Año 2, tomo 6 (mar. 1902) - Publicaciones Periódicas del Uruguay

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8* Uoa, pues, iadbftthsabb, I» supresión del sello de $ 100.
Baste para ello un Bfmpl* deereto interpretativo del Gobierno,
pue* t»mo ya se ha dicho, lw {Mentes están sujetas i dereobbs
fijos de anualidad.
Con esta medida tan justa como necesaria, se expedirán por
año las patentes á centenares, mientras que ahora solo alcanzan
i insignificante número; y aun teniendo en cuenta la renta, que
es lo menos que debe preocupar al Gobierno, tratándose de industrias
que pueden traer al país capitales y utilizar brazos, las
entradas serían grandes y el resultado mayor, dentro de una
amplia liberalidad.
Para la expedición de la patente, todo .podría concillarse, haciendo
que el título en que se extendiera llevara un sello de
$ 1, el mismo que indica el artículo 19 de la ley para la presentación
del escrito solicitando la propiedad del invento.
Hagamos í'hora, antea de terminar, un poco- de estadística
comparada, en abono de nuestra tesis. En el bienio de 1900-
1901, se otorgaron 15 patentes de invención, produciendo el
sello de 100 pesos un total de 1,500 pesos en el trascurso de
los dos años.
En el mismo espacio de tiempo se han acordado en !& República
Argentina más de 500 patentes, de las cuales un 80%
son de origen extranjero, y que indudablemente se hubiesen revalidado
aquí, si no fueran los derechos prohibitivos que les
imponemos.
400 patentes A 25 pesos anuales, suman una renta de 20,000
pesos, contra los 1,500 pesos que hemos obtenido con el erróneo
impuesto del sello. Resulta, pues, que el sello de 100 pesos es
contraproducente, sí la razón que se tiene en vista para sostener
este enorme impuesto, es la de mantener la renta.
En la Argentina se pagan alrededor de SO pesos oro por una
patente de 10 aüos. Xosotros cobramos 225 pesos por una de
9 afios, sin contar el sello de los 100 posos. Y hay que advertir
que todavía nuestros vecinos se quejan de lo caro del impuesto.
En los Estados Unidos se cobra casi por una patente de 17
años, y en Francia por una de 15, lo que nosotros percibimos por
una sola anualidad.
No tengamos la pretensión de querer rivaluar con la enorme
Eepflblica del Norte, — en liberalidades que no pueden sernos
permitidas ano, — pero tratemos de aproximarnos en lo que humanamente
sea posible, pues si bien es cierto que el camino del
progreso no se anda & saltos, una vez dado el primer paso, los
que siguen parecen menos difíciles, cuando nos anima una voluntad
firme.
Ya que los impuestos de patentes son caros, — y mientras la
reforma de la ley no I03 abarate, — empezemos por no echar
piedras en el camino i. los inventores, siu una razón legal que
lo justifique.
En tal sentido, se impone como consecuencia lógica de lo expuesto,
— la supresión del sello de 100 pesos, — que puede hacerse
por medio de un simple decreto gubernativo, pues la razón
de este impuesto, — lo hemos probado hasta el cansancio,
— es una mala interpretación de un artículo de la ley de timbres
y papel sellado, que se aplica arbitrariamente i. las patentes de
invención.
La medida indicada puede tener alguna resonancia en el exterior,
entre el gremio de los inventores ó de los que apliquen
nuevos medios para obtener un producto industrial desconocido,
puesto que el 80 °/o ^e
' as patentes que se expiden son revalidaciones.
Abrigamos la esperanza de que, tratándose de algo que consulta
intereses generales, — y en que los beneficios pueden repartirse
por igual entre el fisco y los contribuyentes, — pronto
se realizará la reforma, insignificante si se la compara con los
magnos proyectos financieros resueltos por el actual Gobierno,
— cuyo paso en la administración publica se ha señ»lado por
mejoras y progresos de verdadera importancia nacional.
EICAEDO SÁNCHEZ.