Año 2, tomo 6 (mar. 1902) - Publicaciones Periódicas del Uruguay

94 . VIDA MODEHKA
vnlgo al pajarillo-obrero-: que sabe santificar las fiestas, ó más
propiumente, que guarda el santo domingo.
Hay, puea, sin duda alguna, aves que son curiosísimas en su
manera de anidar; pero ninguna como el flamenco.
Esta palmípcda ó nadadora? de cuerpo pequeño y escuálido,
pico muy ancho y anguloso, cuello larguísimo y tarsos tan endebles
como elevados, es rara en todo, y mucho miís en lo que
4 su nido, y modo de posarse en él, se refiere: en un promontorio
cualquiera de tierra, en las riberas, islas, bajíos, etc., y en
lo más alto del terromontero elegido, que á veces el ave forma de
barro
El notable naturalista Claus, hoy generalizado entre nosotros,
considera al flamenco propiamente nadador, incluyéndolo por lo
mismo en el orden respectivo, fundado quizá, en que, desde mucho
antes, otros zoólogos habían observado que este animal
se asemeja á los anátidas, no solo en las láminas denticulares
del pico, y membranas natatorias perfectas, sino también en la
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estructura dol tubo digestivo y de algunos huesos del esqueleto.
Se verá pues, que no obstante los característicos caracteres
organográficoe que acaban de indicarse, últimamente relacionados
con lns aves del agua, asimismo con garanto ó sin él, el
flamenco es la incógnita, la X de la clase plumífera.
Y con fundamento; — pues ninguno de sus afines tiene eonillas
tan largas, es dcoir, tibias; y tarzos que constituyen
patas tan propiamente gratarías; adoptando á la vez la posición
que tienen los miembros inferiores de las zancudas, y discordando
por lo mismo, en un signo peculiar de las nadadoras
: la colocación de sus remos, la que no guardan por cierto,
los pies palmeados del fenicóptero.
Los miembros del flamenco' son típicamente variantes; pues
esta ave palúdica patina, en vez de remar, y cuando por incidencia
nada ? lo hace en extraña actitud.
Tal intríngulis existe á este respecto, eu cuanto á este huraño
habitante, aunque abundante, de las riberas palustres de
Sud América que bien se explica la siguieute anédocta: un
reputadísimo vate argentino, dijo, más ó menos, en un verso;
« El fiammeo nadando tn la laguna . . . »
Un periodista chichón más partidario, consciente