19.05.2014 Views

oct. 1986 - Publicaciones Periódicas del Uruguay

oct. 1986 - Publicaciones Periódicas del Uruguay

oct. 1986 - Publicaciones Periódicas del Uruguay

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

era el maníaco sexual que había dejado unos manuscritos en la Biblioteca<br />

Nacional, bajo un título y un seudónimo allá por los años<br />

50, sino lo que quizás deba ser, alguien que no tiene miedo de presentar<br />

a sus criaturas todas enteras, yeso es todo.<br />

Porque aparte <strong>del</strong> juzgamiento <strong>del</strong> sexo en sí dentro o fuera<br />

de los parámentos de la moral, hay algo más, la propia operatividad<br />

de la narración. Una novela o un cuento no son sólo expresiones pasivas<br />

de una invención. Tienen que funcionar. Y así como el gran<br />

arquitecto Le Corbusier dijera que una casa es una máquina para<br />

habitar, la narración es también cierta suerte de máquina, pero para<br />

crear sensación de vida. Y si la plenitud <strong>del</strong> amor incluye el sexo, y<br />

la entrada en juego <strong>del</strong> desamor su declinación, la novela no puede<br />

despreciarlo sin caer en riesgo de congelamiento, de pérdida de su<br />

dinámica. "Es una gran novela, me decía un muy buen lector y crítico<br />

refiriéndose a cierto producto de la generación <strong>del</strong> 45. Pero le<br />

faltó sexo. Habiendo adolescentes en la trama no se lo podía suprimir".<br />

Y tenía razón: aquí por la adolescencia como despertar <strong>del</strong><br />

potencial sexual, allá por otras exigencias de la realidad tantas veces<br />

normales, tantas aberrantes, lo sexual es tan importante en el desarrollo<br />

de la narración como lo propiamente digestivo. Yo acabo de<br />

agregar dos páginas a una novela porque en la última corrección me<br />

di cuenta de que en la casa donde se desarrollaba la acción consecutivamente<br />

no se comía. Era una estancia y la gente trabajaba, dormía,<br />

bailaba, se moría, pero no había ninguna mención de cómo se<br />

generaban las energías vitales para todo eso. Introduje entonces un<br />

almuerzo en el circunspecto comedor presidido por cierta dictatorial<br />

capataza, desde luego que un guiso de camero, y hasta el ruido<br />

de los cubieros me fue útil. Porque entró a jugar también la conversación,<br />

los misterios de las omisiones que se revelarán en una segunda<br />

parte <strong>del</strong> libro, el sonido de un reloj de cuclillo, los cuadros convencionales<br />

<strong>del</strong> entorno, etc. Lo mismo, aunque parezca no imbricar<br />

con el ejemplo ocurre con el componente sexual, pero siendo la<br />

consigna que intervenga naturalmente. Y cuando digo esto debo<br />

aclarar también lo que expresé para la nota: que el sexo se degrada<br />

en el regodeo a que es sometido por la pornografía como gran sector<br />

de la sociedad de consumo, y también en el escenario de la literatura<br />

meramente descriptiva. Razón por la cuales un arma de dos<br />

filos. Y yo creo que hasta ahora la he manejado con tino. Si acaso,<br />

ustedes dirán la última palabra algún día.<br />

¿A qué podrá atribuirse la expresión por la cual se afirmó que<br />

su obra muestra una difícil lucha con la palabra?<br />

Sí, me dijeron muchas veces, y principalmente en mis comienzos,<br />

aunque ahora ya no tanto, que se detectaba en mi literatura un<br />

55

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!