mayo 1967 - Publicaciones Periódicas del Uruguay
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WOLFGANG A. LUCHTING<br />
Tiene, definitivamente, lo que se llama conciencia<br />
social; pero juzgado por su obra, Ribeyro no la<br />
toma tan en serio como los fanáticos quisieran que<br />
la tomara. Recuerden Uds. el famoso debate en<br />
La Prensa, hace varios años, en torno a Yawar Fiesta,<br />
de José Maria Arguedas, en el curso <strong>del</strong> cual<br />
se reprochó a este último el haberse atrevido a<br />
retratar a un hacendado que no era un malvado<br />
químicamente puro. El único que dijo algo sensato<br />
en este debate fue Ribeyro, al pedir tanto a los de<br />
derecha como a los de izquierda que, por favor,<br />
juzguen la novela también como novela o sea como<br />
una obra de arte. Ribeyro no es absolutista, duda<br />
de imperativos categóricos, es relativista, humanista,<br />
escéptico.<br />
La conciencia social<br />
Es notable, a mi ver, que en este campo de la<br />
conciencia social el mundo de Ribeyro y el de Vargas<br />
Llosa colindan. Compárese lo que dijo Ribeyro<br />
en ocasión de aquel debate con lo que ha dicho<br />
Vargas Llosa en Cuba sobre la tarea social <strong>del</strong><br />
escritor (Oiga, Lima 30 de setiembre de 1966, y<br />
Times Literary Supplement, 11 de agosto de 1966).<br />
Vargas Llosa rechaza las' ideologías que interfieren<br />
~oficio, con su tarea de creacíón. Ribeyro<br />
no puede soportar, estéticamente y racionalmente,<br />
aquella seriedad sin merced que trae consigo cualquier<br />
ideología, dogma o "línea». Y ambos tienen,<br />
en la literatura peruana, a un poeta que parece darles<br />
razón:<br />
/' "Diego Rivera cree que el pintor latinoamericano<br />
~ debe... combatir el imperialismo estético y, por<br />
lende, económico de Wall Street. Diego Rivera rebaja<br />
y prostituye así el rol político <strong>del</strong> artista, convirtiéndolo<br />
en el instrumento de un ideario político,<br />
en un ba~ato medio dídáctico de propaganda económica.»<br />
Estas palabras las escribió César Vallejo en "Los<br />
artistas ante la política» (Cultura, núm 27, San Salvador,<br />
1963), citado e identificado así por Stefan<br />
Baciu en Hispania, (diciembre de 1966).<br />
Sin embargo, tanto Vargas Llosa como Ribeyro<br />
son frecuentes y relativamente asiduos firmantes de<br />
manifiestos, protestas, declaraciones izquierolstas o<br />
izquierdizantes. Tengo la impresión -siempre juzgando<br />
por lo que puede desprenderse de su obraque<br />
a Vargas Llosa le molestan en los absolutismos<br />
políticos sobre todo la ineficiencia y lo que tal vez<br />
se podría llamar la falta de estética integradora con<br />
la vida real, falta de la que padecen todas las ideologías.<br />
Para Ribeyro, los sistemas, revoluciones,<br />
evoluciones y programas políticos son como la tar-<br />
jeta de aquella compañia comercial que no existía<br />
en Explicaciones a un cabo de servicio. Son manifestacíones<br />
<strong>del</strong> estar y no <strong>del</strong> ser.<br />
Los personajes centrales en la obra de Ribeyro<br />
tienen en su <strong>mayo</strong>ría la misma conciencia (en el<br />
sentido de Bewusstsein). Casi todos son productos<br />
finales de uno u otro sistema, ya sea ético, social,<br />
político o lo que se quiera. Los personajes menores,<br />
en una especie de extensión de la conciencia<br />
de las figuras centrales, frecuentemente son<br />
outsiders, rateros de muy corto vuelo -Ribeyro<br />
siente una extraña fascínación por el elemento criminal<br />
de la sociedad moderna-, rateros de toda<br />
clase o personas socialmente subprivilegiadas. Sus<br />
héroes, si héroes se los puede llamar, saben cuán<br />
efímeras son todas las aspiraciones; cuán efímeras<br />
resultan incluso sus realizaciones de tales aspiraciones.<br />
No es por nada que precisamente aquellos<br />
de los cuentos de Ribeyro en los que él intenta<br />
escribir dentro <strong>del</strong> realismo socialista, como<br />
por ejemplo en Al pie <strong>del</strong> acantilado, resultan poco<br />
logrados, en contraste con el cuento sobre la guerra<br />
<strong>del</strong> Perú con el Ecuador, Los moribundos, otro<br />
de los cuentos que, pícaramente, Ribeyro llamó<br />
Tres historias sublevantes. Esto se debe a que las<br />
motivaciones no funcionan en sus cuentos escritos<br />
dentro <strong>del</strong> realismo socialista, especialmente cuando<br />
Ribeyro trata de omitir estados de conciencia en<br />
sus héroes. Los caracteres no están redondeados.<br />
No así en los cuentos verdaderamente ribeyranos, a<br />
saber, los cuentos donde describe las contradicciones<br />
<strong>del</strong> hombre y dentro <strong>del</strong> hombre, sus inconsecuencias,<br />
sus pretensiones absurdas o justificadas,<br />
para la realización de las cuales se necesitaría<br />
una fuerte voluntad (e independencia individual),<br />
pero que en un momento dado le falla al<br />
héroe. Estos son sus mejores cuentos. Un ejemplo<br />
magnífico es De color modesto.<br />
Es interesante -y, quién sabe, simbólico- que<br />
también en la obra de Vargas Llosa uno de los<br />
temas recurrentes, casi obsesivos, es el de la educación<br />
que falló, la frustración de las ambiciones:<br />
La Selvática, en La casa verde, se va de la misión,<br />
educada por monjitas, para terminar -por motivos<br />
que a mi ver son un poco insuficientescomo<br />
pupila de la casa verde; Fushia, el gran<br />
malvado de la literatura peruana, está llevado por<br />
el río de la vida. donde ocupaba una isla, hacia<br />
el leprosario donde terminará sus días tan enfermo<br />
y moribundo como lo están los valores de la<br />
sociedad a la que el pobre aspiraba tanto, a la<br />
que tanto quería conquistar. Fushía es una especie<br />
de comerciante, de businessman, pero sin la hipocresía<br />
necesaria~ Por eso falla. En La ciudad y<br />
los perros tenemos al Jaguar, este nazi criollo,<br />
víctima -como tantos personajes en la obra de