontenible, rítmico. Era un<br />
rocanrol que sonaba en alguna parte de la casa,<br />
debajo de mi asiento, creo. No esperó a encontrar<br />
la fuente de la música: sabía más. Se levantó<br />
y se disparó hacia la puerta. La abrió con la mano<br />
derecha (me pregunté dónde habría dejado el<br />
papelito) y gritó, gesticulando con la otra mano<br />
y la pistola, vociferando por encima de la música<br />
que entraba por la puerta comprimiendo todo el<br />
aire contra el fondo <strong>del</strong> cuarto:<br />
-iMaga!<br />
La música seguía su ritmo ondulante, bárbaro.<br />
-iMaga!<br />
Creo que oí una voz humana por entre las guitarras<br />
eléctricas, los saxofones en celo y los aullidos<br />
de algún Elvis Presley traducido al español.<br />
-iMagalena cOÑo!<br />
La música bajó y se quedó como un fondo discreto<br />
para aquella dulce voz inocente.<br />
-¿Qué Pipo?<br />
Tan pronto como dijo Pipo supe que él no era<br />
su padre.<br />
-Esa cosa- dijo él.<br />
-¿Cuála?- dijo ella.<br />
-La música.<br />
-¿Qué pasa con la música? ¿No te gusta?<br />
-Sí vidita, pero no tan alto, plis.<br />
-y está bajito- dijo ella, siempre una voz en<br />
algún lugar de la casa.<br />
-Bien- dijo él y cerró la puerta.<br />
Volvió a sentarse y volvió a mirarme. Esta vez<br />
noté algo raro en su mirada. No raro, sino esquinada.<br />
Traté de hacerle recordar el punto en que<br />
el discurso musical sustituyó a mi nota biográfica,<br />
recordándole.<br />
-Pues sí: necesito una orientación.<br />
-Pero de qué clase-- dijo él, de nuevo apagada<br />
su voz, chata.<br />
-No sé, no sé, realmente, qué hacer con mi<br />
vida. No pude seguir en el pueblo. Allá no hay<br />
futuro para nadie.<br />
-y ¿qué vas hacer?<br />
-Eso quiero saber. Querría que usted me ayudara.<br />
Quisiera estudiar.<br />
No lo pensó mucho.<br />
-Dónde. Escuelas hay dondequiera. Qué quieres<br />
estudiar.<br />
-Teatro.<br />
-¿Actor, tú?<br />
-No, quiero ser escritor de teatro, de tevé.<br />
Dije así, tevé. Me movía el péndulo de la ilusión,<br />
entre el ridículo y el hambre.<br />
-Pero tú sabes lo que es esa vida. Hay mucha<br />
depravación. Eso no sirve para un muchacho<br />
de campo como tú.<br />
-No crea, he corrido mundo. También he escrito.<br />
Debía haberle dicho que corrí el mundo desde<br />
mi pueblo hasta La Habana, que aquí terminó<br />
mi impulso, que escribí un libro de sonetos y unos<br />
cuentos. Pero no se lo dije: el hambre no me<br />
dejó: la había aguantado bien hasta este momento,<br />
olvidada en el mediodía que cada vez se<br />
hacía más caliente dentro <strong>del</strong> cuarto cerrado.<br />
Miré de nuevo al ángel y el hambre creció. Si<br />
el libro de mazapán fuera de verdad comestible,<br />
si en vez de hojas tuviera hojaldre. Miré al ángel<br />
cara a cara. Parecía ofrecerme su libro abierto<br />
Luego lo miré a él y creí ver que sonreía. ¿El hambre<br />
beatifica?<br />
-Ah, ah s-sí- dijo y me sorprendió que gagueara<br />
en dos palabras. Había conversado conmigo<br />
todo este tiempo sin hacerlo. Me di cuenta que<br />
me tuteaba, no porque empezara a tutearme ahora<br />
sino por el cambiado tono de su voz.<br />
-Sí. ¿No vió el papel? Estaba en verso.<br />
En realidad no vió ni oyó nada.<br />
-¿Qué te parece?- me preguntó con una pregunta.<br />
-¿Qué cosa?- vagamente pensé que hablaba<br />
de la poesía.<br />
Se sonríó por primera vez.<br />
-Ella.<br />
-¿Quién?<br />
-Magalena.<br />
Me preguntaba por la muchacha: la que detonaba<br />
rocanroles arriba era la misma que se<br />
bañaba en la piscina <strong>del</strong> patio y la que buscaba<br />
algún Gabriel que debía ser el tipo de uniforme.<br />
Estuve a punto de preguntarle si era su hija, por<br />
curiosidad, para ver qué decía. No me dejé preguntar.<br />
-¿Verdad que está bien?<br />
No sabía que decir y dije lo más simple.<br />
-Sí claro.<br />
-¿Te gusta?<br />
-¿Ella? ¿A mí?<br />
¿Quién si no y a quien otro? Pero algo tenIa<br />
que decir. Lamento decir que eso fue lo que dije.<br />
-Claro, a tí. A mí me gusta mucho, claro.