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oct. 1986 - Publicaciones Periódicas del Uruguay

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consciente de las mismas", (44) ¿Qué reacción adjudicar a la transferencia<br />

literaria, la cual, a falta de un interlocutor presente, puede<br />

parecer más impalpable? La decisiva sería, tanto para el autor como<br />

para el lector implicados, sentirse morir con los personajes.. En<br />

"Consideraciones sobre la guerra y la muerte", Freud nota que, en<br />

la vida cotidiana, el individuo muestra una tendencia patente a prescindir<br />

de la muerte. Pero, al contrario, busca "en la ficción, en la literatura<br />

yen el teatro" (45) un contrapeso: el lugar donde se piensa<br />

en la muerte: aunque, en este caso, bajo la protección <strong>del</strong> desdoblamiento,<br />

se trata de la muerte de los personajes. Sin embargo, gracias<br />

al traspaso afectivo por parte <strong>del</strong> autor/lector a la situación <strong>del</strong> texto,<br />

podemos postular una experiencia -que puede desembocar en lo<br />

siniestro- según la cual el individuo se sienta morir con los personajes,<br />

proporcionando así la medida cabal de su transferencia. La<br />

creencia en la ficción permite pensamientos prohibidos, los cuales<br />

repercuten en el autor o en el lector, a pesar de que se consideren<br />

desdoblados con respecto a la situación ficticia. Macedonio Fernández,<br />

en ''Para una teoría de la novela", toma en cuenta la transferencia<br />

<strong>del</strong> lector en relación al personaje cuando determina el efecto<br />

-literario o artístico- de la ficción: si el personaje puede dar la<br />

impresión de llevar una vida autónoma -de estar lleno de vida y ser<br />

capaz de morir- siendo, por otra parte, un ente inventado, entonces,<br />

lectores, "tendréis el escalofrío.de si no seréis alainversavosotros,<br />

que os creéis al contrario vivientes, un personaje sin realidad, fantasma<br />

metido en una novela: que os están leyendo en alguna muerta<br />

página". (46) Este efecto sobre el lector, el "mareo de su yo" (como<br />

lo llama Macedonio), supone la transferencia, pero a la vez, en<br />

base al desdoblamiento que condiciona la lectura, se construye como<br />

una interpretación acerca <strong>del</strong> estatuto <strong>del</strong> hablante.<br />

Debido a la disimetría de los interlocutores -o a su ausencia<br />

recíproca- la transferencia, repito, puede resolverse en interpretación.<br />

Este es el efecto catártico que Aristóteles adjudicó a la tragedia.<br />

La noción de catarsis tiene implicaciones religiosas y médicas.<br />

Para los pitagóricos deriva de la religión: es una purificación <strong>del</strong> alma<br />

a través de la armonía sonora. La analogía entre catarsis y experiencia<br />

musical recorre los diálogos platónicos. En el Fedón, Sócrates<br />

compara la filosofía con la música; (47) pero en el Sofista la catarsis<br />

es la remoción <strong>del</strong> mal <strong>del</strong> alma, análoga al arte médico en su<br />

operación con respecto al cuerpo; aquí el problema no es tanto un<br />

desequilibrio como la presencia de algo ajeno al sistema; Sócrates<br />

efectúa su catarsis dialécticamente, ~or medio de preguntas que<br />

limpian al a:ltha de falsas opiniones. (4 ) Aristóteles, en el último libro<br />

de la Política, atribuye a la música virtud catártica, induciendo<br />

la exaltación, el entusiasmo, el afecto que se quiere curar (hoy podriamos<br />

decir que opera como la vacuna en relación al cuerpo, que<br />

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