Año 2, tomo 6 (mar. 1902) - Publicaciones Periódicas del Uruguay

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teiutah8m t^^ « Boa» J> fós tf le preteWm «teste * lo» «tóifii Wfe to» medios qÜé !6% pwaiioen, nf iM qUS «lo* ns*r»n. Para nosótn» Id maíholfca oeleste j fhtóoraéte son sinánimos. (!) ító» ¡lemortrar, < mayor abundamiento, el jaietó qiw los propfos amigos do causa del doctor Gómez tenían de él; basta re- OOrrer tas columnas de El Comercio del Plata: (*) ífsdle ignora, por otra parte, lo que era la Tribuna de BaenoB Airei. Ese diario, con que abona su tesis el joven escritor, insprat» terror. La gente se suscribía i ¿1, por miedo. Así, an- ¿Ütido lo« afioa, decayó. El desprecio publico lo envolvió. T era esa manera feroz, tigre, la que usaba Gómez en, ese diario, terror de la gente honesta. Hoy puede decirse. SI Comercio del Plata, en su época, lo dijo también, i 40 leguas de distancia. Es que jgíjjiaJ&o'niez. No sabía nada de política. Era impetnoso, audaz, poeta, literato, pero no tenia noción de la ciencia política ni económica. Era un hombre de alma romántica, como el mismo joven Onetto lo califica. Enamoraba á las hermosas damas, deleitaba con sus versos sentimentales y llamaba la atención con sus frases hirientes, pero no bacía marchar una idea sensata y jrdcttca. Era un hombre sensitivo, que hacía las 'delicias del salón. Pensaba mucho en su gloria personal. No dejó otra escuela qn« la de la literatura tigre, feroz, de aquella época, como IB calificaba entonces El Comercio del Plata. Para él no había términos medios. En sns adversarios no veía sino pilluellos ó malvados. Él era el único inteligente. A su alrededor no se aspiraba ésa atmósfera de libertad que tauto predicara. Imponía como ¿moj^jdjctadokJTenla la apostura elegante de un literato del ano 30, en el que sobresalía solamente la nota sentimental como acariciando sa melena agitada por el aura. Hijo de las borrascas, como él lo decía, sólo había aprendido á sembrar vientos para recojer tempestades. Quinteros fue sa obra moral y políti- ¿a^por

'i- i- < Tengamos mitpiílliln. no obstante, q«« ni ifln htpot-ítiM- •rente he aceptado compromisos qn« hiciesen rtala iiri ÜnttoYi&d mía vez in»t»l«do en el poder. Téngase entendido ^qae «i niereeiere el honor de ser elejido para el primer pnesto de la Bfc* pública, delante y detrás de mí sólo habría la Constitución, los BH. Cámaras y mi» consejeros responsables. R*ohararíft-.toda isflnenoia ilegitima, vinieaa dé donde viniese, fuesen cuales fuesen BUS representantes. De otro modo ¿cómo podría ytf asumir IK responsabilidad de mis actos, y ofrecer garantías ¿todos, de imparcialidad, protección y justicia ? ¿ Con- qué" objeto aceptaría un fantasma dé poder, qne me encerrarla en un círculo fatal condenándome í la esterilidad y i la impotencia ? No, es preciso que el brazo del gobierno libre y desembarazado en su acción llegue hasta donde alcance su vista : que nada ni nadie sirva de pretexto, de obstáculo para realizar el bien y evitar el mal. En honor de la verdad, debo declarar que todas las personas que sé me ban acercado y que han influido directa 6 indirectamente en mi resolución de aceptar IA candidatura que se me ofreqe, todas, sin distinción, están animadas de los mismos elevados sentimientos tan honrosos como patrióticos.» (') El elemento civil íaé el que preponderó, y cuando los que habían dado aquel consejo, violaron la ley, levantándose en armas, en rebelión, ellos, los militares qne debían respeto á la autoridad constitucional, todos cayeron sobre ellos, como sobre el enemigo común, como decía El Comercio del Plata, sin que las influencias de los generales Flores y Oribe estuvieran abí pura secundar la acción de la autoridad. Por el contrario, el uno estaba entre los rebeldes y el otro había desaparecido del escenario después de haberlo anulado el mismo seBor Pereyra, A I ~*^*¿s

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ító» ¡lemortrar, < mayor abundamiento, el jaietó qiw los propfos<br />

amigos do causa <strong>del</strong> doctor Gómez tenían de él; basta re-<br />

OOrrer tas columnas de El Comercio <strong>del</strong> Plata: (*)<br />

ífsdle ignora, por otra parte, lo que era la Tribuna de BaenoB<br />

Airei. Ese diario, con que abona su tesis el joven escritor, insprat»<br />

terror. La gente se suscribía i ¿1, por miedo. Así, an-<br />

¿Ütido lo« afioa, decayó. El desprecio publico lo envolvió. T era<br />

esa manera feroz, tigre, la que usaba Gómez en, ese diario, terror<br />

de la gente honesta. Hoy puede decirse. SI Comercio <strong>del</strong> Plata,<br />

en su época, lo dijo también, i 40 leguas de distancia. Es que<br />

jgíjjiaJ&o'niez. No sabía nada de política. Era impetnoso, audaz,<br />

poeta, literato, pero no tenia noción de la ciencia política ni<br />

económica. Era un hombre de alma romántica, como el mismo<br />

joven Onetto lo califica. Enamoraba á las hermosas damas, <strong>del</strong>eitaba<br />

con sus versos sentimentales y llamaba la atención con<br />

sus frases hirientes, pero no bacía <strong>mar</strong>char una idea sensata y<br />

jrdcttca. Era un hombre sensitivo, que hacía las '<strong>del</strong>icias <strong>del</strong> salón.<br />

Pensaba mucho en su gloria personal. No dejó otra escuela<br />

qn« la de la literatura tigre, feroz, de aquella época, como IB<br />

calificaba entonces El Comercio <strong>del</strong> Plata. Para él no había términos<br />

medios. En sns adversarios no veía sino pilluellos ó malvados.<br />

Él era el único inteligente. A su alrededor no se aspiraba<br />

ésa atmósfera de libertad que tauto predicara. Imponía como<br />

¿moj^jdjctadokJTenla la apostura elegante de un literato <strong>del</strong><br />

ano 30, en el que sobresalía solamente la nota sentimental como<br />

acariciando sa melena agitada por el aura. Hijo de las borrascas,<br />

como él lo decía, sólo había aprendido á sembrar vientos<br />

para recojer tempestades. Quinteros fue sa obra moral y políti-<br />

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