Año 2, tomo 6 (mar. 1902) - Publicaciones Periódicas del Uruguay

VIDA l\!ODERNA
un terreno joven en qne aumentarían y se multiplicarían, casi
como por generaci6n espontánea.
. Desde nuestro período colonial somos genuinamente guerreros.
y así continuaremos siéndolo á no guiarnos la raz6n, por las
sendas inexploradas del trabajo que dignifica y que constituye
la riqueza, iniciándonos en una vida nueva, de regeneración nacional.
La institución de la guerra, la solución de todos los conflictos,
nacionales 6 internacionales, por los medios mrís peligrosos y
violentos, el predominio exclusivo y tiranico del derecho de la
fuerza y no de la fuerza del derecho en todas las manifestacienes
de la vida política, solo engendra funestas consecuencias.
Desaparecen las corrientes inmigratorias, que desempeñan una'
misión altamente civilizadora; el comercio se paraliza por completo;
los valores bajan; las industrias que comienzan á ser
explotadas mueren por falta de músculos y de capitales, y todas
las fuentes de riqueza nacional permanecen ignoradas en el
seno virgen de nuestra fecunda naturaleza, ~í la espera de brazos
que remuevan la superficie y desgarren las entrañas á la
madre común. Estas son las consecuencias únicas de la guerra.
La bancarrota, la ruina general en aras de un mal entendido
sentimiento de la patria.
Este es el mas funesto de nuestros viejos anacronismos, que
compromete la integridad nacional y nos deja muy atrás en la
evolución progresiva de las naciones.
Con sobrada razón ha dicho tTuan Bautista Alberdí, uno de los
cerebros mejor equilibrados de nuestro continente, que «todo
« lo que embaraza y compromete el enriquecimiento de una na­
« cióu sirve oí su barbarie y atraso.»
El mismo distinguido hombre público argentino se ha remen...
tado al período colonial, para encontrar en él, las causas de las
grandes crisis políticas y económicas del continente. Dice el citado
autor en sus «Estudios econ6mieos » :
« Las colonias de origen aristocrático y nobiliario, de colonos
« que desdeñaban el 'trabajo por dignidad y lo envilecían impo­
« niéndolo á los esclavos, han dejado su carácter primitivo á las
« Repúblicas de Sud-América. »