Año 2, tomo 6 (mar. 1902) - Publicaciones Periódicas del Uruguay

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118 VWi. MODERNA COSRESPONDEKCIA WPÜOMXTIOA, PRIVADA ll'ft .hoy.vasto Imperio del Brasil, puede ser que aun viva pasa saborear el gusto de la venganza y.por primera vez saberlo qqe ese placer es. . Nosotros, Lamas, so NOS HEMOS DE ENTREGAR; & lo menos, si tengo la desgracia de gobernar en momento tan aoiago ; pero es casi seguro que seremos vencidos, si una mano vigorosa no nos salva, de este piélago de infortunios y decepcione», en que nos estamos sumergiendo ha tanto tiempo. Entonces algo más qu¿ ignominia habría pnra el que estúpidamente, y sin corazón, haya estado presenciando nuestro combate, y dejado que las olas arrebaten y hagan desaparecer el dique que se oponía á" su furor. Una pona muy dura !e espera. Esto me consuela. Entretanto, repose V. en la seguridad da que el desenlace del drama sení rigorosamente arreglado á los incidentes, La. unidad de su acción no se ha do romper un momento, le digo a" V. lo que me siento capaz de hacer. Se que esto no lo comprenden esos hombres ¡! quienes la indolencia y flojedad de su carácter no les permite ver que lns grandes acciones están muy más arriba de su inteligencia; sin embargo, asegúreselos V. El pueblo que se ha batido como el nuestro: el que posee apenas nacido, una historia tan brillante, el pueblo que tiene, en fin, el sentido orgullo de lo que vale y de lo que puede ser, dígales V. que no se entrega jamás.... ;Qné reputación tan merecida la de esa potro gente! ¿ Hay nada ni;!? expresivo, de lo que vale, qne la paralización de sus resolución"*, que la duda de que tendamos coraje para hacer pal tur la República antes o¡us entregarla á nuestros enemigos? ¡Que kl»a= tienen del honor y del patriotismo'.'. «Si no podemos contar contigo, no entremos á defen- « demos, dejaremos que. nos despojen basta d" ¡a camisa. » ¿ Es otra cosa c=o de c .-o.-t'?n;¿ii-.-> la plaza si su- defensores no quieren ciitrognr^c- ? ¿ No i.nporta est >. e,-t) otro r porque, sin ellos, es arriesgado desafiar l,i cólera .loí yeo-ino ? > ;Y quién así es capaz de discurrir: quien es capaz de consignar semejante pensamiento de una manera oficial ¿qué liay que extrañar que no conozca. ni pueda atemperarse ti la atmosfera de los sentimientos elevad.-", y qm; vea a lr.« otros hombres por el prisma de lo que él e-? ¿ qué extraño que esc hombre crea fir- 'memento qne los qne pertenecen á nuestra clase y tienen ptír garantías los antecedentes que nosotros tenemos, son capaces de traicionar y entregarse á .Rosas. Confieso á V. que nada hay que me haya llegado más al alma, que la revelación que V. me hace de que aquella hipótesis está oficialmente consignada en laa órdenes dadas á Pontes. ¡ Qué torpeza! pues qué ¿el Brasil, que según V. me dice tiene la íntima convicción que es inevitable un rompimiento con Rosas, viene por nosotros ó por é\ ? ¿Si esc rompimiento tiene lugar nada le importa el concurso de aliados como nosotros? ¿nada que esta plaza sea de su enemigo? ¿nada que todo el Estad.) Oriental,se incorpore IÍ ellos? ¿nada, en Tin, que Rosas aumente su poder, con todo lo material y moral, que ese triunfo le daría? Olí, cuando eato he visto, crea V. Lamas, he llegado hasta formar la resolución do retirar la Legación, y ceder así IÍ las reiteradas instancias, que ha tanto tiempo me atosigan, apoyadas, solo, en lo que hoy so ve. El temor de una precipitación, que en política es siempre lo qne mis temo, es lo única que me ha contenido, pero no dudo que el pensamiento me ha venido, por primera vez, y esto en mí, es mucho. Usted lince falta aquí: el dinero que ahí empleónos, lo necesitamos mucho, para mantener lo que, únicamente sostiene, y es la esperanza de nuestra existencia, ¿a qué, pues, tanto sacrificio? Nosotros caeremos pero nuestra caída llevará consigo ;í ese Imperio. Veremos entonces, para quien es niavor ese mal. Kn esta disposición de espíritu ¡u. estov apto para inibliu 1 á V. de los asuntos con ese Estado. No lo extrañe, pues. Tampoco, poi esta ríizóu. he vi^to ií Pontes. Decidido ;í todo, he preferido pagarle una nota, liaekndo mérito de lo que me eoinunicíi, como de rumor ¡(nja.'i mí n'Ai':it;í habilitado para fundar los juicios y creencias de su gobierno, Le daré íí V. conocimiento del resillado. De Europa m\da sabemos. Buenos Aires está en un grado de prosperidad que ¡i todos pa-inn. Su aduana (¡¡ó el mes pasado ; 600 mil pesos platal Esto continua en una tranquilidad y

«ODB&KA sosiego admirables. No tema V. que & altere. Aeabaiuo» de celebrar, cojno ya dije ¡i V., el contrato de víveres por 6 meses, i precios «corrientes de plaza y por un» comisión de 7 V» íobfie í aquel valor, que es lo que retira el proveedor.» Esto le explicará el estado de crédito y confianza en que está 1 la adininistraeián. Los empresarios son varios comerciantes, pero Jacobo Várela es el que da la cara. Autoniui quedó fuera. Olvidaba prevenir A V. que lo que ha dicho al Presidente, sobre Melchor, le ha hecho A éste inmenso nial. Ello ha despertado susceptibilidades que estaban adormecidas y lo han colocado en una rnala posición. A esto agregue V. que la noticia de la reñida de Pacheco, ha conmovido y agitado á esta población, de un modo bastante serio. Al Presidente se le ha rodeado, se le ha instigado; so La hecho, cuanto se ha podido, para irritarle y arrancarle una ordeu de prohibición, que impidiese la bajada ti tierra de Melchor. Afortunadamente todo ha sido inútil. Él ha persistido en ser consecuente, con lo acordado el 21 próximo pasado, pero vivamente ofendido de lo que V. le dice. Melchor sería miís útil en Río Grande al frente de la emigración, y, á él, le convendría unís por lo presente y para lo futuro. Aquí el gobierno y sus amigos lo piensan así. Continuará.) MANUEL HEKKEBA Y OBES. REVISTA DE REVISTAS REVISTA NACIONAL (Buenos Aires — Febrero de 1902.) AMERICANAS El pabellón chileno — ¿ Quién es el autor ? (de El Educador, de Santiago de Chile.) — Pocos podrían contestarlo. Después de la bandera de los Carreras — enseña de caudillo — amarilla, blanca y lacre,— vino la bandera de O'Higgins, la de la patria nueva, lacre, iizul y blanca, insignia con que pascó Cockrane por el Pacífico y que llevaron los chilenos en las campañas del Perú y Cliiloé. Para contestar ú la pregunta de quién fue el autor de e>ta bandera, dice el escritor que, gobernando el año 18 6 19 en Valparaíso don Francisco de la Lastra, dijo en cierta ocasión a su íntimo amigo don Gregorio Audi'a y Várela : — « Hombre, puede decirse que todavía la nación no tiene un pabellón propio » — y le invitó para hacer entre los dos una bandera, dibujando por su cuenta cada cual varios diseños. Aceptada la comisión Andía púsose en seguida á la obra. Cinco días después, cotejando los diseños, ninguno llenó lo que buscaban. Sobresalieron sin embargo los de Andía, en los cuales había combinado los colores de la actual bandera, agregando unas cuantas estrellas que represen, taban las provincias en que se dividía entonces la República. — De la Lastra dijo al verlos que eran muy buenos poro que les encontraba el defecto de asemejarse mucho A la bandera norte-americana. Acordaron hacer otros dLseños, y entonces don Gregorio, visitando á un nííutico amigOj pidióle una noche que le enseñara la Estrella dui Sur. La observó Andía en silencio, cuando se la hubo mostrado. A! día siguientu volvió de la Lastra con SUÍ diseños, y Andía mostróle el suyo, el mismo que había gustado al gobernador, pero llevando en

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.hoy.vasto Imperio <strong>del</strong> Brasil, puede ser que aun viva pasa<br />

saborear el gusto de la venganza y.por primera vez saberlo qqe<br />

ese placer es. .<br />

Nosotros, Lamas, so NOS HEMOS DE ENTREGAR; & lo menos,<br />

si tengo la desgracia de gobernar en momento tan aoiago ; pero<br />

es casi seguro que seremos vencidos, si una mano vigorosa no<br />

nos salva, de este piélago de infortunios y decepcione», en que<br />

nos estamos sumergiendo ha tanto tiempo. Entonces algo más<br />

qu¿ ignominia habría pnra el que estúpidamente, y sin corazón,<br />

haya estado presenciando nuestro combate, y dejado que las<br />

olas arrebaten y hagan desaparecer el dique que se oponía á"<br />

su furor. Una pona muy dura !e espera. Esto me consuela. Entretanto,<br />

repose V. en la seguridad da que el desenlace <strong>del</strong> drama<br />

sení rigorosamente arreglado á los incidentes, La. unidad de su<br />

acción no se ha do romper un momento, le digo a" V. lo que me<br />

siento capaz de hacer. Se que esto no lo comprenden esos hombres<br />

¡! quienes la indolencia y flojedad de su carácter no les<br />

permite ver que lns grandes acciones están muy más arriba de<br />

su inteligencia; sin embargo, asegúreselos V. El pueblo que se<br />

ha batido como el nuestro: el que posee apenas nacido, una<br />

historia tan brillante, el pueblo que tiene, en fin, el sentido orgullo<br />

de lo que vale y de lo que puede ser, dígales V. que no<br />

se entrega jamás.... ;Qné reputación tan merecida la de esa<br />

potro gente! ¿ Hay nada ni;!? expresivo, de lo que vale, qne la<br />

paralización de sus resolución"*, que la duda de que tendamos<br />

coraje para hacer pal tur la República antes o¡us entregarla á<br />

nuestros enemigos? ¡Que kl»a= tienen <strong>del</strong> honor y <strong>del</strong> patriotismo'.'.<br />

«Si no podemos contar contigo, no entremos á defen-<br />

« demos, dejaremos que. nos despojen basta d" ¡a camisa. » ¿ Es<br />

otra cosa c=o de c .-o.-t'?n;¿ii-.-> la plaza si su- defensores no<br />

quieren ciitrognr^c- ? ¿ No i.nporta est >. e,-t) otro r porque, sin<br />

ellos, es arriesgado desafiar l,i cólera .loí yeo-ino ? > ;Y quién<br />

así es capaz de discurrir: quien es capaz de consignar semejante<br />

pensamiento de una manera oficial ¿qué liay que extrañar<br />

que no conozca. ni pueda atemperarse ti la atmosfera de los<br />

sentimientos elevad.-", y qm; vea a lr.« otros hombres por el<br />

prisma de lo que él e-? ¿ qué extraño que esc hombre crea fir-<br />

'memento qne los qne pertenecen á nuestra clase y tienen ptír<br />

garantías los antecedentes que nosotros tenemos, son capaces<br />

de traicionar y entregarse á .Rosas. Confieso á V. que nada hay<br />

que me haya llegado más al alma, que la revelación que V. me<br />

hace de que aquella hipótesis está oficialmente consignada en<br />

laa órdenes dadas á Pontes. ¡ Qué torpeza! pues qué ¿el Brasil,<br />

que según V. me dice tiene la íntima convicción que es inevitable<br />

un rompimiento con Rosas, viene por nosotros ó por é\ ?<br />

¿Si esc rompimiento tiene lugar nada le importa el concurso de<br />

aliados como nosotros? ¿nada que esta plaza sea de su enemigo?<br />

¿nada que todo el Estad.) Oriental,se incorpore IÍ ellos?<br />

¿nada, en Tin, que Rosas aumente su poder, con todo lo material<br />

y moral, que ese triunfo le daría? Olí, cuando eato he visto,<br />

crea V. Lamas, he llegado hasta for<strong>mar</strong> la resolución do retirar<br />

la Legación, y ceder así IÍ las reiteradas instancias, que ha<br />

tanto tiempo me atosigan, apoyadas, solo, en lo que hoy so ve.<br />

El temor de una precipitación, que en política es siempre lo qne<br />

mis temo, es lo única que me ha contenido, pero no dudo que<br />

el pensamiento me ha venido, por primera vez, y esto en mí, es<br />

mucho. Usted lince falta aquí: el dinero que ahí empleónos, lo<br />

necesitamos mucho, para mantener lo que, únicamente sostiene,<br />

y es la esperanza de nuestra existencia, ¿a qué, pues, tanto sacrificio?<br />

Nosotros caeremos pero nuestra caída llevará consigo<br />

;í ese Imperio. Veremos entonces, para quien es niavor ese mal.<br />

Kn esta disposición de espíritu ¡u. estov apto para inibliu 1 á<br />

V. de los asuntos con ese Estado. No lo extrañe, pues. Tampoco,<br />

poi esta ríizóu. he vi^to ií Pontes. Decidido ;í todo, he<br />

preferido pagarle una nota, liaekndo mérito de lo que me eoinunicíi,<br />

como de rumor ¡(nja.'i mí n'Ai':it;í habilitado<br />

para fundar los juicios y creencias de su gobierno, Le<br />

daré íí V. conocimiento <strong>del</strong> resillado.<br />

De Europa m\da sabemos. Buenos Aires está en un grado de<br />

prosperidad que ¡i todos pa-inn. Su aduana (¡¡ó el mes pasado<br />

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