Año 2, tomo 6 (mar. 1902) - Publicaciones Periódicas del Uruguay
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podrían oonvencerse de suneoesidad y qae el propendaHa, ea<br />
cuanto fuera posible, i realizarlo oon el honor ydeeoro ai» correspondían<br />
y había sabido sostener. Este ponto de ráta en el<br />
que debía servir de base para entablar raí relacione*. En necesario<br />
defenderlos de un enemigo oomún. Los habitante* de esto<br />
territorio, declaraba el Cabildo, ocupados en lagaern,'a»pueden<br />
<strong>del</strong>iberar, por ahora, el modo en qae la unión deba verificarse, ni<br />
nosotros podemos disponer de sus principales derechos; sin embargo,<br />
procuramos auxilios para batir i un extranjero cuyas<br />
miras se manifiestan, y, probablemente, se suponen extensivas i<br />
todos los que defendemos la causa de la libertad y sostenemos sus<br />
principios. Todo dependía <strong>del</strong> interés de que se le supusiera dotado<br />
al señor Pueyrredón para concurrir á la guerra. De aquí qae<br />
9l Cabildo terminara su nota con esta hermosa y levantada<br />
'-ase: t Si ella puede perjudicar el sistema que ese Gobierno<br />
f<br />
«tiene, nuestras tropas deben considerarse la vanguardia de las<br />
e V. E., nuestros esfuerzos el ante mural de los de esos Puelos;<br />
cualquier mal resultado de las primeras es una desgracia<br />
jara las segundas; pero, si esto no es así, ¡si el sistema da las<br />
¡Provincias unidas es diferente, aclare V. E. sus ideas y fije naa<br />
«pintón cierta, porque en efecto es sorprendente la indiferencia<br />
lostenida basta ahora y la resolución adoptada que se infiere <strong>del</strong><br />
lontexto de su oficio. So es creíble que pueda V". E. preferir<br />
a pérdida de esta interesante Plaza y su hermoso territorio i<br />
mnos de un extranjero, que casi indudablemente intentará dolinar<br />
A los demás, al deber de concurrir á rechazarlos. » Así el<br />
'abildo incitaba al señor Pueyrreddn á que meditara las couseuencias<br />
de la apatía, rogándole no dejara pasar la ocasión y tierao<br />
en que los esfuerzos fueraa comunes, esponiendo los trabajos,<br />
icrificios y sudores de los Pueblos que presidía, prodigados<br />
eteaños eon tanta liberalidad para libertarse de un yugo como<br />
que los amenazaba. ><br />
XIV<br />
I No menos insistente era la argumentación <strong>del</strong> señor <strong>del</strong>egado<br />
prrejro. Él no vela otro medio, para sofocar las desconfianmmmm<br />
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eiigfan'demasiado, cuando la exigencia grande de las drdonstanclas<br />
era batir al enemigo, -sin dar importancia dé primen'<br />
entidad i cuestiones enteramente accidéntales. Consideraba un<br />
pretexto 10 que él sefiórPueyrredóValegaba, desde qne ¿I mismo<br />
ya habla declarado al general portugués que las disidencias entre<br />
los Orientales y el Directorio no debilitaban el enlace comfinde<br />
ambos pueblos para defender su Libertad. No veía en su actitud<br />
más que el interés particular de la incorporación de la Provincia,<br />
lo que, decía con gran habilidad y acierto, sería cabalmente<br />
lo que, para protegernos, eligiría cualquier nación extranjera. Y<br />
con no menos dialéctica agregaba que si los Orientales constituían<br />
una nación diferente, asimismo debían proporcionárseles<br />
los auxilios espontáneamente, aún cuando no los solicitasen, porque<br />
á todas las demás Provincias interesaba el buen suceso de<br />
la defensa de aquellos. Pero, agregaba oon toda sinceridad internacional<br />
: c además nunca puede darse á la disidencia otro<br />
carácter qúeel de accidental, siendo muy claro que jamás nosotros<br />
podríamos caer en el <strong>del</strong>irio de qrtsrer constituir solos una<br />
Nadan. » Era noble y sincera, como se ve, la declaración que<br />
hacía, nada menos que el <strong>del</strong>egado <strong>del</strong> general Artigas, él señor<br />
Barreyro. Él reconocía que los Orientales no podían constituir<br />
solos una Nación: que necesitaban el auxilio de sus hermanos<br />
para hacerlo. Y esto, que en 1816 declaraba el señor Barreyro,<br />
con tanta elevación de alma y con el criterio firme que lo distinguía,<br />
sería una clarovidencia de su espíritu nutrido por la ciencia<br />
y la experiencia. Andando los años, los Orientales constituirían<br />
la Nación, en Ituzaingó, por el esfuerzo común <strong>del</strong> pueblo argentino,<br />
en cuyo momento los Balcarce dirían, con fundamento, que<br />
ellos tenían plena conciencia, formada al contacto de los sucesos<br />
y con los documentos ala vista, deque la Independencia Oriental<br />
había sido una aspiración constante de la Provincia que así dejaban<br />
constituida desde 1828 en a<strong>del</strong>ante. El señor Barreyro<br />
decía al señor Pueyrredón que esa última reflexión debería bastarle<br />
para que se interesase en nuestra conservación, pues así<br />
colocada la cuestión se convencería de que, 6 no había razón para