oct. 1986 - Publicaciones Periódicas del Uruguay
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pero no lo he hecho en fonna premeditada a través de estos 35 años<br />
de literatura, sino porque me hieren las vibraciones de la publicidad,<br />
las entrevistas, las mesas redondas. Y no en una postura crítica respecto<br />
a las mismas como fonnas que son de la comunicación, sino a<br />
causa de mi propia sensibilidad hiperacústica, o algo así.<br />
Vi hace un tiempo, durante un homenaje n<strong>oct</strong>urno con salvas<br />
de cañón, unos murciélagos arrojándose en vuelo ciego a contraflecha<br />
<strong>del</strong> ruido, y sólo en eso podría encontrar un símil para mi caso<br />
temperamental. Pero existe también, y aunque yo no me lo haya<br />
tampoco propuesto, una especie de reverencia ante el lector. Porque<br />
lo cierto es que cada uno se fonna su imagen <strong>del</strong> autor, y esa imagen<br />
no debería destruirse con la exhibición excesiva. Graham Greene dijo<br />
una vez en cierta entrevista muy parca pero muy contundente en<br />
las respuestas: "Un escritor debería tener una especie de sobre protector<br />
que le impidiera ser reconocido". Y daba sus razones. Las<br />
mías son diferentes: no por miedo a transfonnarse en ''vedettes''<br />
como él decía respecto a los amigos que salían en TV, sino por lo<br />
que ya he dicho, dejar libertad a la imagen de cada cual que es de su<br />
propiedad absolutao<br />
Y, ya que estamos en tren de confidencias, vaya ejemplificar:<br />
un pintor brasileño que decía haber sido discípulo de Portinari me<br />
envió cierta vez, por supuesto que sin conocenne, un retrato inventado<br />
en el que yo aparecía como autora de "La mujer desnuda", y<br />
no como una realidad más, sino como la realidad imaginaria <strong>del</strong> lector.<br />
Todavía conservo aquella fantasía <strong>del</strong>irante en la que me enajenaron<br />
de mí trasladándome a la protagonista de la novela, pero aún<br />
con más riqueza de la que yo había empleado en la descripción,<br />
pues nunca pensé en una cabellera multicolor y esa era la concepción<br />
surrealista de mi pelo.<br />
Por razones así, pues, que seguirán siendo siempre las de la sinrazón,<br />
poco dejo mi cubil por los foros literarios. Alguna vez, si acaso,<br />
admitiría la excepción que confinnase la regla, pero qué cerca<br />
<strong>del</strong> morir estaría entonces. Lo hice en 1968, cursos de verano de la<br />
Facultad de Arquitectura, en una invitación a Punta <strong>del</strong> Este, Centro<br />
de Artes y Letras, y en 1969 por la <strong>del</strong> Centro Horacio Quiroga<br />
de Salto. En el 70 le vi la cara a la muerte. No, no me convendrían<br />
más experimentos.<br />
Según María Luisa Torrens, con Solari en pintura y Armonía<br />
Somers en literatura queda revelado un rostro desconocido <strong>del</strong> <strong>Uruguay</strong>.<br />
¿Qué opina de esta afirmación?<br />
Sí, con interés y sorpresa leí yo también ese juicio al visitar<br />
una exposición y mirar el catálogo. Creo recordar que estaba seguido<br />
de un comentario sobre esas máscaras de Solari debajo de las<br />
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