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Año 2, tomo 6 (mar. 1902) - Publicaciones Periódicas del Uruguay

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VIDA MODEBITA<br />

fúnebres. Los ilustres desconocidos siempre tienen que' IJonar<br />

una necesidad mis en su parasitaria vida, y la satisfacen en los<br />

velorios, parodiando á aquel tan célebre quatorxüme de los banquetes<br />

parisienses, que saciaba sus afanes de vividor en las mesas<br />

de un botel ó de un salón, cuando la casualidad reunía á<br />

trece estúpidos supersticiosos. Todas las mañanas — cuando no<br />

aun dormido en la fonda de los vigilantes — vanó leer los diarios<br />

á la puerta de las imprentas en busca de anuncios mortuorios,<br />

con el objeto de prepararse el itinerario de las maniobras.<br />

Algunos, menos previsores 6 más analfabetos, así como empieza<br />

i oscurecer se pasean por esas calles de Dios á la pesca de<br />

lutos en los picaportes y escriben en la memoria la dirección de<br />

Ja casa, cuando su anémica felicidad los pone fíente a" uno de esos<br />

trapos de muerte. Teniendo bien estudiado «I lugar hacia donde<br />

deben dirigir sus golpes, se ponen con mucha anticipación una<br />

corbata negra y alquilan un poco de palidez para sus caras: de<br />

este modo se presentan en el velorio. Abren sigilosamente la<br />

puerta; pasan de largo el corredor con el sombrero en la mano,<br />

sin mirar para la sala en donde ríen los llorones y van como<br />

balas á la biblioteca (así llaman al comedor) á conquistar más<br />

títulos para su envenenada erudición. No leen más de cuatro 6<br />

cinco páginas — de esas que hablan al buche, no al cerebro — y<br />

salen en seguida, recorriendo el mismo camino en sentido inverso,<br />

sin hacer caso <strong>del</strong> íntimo, abnegado y fiel como de costumbre,<br />

que está esperándolos al lado de la mesita vestida de ceremonia<br />

para propinarles el sermón de <strong>mar</strong>ras. Xada ! So está en<br />

el programa de acción de los ilustres desconocidos esta triste<br />

manera de perder el tiempo: es corta la noche para lo que se<br />

puede ligar en otro velorio !... Y en los demás hacen lo mismo :<br />

entran, leen y se van. Cuando termina la noche ha sido tanta la<br />

lectura, que, rendidos por el cansancio, oscurecida la vista, sudorosos<br />

y <strong>del</strong>irante.?, el cuerpo magullado por los violentos castigos<br />

<strong>del</strong> gigante Vicio, se duermen en el umbral de la primera<br />

puerta que les brinda su colchón de mármol ó realizan el epílogo<br />

de su odisea do borrachos erudito.? en la pieza oscura v iin confort<br />

que so alquila en tojas I;H comisarías.<br />

Cuatro ó cinco ilii.it/ri desconocido* de la familia de don Fa-<br />

GEBOGfiFICOS 81<br />

cundo que entraron A la casa mientras yo uto dutÜcabn ul estudio<br />

de la concurrencia, no estuvieron dentro in¡ís de diez<br />

minutos; pero me fue suficiente verlos para reconocer en ellos<br />

á unos celebérrimos sujetos aficionados al trabajo santo y remunerador<br />

de vivir de lo ajeno, trasformados en colegiales de<br />

la miís absurda escuela <strong>del</strong> comunismo. Estos nenes, que no<br />

tuvieron nunca necesidad de seguir los sabios preceptos de<br />

Edmundo Dcmolins para Iiacer3e de tuertos muacalos, comen" y<br />

beben con lo que sacan de otros bolsillos, y no tienen de los<br />

anglo-sajones otra cosa que el placer de jugar al football; con<br />

la única diferencia de que siempre que juegan, la moral oficia<br />

de pelota—lo (¡ue constituye una particular aplicación <strong>del</strong> bírbaro<br />

entretenimiento de los ingleses. Seres privilegiados, refinan<br />

las razas, y de ese especial mestizage es la carne con que<br />

colina sus voraces apetitos el HoliogAalo de las Penitenciarías.<br />

¿Sera" porque viven tan abajo, que esos individuos quieren que<br />

todo les venga de arriba ?....<br />

Detrás do eso» compadres salimos nosotros, también curiosos,<br />

pero al fin amigos de don Facundo. Mi secretario, ocupado en<br />

la tarea de encender un cigarrillo, arroja al suelo el fósforo y<br />

á la cara de una buena parte de la sociedad, en que desgraciadamente<br />

nos movemos, esta triste verdad, que sale de sus<br />

labios envuelta en caprichosas volutas de humo: « ¡ Muerte !...<br />

Cómo" ridiculiza tu imponencia la miseria de ciertas vidas!»<br />

VIDA MODESXA.— T. VI.<br />

FE. ALVARO DIEZ.

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