oct. 1986 - Publicaciones Periódicas del Uruguay
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<strong>del</strong> tenedor de libros con su buena escolosis ornamental, es un invento<br />
más <strong>del</strong> propio ego, un cuadro narcisista que él gusta a veces<br />
presentar de sí por la pura pulsión de ser mirado como objeto aparte<br />
de los demás mortales.<br />
Hay, es cierto, constantes afloramientos de la memoria o la invención<br />
contumaces que están siempre llamando a la puerta de la<br />
conciencia. Pero quien diga yo estoy creando en forma permanente<br />
por imperiosa necesidad interior, o engaña o ha llegado a una profesionalización<br />
tan alarmante que lo transforma en un esclavo de sus<br />
automatismos, o de su ansiedad de poder. O es un Balzac, y entonces<br />
las cosas cambian. Aunque Balzac, que según se comentatrabajara<br />
hasta dieciocho horas diarias, dijese que la creación continua es<br />
una pretensión de imitar a Dios.<br />
Pero además de la importancia de perder el tiempo en cosas<br />
aparentemente extraliterarias -como el punto de cocción en que<br />
queremos nos vendan el pan, la policromía <strong>del</strong> mercado- hay también<br />
períodos de sequía interior, unas veces a causa de la severidad<br />
<strong>del</strong> entorno, otras de las variables <strong>del</strong> clima propio. Y en ambos casos,<br />
por paradoja, el proyecto puede permanecer latente, aunque<br />
afuera, es decir respirando a su modo. Narrar es en primera instancia<br />
acopiar materiales, sensaciones, situaciones, en un acto a veces involuntario<br />
de almacenamiento. Luego adviene una arquitectura que<br />
puede resultar estable o venirse abajo según la buena o mala disposición<br />
de los elementos. Y en último extremo se trata de formular<br />
una invitación a estar juntos con el lector, lo que depende de un soplo<br />
vital sin el que aquella forma pura sería sólo eso, forma, aunque<br />
con minúscula. Forma con grandes letras hubo en un Miguel Angel,<br />
en un San Juan de la Cruz, yen éste se acabó. Pero tal complejo armónico<br />
se debilita, salvo en casos excepcionales, si no cae de tanto<br />
en tanto como la lluvia mansa un tiempo neutro que en tono de<br />
Eclesiastés sería el tiempo de callar.<br />
¿Qué comentario le merece la afirmación de que cada uno lleva<br />
una novela interior?<br />
Que eso es muy cierto, y esta cuestión toca a cualquiera, todo<br />
el mundo viviente lleva una novela adentro, desde el hombre a una<br />
hormiga. La mujer que por su edad y a veces otras contingencias<br />
languidece es uno de esos terroríficos depósitos de vejez, esa mujer<br />
es, y pongo énfasis en el verbo, una novela de mucho aliento. Amó<br />
y fue amada, creó vidas, lloró muertes, hizo pan, consol{> o pidió<br />
consuelo, fue fiel, traicionó o fue traicionada, y protagonizó así lo<br />
inimaginable. Había en todo ese tránsito un material, un movimiento<br />
de desarrollo y un suspenso tales como para una novela de varios<br />
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