oct. 1986 - Publicaciones Periódicas del Uruguay
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abiertos, en el texto, al plano de una interpretación desinteresada,<br />
es decir que se sitúa no fuera <strong>del</strong> conflicto, pero si fuera de la órbita<br />
de un yo implicado en el combate.<br />
A través <strong>del</strong> trabajo analítico el analizando, según Lacan, termina<br />
reconociendo que su "ser no ha sido jamás sino su obra en lo<br />
imaginario y que esta obra decepciona en él toda certeza. Pues en<br />
ese trabajo que él hace de reconstruirla para otro, encuentra la alienación<br />
fundamental que la ha hecho construir como otro, y que la<br />
ha destinado siempre a ser sustraída por otro". (43) El analizando,<br />
como el escritor/lector, acabarían por descubrir que aún lo que ellos<br />
creen desear y ser, lo que defienden al defenderse, reviste el estatuto<br />
alienado de una lengua preexistente. Todo acto de lengua es un diric<br />
girse a otro con la lengua de otro: pero la disimetría entre los interlocutores<br />
-tanto en el análisis como en la literatura- permite al individuo<br />
interpretar o entender su estatuto de hablante, librándose<br />
de una identificación inequívoca y por lo tanto conminatoria.<br />
Esta equivalencia entre ambas prácticas no debe llevarnos a<br />
una asimilación fácil, o ingenua, entre la pareja autor/lector y la pareja<br />
analizando/analista. El autor se narra y se interpreta, el lector<br />
se lee y se interpreta: el intérprete es tanto el autor como el lector.<br />
El analista no es tampoco el único que interpreta, sino que, hablando<br />
en el momento adecuado y diciendo la verdad, debe inducir al<br />
analizando a que interprete su propio discurso.<br />
Para el análisis, ya lo he dicho, la transferencia afectiva entre<br />
los participantes se resuelve en el plano interpretativo. ¿Pero cuál es<br />
la transferencia que se interpreta en literatura? ¿Cómo puede haber<br />
transferencia si ni siquiera hay una relación (el interlocutor está ausente)?<br />
Tanto el autor como el lector transfieren afectos a la situación<br />
ficticia. Aristóteles reconoce el traspaso en la Poética, cuando<br />
observa que la composición trágica produce terror y compasión.<br />
Pero transferir no es identificarse con tal o cual personaje, sino hacerse<br />
cargo <strong>del</strong> argumento, de las relaciones puestas en juego por el<br />
texto. El autor y el lector fluctúan, ocupan alternativa o simultáneamente<br />
varias posiciones, una red situacional de personajes complementarios,<br />
lo cual indetermina la identidad, o vuelve ambigua la<br />
identificación.<br />
Freud asigna un síntoma a la transferencia analítica, el silencio:<br />
"Podemos comprobar, cuantas veces queramos, que cuando cesan<br />
las asociaciones libres de un paciente [en nota al pie: "Cuando cesan<br />
realmente y no cuando una sensación de displacer mueve el sujeto a<br />
silenciarlas"] siempre puede vencerse tal agotamiento asegurándole<br />
que se halla bajo el dominio de una ocurrencia referente a la persona<br />
<strong>del</strong> médico. En cuanto damos esta explicación cesa el agotamiento<br />
o queda transformada la falta de asociaciones en una silenciación<br />
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