oct. 1986 - Publicaciones Periódicas del Uruguay
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y con todo esto, que nunca acostumbro a ventilar, porque hablar<br />
en primera persona se me hace duro, no quiero o no pretendo<br />
imponer la literatura que molesta, sino y sólo sacarla <strong>del</strong> banquillo.<br />
Como los cuadros que no son para ser colgados en la pared porque<br />
no adornan, pienso que puede escribirse para compartir cosas que<br />
no levantan el ánimo, pero que igualmente funcionan como cartas a<br />
quienes no conocemos, y que en alguna medida son nuestros hermanos<br />
de sangre.<br />
Públicamente se conoce como su último opus, "El tríptico darwiniano".<br />
¿Existen otras obras acabadas o en plasmación?<br />
Este pormenor, más bien de infraestructura, se divide en dos<br />
capítulos. Primero las obras ya plasmadas y fondeadas en editoriales<br />
irresponsables, aunque formalización contractual mediante, de las<br />
que valdría más no hablar. Un libro, amén de lo bueno o malo que<br />
pueda contener, representa un entregamiento físico, horas de vida<br />
que se fueron en un pretérito absoluto y allí quedaron. No quisiera<br />
dar ni títulos ni nombres, por tratarse de un compromiso incumplido<br />
con el lector, pero yo declaro en mi descargo.<br />
Luego está siempre esa última de la que tampoco deberíamos<br />
hablar, a riesgo de que ocurra lo mismo, crear la expectativa, pero<br />
de la que quizás se pudiera dar un a<strong>del</strong>anto. Si aquélla, la sepulta o<br />
insepulta, era de 300 páginas, especie de testamento literario con<br />
que pensé despedirme, aunque está visto que los testamentos serán<br />
siempre cosas de mal agüero, ésta, por ahora llamada "Viaje al corazón<br />
<strong>del</strong> día", cierta elegía por un secreto amor, según subtítulo,<br />
sólo tiene 100, y en ella hice el vuelco de mi narrativa. La nouvelle<br />
podría servir para un teleteatro, lo reconozco, pero no sin trabajo<br />
cuidé el no caer en lo cursi como un peligro inmanente, lo que creo<br />
haber logrado. Y como detalle pintoresco debo agregar que mientras<br />
todos los días a las tres de la tarde subía hasta mis altas ventanas un<br />
"se va a acabar, se va a acabar", los dos personajes centrales de mi<br />
peripecia redondeaban su <strong>del</strong>irio amoroso sólo interrumpido por la<br />
muerte, tal como debía ser, y el que nunca me parecía lo suficientemente<br />
bien descripto. De modo que de haberse puesto en una probeta<br />
ambas cosas, la consigna popular y el amor de mi pareja, quién<br />
sabría lo que saliera, quizás un niño de dos cabezas. Pero qué lejos<br />
estoy ya de mi propio nacimiento, y cuánto ignoro si quisiera volver<br />
a nacer de la maravillosa madre que tuve, de las probetas de hoy día,<br />
de los experimentos de mañana. El oficio de arrancarse pedazos es<br />
una especie de autodemolición que sólo se percibe tardíamente.<br />
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