Año 2, tomo 6 (mar. 1902) - Publicaciones Periódicas del Uruguay
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VIDA MODERNA<br />
CORRESPONDESBriDmxhttálCA., 109<br />
de las revelaciones de V., haoerlos jueces de mi permanencia<br />
6 separación <strong>del</strong> puesto que tengo, pues que yo veo y aprecio<br />
las cosas hoy, en las circunstancias especialísiinas do este pueblo<br />
y con el conocimiento que creo tener de sus condiciones dominantes,<br />
de distinto modo qne Vd. ? No: de ningún modo!<br />
Además, Vd. decía lo mismo al Presidente y esto mismo me<br />
exoneraba de la reserva, que, en otro caso, y sólo por V., hubiera<br />
guardado. Todo, pues, lo dije: mejor dicho, todo lo que V.<br />
me dice en sus cartas se los lie leído; y aseguro á V., Lamas,<br />
que después lo he sentido. Yo le aconsejo, por esta razón, que<br />
esoriba al Presidente deshaciendo la malísima impresión que<br />
lo ha hecho su carta.<br />
Vd. debe una osplicación ó una reparación, muy formal. El<br />
está muy ofendido.<br />
Crea V., mi amigo: su corresponsal le ha engañado <strong>del</strong> modo<br />
más desleal y'pérfido. La pintura que hace á V. de esto,<br />
abusando así de la confianza que V. le dispensa; su conocida<br />
intención, su exageración, el embuste, la calumnia, la difamación<br />
que brota de cada una de sus palabras, muestran qne<br />
ese individuo es un enemigo que se pasea entre nosotros con<br />
dos caretas. No lo dude V.: sólo así se explica tanta barbaridad<br />
como ha escrito. ¿Qué no daría Oribe por tener esas<br />
caltas? Ellas son uu hermosísimo coro para el Defensor. Aquí<br />
todos lo han juzgado así, y por eso todos le hacen ¡í V. el<br />
cargo de haber ocultado su nombre, aunque no hubiera sido<br />
más que para que se le vigilase; y yo soy uno de ellos. Mi<br />
opinión es que V. ni como amigo nuestro, ni como funcionalío<br />
publico, lia podido ni debido guardar aquel secreto, y,<br />
mucho menos, cuando V. dice: * sé: me consta que están<br />
« Vds. á riesgo de perder el apoyo de los nacionales, por-<br />
* que esto importa decir: se', me consta que se conspira, que<br />
t se trama un atentado contra el orden publico y la seguridad<br />
« de la defensa : tengo de ello las pruebas, pero, no las quiero<br />
< decir, » y V. ve si esto le es permitido en ningún sentido-<br />
Cuando digo á V. esto creo inútil justificarme ni prevenir<br />
la inculpación de qne es el resentimiento de mi amor propio<br />
el que me hace hablar así.<br />
V. toe conoce demasiado para que yo dude do la justicia<br />
qna V. mé hace á este respecto.<br />
Además, todo lo que contra mí dicen aquellas cartas, es tan<br />
absurdo, tan notoriamente calumnioso, tan contrario á lo qott<br />
todo, él mundo sabe y conoce de mí, que sería suponerme e]<br />
más necio y el más pequeño de los hombres, si ello hubiera<br />
merecido siquiera lla<strong>mar</strong> mi atención. Hay ciertas cosas que<br />
en si mismas tienen su mejor disolvente, y la calumnia es<br />
una de ellas. Al revés <strong>del</strong> proverbio común, siempre he creido<br />
qué la calumnia sobre hechos conocidos es como la luz<br />
de la exhalación: tras de sí nunca deja rastros, y su instantáneo<br />
brillo sólo sirve para fijar la atención de la contemplación<br />
de <strong>mar</strong>avillas que hasta ese momento "pasaban inapercibidas.<br />
A mis detractores, contesto con mi vida pública y privada.<br />
Ella me coloca en donde, como hombre de moralidad, la calumnia,<br />
por bien que apunte, jamrfs me herirá.<br />
Le han engañado, pues, y lo que es peor, con dañada y conocida<br />
intención. Sírvale á V. de lección. No olvide, nunca, que los fenómenos<br />
de las pasiones son siempre los mismos: siempre basados<br />
en la locura y la' maldad. Al ver V. la virulencia de los ataques<br />
que se me dirigían, sin m:!a que esto V. debió reconocer luego que<br />
lo que esas cartas decían no eran m¡ís que los desahoga de la más<br />
encandecida animosidad. Poco importaba sn uniformidad: ella era<br />
natural. La administración tiene enemigos, y muchos; porque<br />
aunque fuese la más perfecta, desde que ha tenido que atravesar<br />
un período tan difícil, en que todo era excepcional, sus enemigos<br />
naturales han debido reforzarse con los resentidos, los<br />
descontentos y con cuantos ha sido preciso chocar. ¿Qué exextraño<br />
es, pues, que sus diatribas se entonasen en el mismo tono<br />
y el mismo diapasón ? Lo contrario hubiera sido lo raro. Líi<br />
verdad es que la situación es muy mala; pero la situación política<br />
y no la especial de la administración. Y ¿'aquello es culpa<br />
nuestra? ¿se puede remediar? ¿Comprende V. lo que dejan<br />
tras sí 6 años de miserias, sacrificios, decepciones y sufrimientos<br />
de todo género? Si V. lo comprende, saoaiá de este dato<br />
buenas pruebas de lo picaro y malo que tiene 1 aquella correspondencia.<br />
Crea V., mi amigo: el Gobierno tiene la confianza pú-