jun/jul. 1929 - Publicaciones Periódicas del Uruguay
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La Cruz <strong>del</strong> Sur<br />
2 4<br />
Pllt~ ... \"' Jr \Thf'rto 1.:11 pl;u•t•!l, AI\Hfll c;uill••l 'illlllll, Junu 'larin 'laJralloJH'II , c: ..... ar ,, \n·oua•<br />
\ f-:f\..;¡ • ..;. JI': l,rnatiO l;mllot 'lul¡oz 'lariu E'trh:111 Crt·!-pi, ft'rliall ~iha \altlt~~ . . \lfn·tlo '' h·rr•·•<br />
l. \U;\ f[l \ dr: \'laminC'k<br />
f,l\\r.\IIIIS dr Rrnre M1priuos, \nrah Bor¡:f't ¡J,. rurrf') c;uifln ~rwriui.<br />
T E ]) E
~llllf'.ltllilllifUUU.ItJUIIIUUI'UU'UnUUUI
HISTORIA DE ''LA<br />
Este artículo fué escc:ito a principios<br />
<strong>del</strong> presente afio para "La Gaceta Literaria''<br />
de Madrid, en cuyo número 59,<br />
recién llegado, acaba de aparecer. H,1-<br />
mos creído oportuna su transcripción en<br />
nuestras páginas con alguna corrección y<br />
ampliación inevitables, ya que habiendo<br />
transcurrido unos meses más, nuestra hi~;<br />
toria se ha enriquecido con nuevos episodios.<br />
Pundé > prieto, denso, pesado.<br />
Fué entonees que, juzgando que en el <strong>Uruguay</strong><br />
existía un núcleo selectísímo de escritores<br />
jóvenes eapaces de prestigiar el nombre<br />
<strong>del</strong> país bajo cualquier latitud, y deseandJ<br />
dar una impresión de ese con<strong>jun</strong>to anarqui<br />
?ado, disgregado, me lanc€ sin saber hasta<br />
dónde podía llegar, a la penosa aventura de<br />
:fundar una revl.sta que pudiera dar idea de<br />
lo que nuestro país posee dentro de las más<br />
elevadas actividades literarias y artísticas.<br />
No se me ocultaban los obstáculos formidables<br />
q11e se opondrían a mi empresa, sobre todo<br />
dos: la impermeabilidad de un ambiente<br />
semi- culto, incapaz de comprender, y Ia<br />
mala voluntad em})ecinada y suicida de muchos<br />
literatos y artistas extraviados en un<br />
inquebrantable individualismo o entregados<br />
CRUZ DEL SUR"<br />
a odios, rivalidades y disputas de comadres<br />
de 1)ajo fondo.<br />
A pesar de todo, «La C'ruz <strong>del</strong> Sur» apal'eció,<br />
se ha sostenido hasta ahora a través<br />
de todas las vicisitudes, y parece dotada de<br />
larga vida. Fueron mis principales colaboradores<br />
al principio, Jaime L. Morenza, Mario<br />
Esteban Clresp'i que fué el primer secretario<br />
de redacción, y J nan lVIario nbgallanes,<br />
en lo literario, y Fernández y González, Federico<br />
Lanau y Adolfo Pastor, en lo artístico.<br />
Sin interrupción salieron hasta seis<br />
números en aquel primer período de 1924:,<br />
modestos cuadernos de diez y .seis páginas<br />
en papel plnma. En ellos figura con co]abOl'acioncs<br />
inéditas lo más destacado de la<br />
joven inteiectualiJad uruguaya : Fernán Silva<br />
Yaldés, Emilio Frugoni, Federico Morndor,<br />
Orosmán lVIoratorio, Humberto Zarril1i,<br />
JHontiel Ballesteros, Juana de lbarbourou,<br />
Justino Zavala l\Iuniz, Valeriana Magri, Casaravilla<br />
Lemos, Emilio Oribe, José Pedro<br />
Dellán, Julio J. Casal, Ildefonso Pereda Valdés,<br />
Pedro Leandro Ipuche, Parra <strong>del</strong> Riego,<br />
Juan M. Filartigas, Fusco Sansone, etc.<br />
Al llegar al sexto número enfermé, y no pudiendo<br />
proseguir tal esfuerzo, hube de retirarme<br />
a descansar. Pocos meses después, en<br />
1925, volvía a resucitar «La Cruz <strong>del</strong> Sur»,<br />
duplicando el número de sus páginas y mejo~<br />
rando su presentación tipográfica. Magallanes<br />
asumió la secretaría de. redacción; Lanau.<br />
la dire,cción artística, y los herlUjanos Alvaro<br />
y Gervasio Guillot Muñoz, organizaron y dil'igieron<br />
desde entonces una original e interesantísima<br />
sección francesa, escrita por ellos<br />
mismos y por otros uruguayos y franceses<br />
residentes en el país; lVllle. Christiane Fournier,<br />
Edouard Dutreil, etc., amén de algunas<br />
colnhoraciones especiales enviadas desde Francia.<br />
Mi Yiaje a Europa, en 1926, impuso un<br />
nuevo intervalo, menos prolongado que f:l<br />
anterior. Estando en el viejo mundo tuve<br />
la alegría de recibir varios números de mi<br />
revista, al frente de la cual figuraban como<br />
directores literarios Jaime lVforcnza y los hermanos<br />
Guillot lVfuñoz, y como director artístico,<br />
lVIelchor l\Iéndez Magariños. Casal,<br />
vuelto al <strong>Uruguay</strong> después de una larga estada<br />
en La Rochelle, San Sebastián y La Coruña,<br />
y de adquirir justo renombre con su<br />
magnífica revista «Alfar», se incorporó también<br />
a ·«La Cruz <strong>del</strong> Sur».<br />
J¡esde entonces, la dirección de la revista<br />
no ha sufrido otro cambio que el recientísi-<br />
..<br />
•¡:,.·,<br />
1<br />
,l<br />
~<br />
mo <strong>del</strong> alejt:cmiento de Casal, que ha logl'ado<br />
editar nuevamente su «Alfar», después de<br />
un largo paréntesis de tres años. Pa1·ec0<br />
ocioso decir que «Alfar» y «La Cruz <strong>del</strong><br />
Sur» son revistas unidas por estrechísimos ~·<br />
fraternales lazos, y que ambas representan<br />
el momento artístico y literario <strong>del</strong> "Cruguay.<br />
«La Oruz <strong>del</strong> Sur», de acuerdo con el propósito<br />
inicial que. le clió vida, no ha sid_o<br />
nunca una revista de círculo o grupo, destinada<br />
a imponer determinado credo artístico<br />
o literario. Han cabido r cabrán en sus páginas<br />
todas las tendencias auténticamente<br />
modernas, y e11 ese sentido no ha perman>::<br />
eido cerrada sino para los retrasados e inactuales,<br />
para los incapaces de percibir y sentir<br />
la palpitación de la belleza de la época,<br />
de vibrar sinceramente, ante los magníticos<br />
espectáculos que nos rodean, de crear lllll:Yas<br />
armonías interiores, de señalar nuevas orientaciones<br />
plásticas. Su eclecticismo está perfectamente<br />
<strong>del</strong>imitado dentro de las corrientes<br />
<strong>del</strong> siglo cuyo parentesco es innegable, a<br />
pesar de di'lergencias aparentes que un sereno<br />
y desapasionado análisis es capaz de<br />
descubrir sin demasiado esfuerzo. En· esa<br />
forma ha asegurado la persistencia y la regularidad<br />
de ··su ritmo y la fecundidad de<br />
su influencia. Otra de nuestras preocupaciones<br />
capitales ha sido la de ofrecer una<br />
revista uruguaya, es: decir, en la cual figuren<br />
lo menos posible transcripciones, traducciones<br />
v hasta colaboraciones extranjeras. No nos<br />
';,.uía en esto un estrecho criterio de nacional:-<br />
•<br />
lismo literario, sino d deseo de consti·tm' una<br />
publicación que sea el exponente de nuestra<br />
capaeidad ·artística literaria ~r cultural. Es<br />
relativamente fáeil hacer revistas con recortes<br />
de otras publicaciones ; pero esas reYistas<br />
no podrán ser consideradas sino corno catálogos<br />
promíscuos elaborados con materiales<br />
usados o de segunda mano. También «La<br />
Cruz <strong>del</strong> Sur» está abierta a las grandes discusiones<br />
filosóficas, soc.iales, conti.nent~les Y<br />
mundiales de. nuestro tlempo, profesanao sus<br />
directores la más avanz
.A R R o y o T 1 E M p<br />
«El tiempo corre~<br />
El camino: dos hileras de árboles y por encima el cielo,<br />
Sol y sombra. Pasividad. Verano<br />
La hora de la siesta Re ha tragado 1os ruidos.<br />
La reverberación es un rumor que flamea suspendido.<br />
La brisa caldeada es el único ritmo.<br />
Mido la distancia por el canto <strong>del</strong> gallo.<br />
Un olor a resina me dice que he llegado.<br />
Los tábanos zumban con ruid;) de verano,<br />
y el día ha volcado unru carga .de pájaros<br />
traídos desde el alba ~ las ramas más altas.<br />
Un canto de homcros se desgrana encendido,<br />
se siembra por Jd aire, se repite y adara<br />
las ramazones bajas y caídas <strong>del</strong> sauce.<br />
Todo es verde y frenético en medio de la tarde<br />
caliente de 'Chicharras y picada de bichos.<br />
El olor a los mimbres y a las cortezas húmedas<br />
se pega como un agua milagrera y sin peso.<br />
La siesta se ha volado con los ,gritos de pájaros ...<br />
Huellas de carretas y un aliento de parvas<br />
han venido a mojarse a estas aguas tan mansas ...<br />
El benteveo, relámpago amarillo <strong>del</strong> molle al canelón,<br />
se pone entre las hojas como fruta madura<br />
rebosante de sol y cargada de vuelos.<br />
La sombra se ha caído al arroyo que sigue.<br />
Otra legua más a caballo y al paso<br />
midiendo la corriente y tocando los eeibos.<br />
La tarde va flotando en la luz y en el agua<br />
estirada y arisca entre las domoria.<br />
Un espinero canta mientras se escapa el día.<br />
Otros recuerdos más zumban hasta tocarme<br />
se estiran en la calma y se haeen más elásticos,<br />
se aclaran en la sombra que sube como 1..111 humo.<br />
El caballo se mueve debajo de mi acechanza,<br />
(Todo el mundo).<br />
o<br />
¡ .<br />
. .<br />
¡<br />
.J<br />
~-<br />
¡<br />
''<br />
!<br />
p<br />
u<br />
su movimiento marca más su corpulencia y !'(US crines<br />
y se añade a todos los otros movimientos<br />
múltiples y eternos<br />
que llevo como una carga Je tirones remotos<br />
o me llevan certeros como una eorrentada.<br />
La corriente se arrastra con la brisa y la ta1·dc<br />
rumbo a la noche sola que se ace1': mi tiempo que. no puedo medir,<br />
los inst~ntes son poh·o allf'!taé!o. en la sombra.<br />
El andar <strong>del</strong> caballo mP- dice que muy pronto<br />
hemos de tropezar con un cuadrante recio.<br />
G:a:RVASIO GuiLLO,. Mu~oz.<br />
Enm·o de <strong>1929</strong>.<br />
E B L o DE M<br />
INICIAL<br />
Yo venía por los cascabeles de la infancia<br />
con el corazón animado de estampaR:<br />
la ~stampa <strong>del</strong> paisaje, cuando los cerros lejanos<br />
afilaban sus azules desesperados <strong>del</strong> atardee\\r;<br />
la estampa de la. ihu;ión, cuando los diez añoR<br />
desesperaban de los doee<br />
y los pantalones largos estaban al final de la cuest-a<br />
que se subía corriendo;<br />
1a estampa de la sencillez decorativa,<br />
cuando el colegio izaba los <strong>del</strong>antales blancos de las nmchaehas<br />
y sus intencionadas sonrisas prematnras;<br />
la estampa <strong>del</strong> corazón,<br />
cuando mi madTe enhebraba con lat·gos insomnim~ mi dPstino:<br />
la estampa de la imagen, cuando todos queríamos a la misma muchacha<br />
porqup, tenía en sus ojos colm· a maravillas inexplicables.<br />
Fn día mi campanario alucinado<br />
se sacudió cincuenta palomas sedentarias<br />
v la farola <strong>del</strong> Cerro de Montmrideo<br />
~e dió el sentido de las posibilidades de mi 'rida.<br />
NecE'sitaba desengañar los ojos de lecturas traseendentes<br />
y los pies de caminos de felicidad ;<br />
prodigar la espiral amanecida<br />
fijando bien la estampa de la ciencia, de la amistad y <strong>del</strong> amo-r:<br />
la estampa de la ciencia,<br />
cuando los libros se. deshojaron en mi hastío;<br />
la Jestampa de la amistad,<br />
cuando me quedó apenas uno<br />
para confiarle mis antorcl1as encendidas;<br />
la estampa <strong>del</strong> amor .<br />
cuando me quedé como esos botijas taciturnos<br />
<strong>del</strong> otr.o día de. Carnaval.<br />
MARIO EsTEBAN CRESPI<br />
I<br />
G U E<br />
S<br />
5
DE RIMB.A.UD<br />
PROUST<br />
Prefa los cuernos<br />
en estado de reposo bajo la acción d•}<br />
fuerzas que se destruyen, y la ardua estabilidad<br />
que- se adueña de los cuerpos cuando<br />
la perpendicular bajada <strong>del</strong> centro de grave<br />
:lad hacia o1 suelo, cae dentro de su base.<br />
r:!uan1lo el hombre pierde su equilibrio estaole,<br />
si tiene en potencia alguna capac1dnd<br />
r>J'('adora y un principio de dinamismo, no <strong>del</strong>!e<br />
c::1er; 110 tiene más que avanzar su ríe y<br />
nndar a<strong>del</strong>ante sin vacilar.<br />
El E>qnilib'!·io prou
'la a a:vudar al público a penetrar la ok11<br />
I.roustiana. La idea de administrar la le,~tu<br />
;.a dr La búsqneda <strong>del</strong> tiempo 'JW'dido de<br />
acuerdo con una dosis parsimoniosa, ha nli ''.·<br />
do de una prudencia. análoga a la <strong>del</strong> mér'\k•o<br />
que mide las gotas de arsénico en una rece~a.<br />
Los pusilánimes que aconsejan esta rece~.ú<br />
G<br />
u e H ()<br />
(De 'Un libro ptóximo)<br />
10<br />
FERNAN SILVA VALDÉS<br />
IMÁGENES P.ARA UN .AMANECER<br />
(Pcwa LA CRUZ DEL .SUR.)<br />
Amanecer:<br />
piedra rosada donde pulen los pájaros<br />
el hilo de plata de sus cantos.<br />
Amanecer:<br />
de árbol en árbol y de rama en rama<br />
vuelos apagados se entrelazan<br />
tejiendo su invisible tela de ñandutí.<br />
Amanecer :<br />
baja el cielo a anidar en las cachimbas.<br />
Amant'cer:<br />
sobre la orilla más lejana de tu gran mesa verde,<br />
Dios orejea una carta :<br />
el as de oros.<br />
Sobre la arboleda baja y espesa <strong>del</strong> arroyo<br />
cercano, vuelan los pájaros vespertinos.<br />
Hay un álamo estirado y flexible que le<br />
hace adiós al sol.<br />
Destaca su saludo por encima <strong>del</strong> monte,<br />
sobre el cielo verde-luz bl'lllante.<br />
Silencio encerrado entre el círculo <strong>del</strong> luminoso<br />
horizonte uniforme.<br />
Paréntesis entre la luz y la sombra.<br />
Ahonda el silencio un grito estridente, un<br />
balido triste ... un cantar nostálgico ... un aullido<br />
erizante ...<br />
Luego silencio... Aire suspenso, pensamiento<br />
ancho. Sensación de grandeza ...<br />
Los ílllicos que gritan, que hacen l'Uido<br />
ahora, son los. niños y los pájaros.<br />
Nosotros permanecemos quietos, &'entados<br />
bajo el ombú familiar.<br />
Por la bombilla sorbemos algo más que la<br />
esencia de la yerba mate: nos entra el campo<br />
todo en el cuerpo. El campo ancho, el<br />
campo que vive en toda la tierra. Lo aspira~<br />
mos con beatitud de rito, lo mecemos en<br />
nuestra mano eou ternura caliente ... ¡que no<br />
nos falte L. El silencio dice eso : que no .falte<br />
esta paz de atardecer, esta paz de .fin de jornada.<br />
Esta paz reflejo <strong>del</strong> horizonte de líneas<br />
suaves, sin una prominencia brusca. Nada<br />
más que algunos puntitos oscuros en la Jalda<br />
de las cuchillas violetas. Como en el paisaje<br />
interior los puntitos oscuros de algunos dolores<br />
que cuando fueron cercanos quisieron cubrir,<br />
devorar el verdt: campo de la esperanza<br />
...<br />
De pronto irrumpe en el silencio un golpear<br />
de cascos que se aproxima por el lado de<br />
los cerros violetas.<br />
Y aparece por el camino que baja entre<br />
piedras, el petizo pampa, galopando, crines<br />
al viento, rumbo a las casas.<br />
Relincha el animal al llegar a la querencia.<br />
Ladran los perros y salen a su encuentro,<br />
impidiéndole ganar la tranquera <strong>del</strong> gual·dapati&:<br />
Todos, sorprendidos, lanzamos una exclamación:<br />
i Oh!. ..<br />
El petize viene ensillado, las riendas<br />
arrancadas en los pisotones de las carreras,<br />
la boca sangrienta de los tirones.<br />
La vieja aúlla:<br />
-¡ El indio !... lo ha voltiáu !... lo ha matáu!...<br />
Otro oomenta;<br />
-El petizo lo han andáu Yariando ... yo ya.<br />
lo dije. ¡<br />
Corremos a los galpones que abren sus bocas<br />
negras.<br />
Un cuero, un freno, y al palenque. ·<br />
Pronto escandalizan el crepúsculo el galopar<br />
de tres caballos y el alboroto de los perros,<br />
y los gritos de las mujeres:<br />
-¡Lo ha voltiáu l... lo ha matáu!...<br />
-Pal abra!. .. pal abra!. .. - ordena el capataz.<br />
- El petizo venía <strong>del</strong> la u d;;;l cerro ·e<br />
piedra.<br />
Galopan los caballos estimulados por la espuela.<br />
Diez, quince, veinte cuadras.<br />
Hombres y bestias resoplamos, miramos<br />
ansiosos. Escarbamos las sombras <strong>del</strong> creJ.<br />
púsculo, que se hacen más densas al acercarnos<br />
a la cerrillada nevada ele piedras azulencas.<br />
Alertean los teros, y los perros nos si~uen<br />
alborotando el ganado que se repliega atropelladamente,<br />
con un entrechocar seco de pe~<br />
zuñas y astas.<br />
La voz <strong>del</strong> capataz se eleva rápida, enérgica:<br />
El peoncito que nos acompaña tornea su.<br />
eaballo, cuya larga col adescri!Je un círculo<br />
de seda en el den~o ambiente crepuscular, y<br />
echado sobre un lado, la pierna izquierda tec~<br />
ta, horizontal, parte disparado.<br />
Nos internamos entre el silencio majestuoso<br />
de dos cerros de piedra.<br />
Vuelan varios cuervos. Altos, serenos, aeroplanos<br />
sombríos, se ciernen a plomo sobre<br />
nosotros. 'l'ragedizan el instante.<br />
Un chilcal abraza la falda <strong>del</strong> cerro, hosco,<br />
huraño, inhóspito.<br />
Seguimos la senda al paso, huroneando en.<br />
tre los arbustos.<br />
El capataz grita:<br />
-¡ Bonifacio L.. ¡ Bonifacio!... 1 Bonifa-<br />
• 1<br />
ClOOOO ....<br />
Y el eco:<br />
-Oh... oh ... oh ... - salta por los cerros y<br />
nos devuelve un silencio angustioso.<br />
Los caballos pisan inseguros el sendero pedregDso,<br />
estirando el cuello, las orejas paradas;<br />
en atenta observación <strong>del</strong> terreno.<br />
Corona11do la pequeña loma, una planicie<br />
v-erde nos refresca la vista, dorada aún por<br />
los reflejos <strong>del</strong> accidente incendiado. Entonces,<br />
un espeetá.culo extraño nos detiene:<br />
En el centro <strong>del</strong> alegre prado, hay un cír~<br />
11
culo sombrío en torno de una vaca con su<br />
cría recién nacida.<br />
Son los cuervos. Negros, opacos, cínicos en<br />
su espera, alteran su inmovilidad solamente<br />
para estrechar el círculo angustiante. La madre<br />
está echada, flaca, colclÚída por la preñez<br />
y la parición. El ternerito, brillante la pelambre<br />
dorada, tiombla, tam~baleantc sobre las<br />
grandes pat.:'ts despropoTcionadas.<br />
Cae de rodillas y busca la ubre mate:cna.<br />
Entonces los cuervos avanzan. Y la madre,<br />
con supremos esfuerzos, intenta levantarse y<br />
embestir, baja la testuz, el cuerno amenazante.<br />
Los carniceros, con un revuelo de sobresalto,<br />
vuelven a posarse a prudente distancia, y<br />
de nuevo aguardan tenaz, ferozmente.<br />
Hemos detenido los caballos, y los pcrroEl<br />
se han detenido también mirando el grupo, y<br />
luego a nosotros, interrogantes, inteligentes.<br />
Estamos indignados, asqueados, ante el espectáculo<br />
que naturaleza nos brinda. Es de<br />
una severidad, de una crudeza que crispa.<br />
Se diría u.u rito salvaje: instinto, fatalidad.<br />
Y aquel silencio, y aquella lucha muda ...<br />
y aquella lucha muda ... y aquella espera implacable!...<br />
·<br />
El capataz lanza una exclamasión gruesa:<br />
-¡ Que los parió l... Es la rosilla -- agrega<br />
- ¡mire adonde había de venir a largar! ...<br />
Donde caiga el ternero, ~e acabó!<br />
Ha echado mano al revólver :<br />
-Tíreles usté también. A ver si matamos<br />
alguno.<br />
Estamos a veinte metros. Suenan las dos<br />
detonaciones casi simultáneas.<br />
Se elevan los pájaros, en confusión, hacia.<br />
la cima <strong>del</strong> cerro.<br />
Uno de ellos no consigue proseguir el vue~<br />
lo 1 y se abate 1 primero en locos círculos, luego<br />
con fuerza, contra el suelo.<br />
Con rabiosos ladridos, los perros corren y<br />
saltan hacia los pájaros que se alejan. Uno<br />
ha cogido al C'Uervo caído, y lo sacude furiosamente.<br />
Avanzamos.<br />
Bala el ternero, y la madre nos mira con<br />
sus grandes ojos húmedos, empañados de<br />
mansedumbre, de tierna súplica.<br />
En ese momento, surje, de tras unas piedras,<br />
Bonifaeio, llorando, gritando :<br />
-No tire más, don Braulio L. que estoy<br />
yo !..: . . : . L: . _;<br />
V1ene hacia nosotros, a medio de correr,<br />
los brazos a<strong>del</strong>ante, pretendiendo detener una<br />
posible intención un probable gesto, incomodado<br />
por los: perros que lo rodean, y saltan<br />
a lamerlo la cara.<br />
12<br />
Bajamos las armas, sorprendidos ante<br />
aquella insperada aparición.<br />
-¡,Donde estabas~<br />
-Allí, nomás, atrás d'esa piedra, don<br />
Braulio!<br />
-¿No estás lastimáu ~<br />
-Nó, don Braulio.<br />
-Y cómo llegó a las casas el petizo solo<br />
ensilláu L<br />
-Se me jué, don Braulio!<br />
-¿Cómo, se te jué L qu'estabas haciendo~<br />
-Lo até a, una chilcas ... y se me asustó ... y<br />
se me jué!...<br />
-t Y por qué lo atastes L & y por qué no<br />
gol vistes a pié L<br />
-Quería ver, don Braulio.<br />
-&Qué querías ver 1<br />
-Taba esperando que cayera el ternero ...<br />
pa ver como hacían los cuervos ...<br />
-¡ Juna gran! ... hereje!. .. ¡Y o te viá dar!..<br />
-¡ Nó, don Braulio!...<br />
El capataz ha atropellado su caballo, y al<br />
mismo tiem,po que lo sofrena de golpe frente<br />
al indio, revolea su arreador, y cruza con<br />
la trenza las piernas <strong>del</strong> muchacho, que cae<br />
gimiendo y haciéndose .chiquito.<br />
-Yo te viá dar, hereje!... No podías espantar<br />
esos bichos, mejor! O sacar ese ternero<br />
... o avisar!. ..<br />
Grita por fin Bonifacio llenando la tarde<br />
con sus alaridos, la enorme boca abierta, frotándose<br />
con las manos las pantol'l'illas, marcadas<br />
por la trenza. ·<br />
El capataz lo contempla, indeciso, tembloroso:<br />
--Calla te, desgraciáu !... Te debíamos de<br />
dejar aquí, atáu, pa que los cuervos te arrancaran<br />
a vos los ojos, y te achuraran a gusto.<br />
¡Salvaje!...<br />
En esto llega el Pl"Oncito, a media rienda.<br />
Ha oído los tiros.<br />
-¿Qué pasa?... & qué hay L. - grita de lejos.<br />
Luego, enterado, mira a. Bonifaeio con des~<br />
precio:<br />
· -¡Te tuviera por mí cuenta!. .. ¡Indio atra.'<br />
vesául...<br />
-Güeno- .corta el capataz. -- A ver, ayudame<br />
pa que llevés el temerito por <strong>del</strong>ante.<br />
Si lo dejamo aquí, dentro de un rato se lo<br />
churrasquean aquellos señores.<br />
Descabalga, y acercándose:<br />
-¡Lindo pampita! - agrega agarrando al<br />
ternero que bellaquea entre sus fuertes brazos.<br />
El . peoneito, de a caballo, ayuda a cruzar<br />
el animalito en la <strong>del</strong>antera de su recado.<br />
La cría bala deseperadamente. La madre~<br />
como si pTesintiera el bien que le hacen, lo<br />
despide con largos balidos suaves, volviendo<br />
la cabeza y esforzándose por levantarse.<br />
Cuando el capataz va a montar:<br />
-¿Y yo L - pregunta Bonifacio.<br />
-Y os caminá <strong>del</strong>ante!... Y as a gol ver a<br />
pié!<br />
Y como el indio reeomienza sns llorisqueos:<br />
-Caminá, te digo L. antes que te lleve a<br />
lar.o hasta las casas!<br />
Y así, el indio a<strong>del</strong>ante, rengueando, perc1iéndose<br />
entre las chilcas, rodeado de los perros<br />
alegres y puros, voln:mos lentamentf: en<br />
silencio, entre las sombras de la nochceita<br />
serena y solemne.<br />
Ent0nces, el capataz lo amenaza:<br />
-¡ l\farchá. <strong>del</strong>ante !... - Y revol
DOS PRI~IEROS<br />
1<br />
. Greta -niña-. Los árboles trepan por las<br />
escalerillas de sus troncos. Las ocas salvajes<br />
saltan -en la altma- por las combas df·l<br />
viento. Las montañas se elevan sobre trapecios<br />
verdes. Los campanarios vigilan :fantasmas<br />
de humos de fábrica. Los ruidos suben<br />
ascensores eléctricos de ondas. Altas las<br />
estrellas: abalorios <strong>del</strong> cielo. Altas las ni oye.;:<br />
dormidas en cojines cum h1·rs. A ltns las l101W;<br />
de las noches sin: orillas de sueños. Alta la yedra:<br />
abrar.ando torsos de paredes. Altas Jas<br />
luces: clavadas en las sombras con puntas<br />
de fuego.<br />
Sólo tú: pequeña -niña- Pequeña : hasta<br />
el rameado de los regazos de las madres. Hasta<br />
!a ea.rii•in de 1o'l ¡ratos. Hasta la mackra fle<br />
los f-risos. Pequeña : hasta la alt1ll'a de las rosas.<br />
Hasta la altura de Jos aramboles. Hasta<br />
la altura de los juguetes. Sólo tú: pequeña.<br />
Greta -niña- El mundo tiene redondas<br />
lejanías sin :fin. Los mares tienen viajeros<br />
lomos de olas. El viento se eseapa por los<br />
desfiladeros. Las puertas se abren hacia la<br />
fuga de algún camino. Los pájaros se marchan<br />
a las planicies de sol <strong>del</strong> Mediodía. Las<br />
calles llevan gentes con trote de afanes. Todas<br />
las circunferencias se han roto. Los coches y<br />
los barcos y los trineos y los trenes, conducen<br />
viajeros cargados de panoramas. El <strong>del</strong>o es<br />
un dosel ancho. Y sobre los pliegues de 1a.,;<br />
nubes, viajan las auroras : nin:fas y gasas.<br />
Sólo tú: sola -niña- Sola: al margen <strong>del</strong><br />
mundo, de las rutas hacia alguna parte, de<br />
las aceras hacia algún trabajo. Sóla: bajo la<br />
ventana de una imaginación infantil. Bajo<br />
la vigilancia circular de unas paredes. Bajo<br />
las vallas de unos límites. Sola: <strong>jun</strong>to al<br />
fuego. Junto a las lecciones enojosas. Junto<br />
a las voces familiares. Sólo tú : sola.<br />
Greta -niña- La gente lleva robustos pechos<br />
de veinte años. El mar abraza la tur-<br />
14<br />
PLANOS LÍRICOS<br />
CJJei libro próximo a publicarse ns.<br />
O'antidad. Sólo esta roca ele>va sn nniclad de<br />
piedra sobre la Uanuríl unjform~'.<br />
:Multitud sobre multitudes. S6lo-t~"f -<br />
Greta: mu:ier herrnmm- alz:J~ t.n perfil rlr<br />
l'Oea de mar sobre las m::l1'ras y r1 ng:na 1>a:h<br />
<strong>del</strong> mundo. sohre la::; líneas
DOS TIPO S<br />
DOS<br />
COLONIZADORES<br />
CIVILIZACIONES<br />
A PROPÓSITO DEL LIBRO DE JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI<br />
"SIETE ENSAYOS DE INTERPRETACIÓN DE LA REALIDAD PERUANA"<br />
DIBUJO<br />
16<br />
NORAH BORGES DE TORRE<br />
Si España organizó bien o mal sus colonias<br />
de América, si tlwo o no la capacidad colonizadora<br />
- creadora de pueblos -en el sentido<br />
que hubiera sido de desear, para que estos<br />
pueblo::; nacidos de ella no viniel'an a la<br />
vida con taras cong¿uitns dE\ muy difícil diminacíón,<br />
es !Jl'oblema que desde hace poco<br />
Huís de medio siglo se viene discutiendo con<br />
singular empeüo, y se viene planteando generalmente<br />
mal, tan mal, que de la discusión,<br />
en la forma que se lleva, no ihle, Esto es todo. Hacía falta quien se metiera<br />
entre los dos balcones y dijera imparcialmente<br />
la verdad a unos y a otros, disgustando<br />
al principio a los dos; pero impor.iendo<br />
al fin la verdad, como siempre ocurre.<br />
José Carlos :Mariátegui es uno de los que<br />
se atreven a situarse entre los dos balcones y<br />
decir la verdad a los de allá y a los de acá.<br />
En esta verdad, salen más malparados los de<br />
allá, con perfecta razón. Tenía que. ser así. El<br />
defecto de la colonización española está en la<br />
oportunidad en que el fenómeno se presenta.<br />
España se empeñó en hacer supervivir los valores<br />
medioevaies que en toda Europa estaban<br />
en quiebra. l\lariátegui apunta admirablemente<br />
la situación: «U incapacidad <strong>del</strong><br />
coloniaje para organizar la economía peruana<br />
sobre sus naturales bases agrícolas, se explica<br />
por el tipo de colonizador que nos tocó.<br />
l\iientras en Norte .'Unérica la coloniza.<br />
ción depositó los _gérmenes de un. espíritu y<br />
una econonúa que se plasmaban entonces en<br />
.bluropa y a los cuales pertenecía el porvenir,<br />
a la América española trajo los efectos y los<br />
mftodos de un espíritu y una economía que<br />
declinaban ya y a los cuales no pertenecía sino<br />
el pasado»». Y en otro sitio: «Bn las colonias<br />
españolas no desembarcaron como en las<br />
costas de Nueva Inglaterra grandes bar1dat.1as<br />
de pion.eers. A la América española no<br />
vinieron sino virreyes, c:ortesanos, a'iientureros,<br />
clérigos, doctores y soldados». Reproches<br />
que repite con cierta frecuencia, y que son<br />
e:xaetos. La situación de España era ¿sta · no<br />
podía mandar otra cosa, sencillamente porque<br />
uo la tenía y porque, además no podía<br />
comprender que no fuera ésta la mejor ... Para<br />
conquistar los territorios, soldados; para<br />
regirlos, virreyes y gobernadores; para evangelizar,<br />
curas; para administrar justicia,<br />
doctores. Los escasos colones se buscaban entre<br />
los soldados envejecidos o inutilizados<br />
para las armas, y entre la servidumbre. Y<br />
los aventureros no eran mandados por España:<br />
ellos mismos se orientaban ~n busca de<br />
sitio en donde hallar su provecho. Resulta,<br />
pues, que los colonos, los hombres dE' trabajo,<br />
estaban en minoría, como en España n:ri.sma.
t"n t~g1men social deeadente y sí.n energÍa se<br />
trasplantó a América, a falta de otro m.::jor.<br />
I.os colonos norteamericanos parcelaban<br />
los terrenos, levantaban sus casas, plantaban<br />
árboles, labraban terrenos y no sentían<br />
mayor inquietud por la tierra que había detrás<br />
de las montañas. Cuando -lo ocupado no<br />
bastara para todos, ya irían en busca de etimulación,<br />
la renuncia a todo rn·incipio de<br />
libertad ideológica ;y él encuadrar la vida en<br />
las aspiraciones materialistas más e
i'encias esenciales entre ei tipo de] conquistador<br />
y el <strong>del</strong> «pionecr» se encuentran en esta<br />
l'poca, en que plasmaron en dos formas de ci<br />
·vilizarión distinta los dos tipos, en esta posición:<br />
al Norte, civilización capitalista, en su<br />
mayor grado de desenvolvimiento, vale decir,<br />
próximá a su nivel de decadencia; al Sur, d<br />
·dlizaciones hispano-indígenas, o hispánicas<br />
tan solo, en donde el elem~nto indígena fu¡;<br />
€liminado, enriquecidas por el aporte cultural<br />
europeo, orientadas en las moc1Hnas tendencias<br />
nacionalistas y con un margen de desenvolvimiento<br />
incalculable. El mismo argumento<br />
de Mariáteg11i, consignado al comienzo<br />
de este artícuio, que pone en el «pioneer»<br />
el germen de un espíritu nuevo y en el «conquistador»<br />
el de un espíritu decadente, podemos<br />
utilizarlo ahora en sentido inveTso. La<br />
civilización capitalista, cumplida su misiór•,<br />
va siendo ya cosa pretérita : en cambio, estos<br />
pueblos <strong>del</strong> Sur, depurados por las pasadas<br />
vicisitudes, van respondiendo a nuevas<br />
preocupaciones, a nuevos ideales. La cuestión<br />
es que haya quienes tengan energía bastante<br />
para hacerles comprender completamente la<br />
necesidad de la época, y obligarlos a tomar<br />
el buen camino.<br />
Junio, <strong>1929</strong>.<br />
J os:á MoRA GuARNIDO<br />
PINTURAS .MURALES DE GINO SEVERINI<br />
La personalidad de este pintor está aun viva<br />
en nuestro recuerdo, como la de uno de los<br />
más conspicuos guías <strong>del</strong> futurismo. Su<br />
nombre hace venir a nuestra memoria el manifiesto<br />
lanzado por aquél pequeño grupo<br />
ele artistas, que, desbordantes de fuerz:1 y<br />
poseedores de un gran temperamento, proclamaban,<br />
como elemento básico a'e ;:;u<br />
arte, el valor, la osadía y la rebelión.<br />
"Solo en la lucha hay belleza" -· decían.<br />
Y agregaban: "No hay obra maestra sin su<br />
momeEto agresivo".<br />
Pero, paralelamente, ensalzaban un nuevo<br />
ideal: la belleza de la movilidad. En aquél<br />
círculo de artistas, Severini daba expres1ón,<br />
como pintor, a ese nuevo ideal, y obtenía,<br />
con ello, las últimas consecuencias<br />
demandadas por el impresionismo.<br />
Desde entonces acá - y ya va para 20<br />
años r- no se había visto casi nada de él.<br />
Por eso ahora, al encontrarlo de nuevo, es<br />
más grande nuestra sorpresa. En Sensales<br />
y La Roche, dos minúsculas, aldeas de la<br />
Suiza occidental, decoró, de 1926 a 1928,<br />
dos pequeñas iglesias; pero se desconocen<br />
otras obras de esta índole. En la actuali·<br />
dad se ha convertido en un pintor "monumental".<br />
,Cambió completamente de estilo.<br />
De la forma disuelta y desorganizada, cuyas<br />
partes él esparcía sobre el cuadro con<br />
una vivacidad centelleante, casi nerviosa,<br />
pasó a una forma más tranquila, más uniforme,<br />
más segura. Fácil es observar que este<br />
cambio se realizó bajo la influencia <strong>del</strong> cu-<br />
bismo. Sin embargo aun no ha encontrat1o<br />
la forma defintiva de su nueva aspiración.<br />
En las pinturas de ambas· iglrsias, se percibe<br />
claramente que lucha todavía en busca<br />
de esa nueva forma; pero también se<br />
nota, por el ligero desarrollo de las distintas<br />
expresiones, la fuerza inquebrantable<br />
<strong>del</strong> artista. En Sensales todo indica ese esfuerzo<br />
para consolidar la forma. Las figuras<br />
en forma de block, (fuertes) en el cuadro<br />
de la santa cena, producen el efecto de<br />
!"star fundidas en bronce, aumentando su<br />
aspecto a'e serenidad las vestiduras tratadas<br />
casi solamente en verticales; la mesa da<br />
la sensación de un cubo exácto, sin patas.<br />
Toda la cena resalta sobre un fondo negro.<br />
Esto, como se ve, está en contraste con<br />
toda su formación impresionista-futnrista.<br />
Al lado de eso, en otros cuadros de Sensales<br />
se destacan formas casi góticas; esa<br />
base imprescindible de toda pintura monumental,<br />
da ,un claro sentido de unidad a<br />
todo el con<strong>jun</strong>to. Ese elemento no apareció<br />
recién ahora en la pintura de Severine.<br />
Aunque nuevo en su desarrollo, se adivina<br />
ya en sus cuadros <strong>del</strong> tiempo futurista. Sm<br />
eso no hubiera podido él nunca realizar tan<br />
uniformemente sus cuael'ros, los cuales, parecían<br />
desorganizados por su vértigo salvaje.<br />
Ahora ese sentido de unidad ha<br />
sido desarrollado con más vigor. Se le agrega<br />
un colorido bien elegido, una nueva armonía<br />
de colores que une las figuras sueltas<br />
en partes divergentes. Para conseguir<br />
PINTURA ~IURAL - DETALLE DE "LA. PIEDAD"<br />
~- .. -~J·-·::<br />
G. SEVERINI<br />
20
DE~'ALI,E DE "LA. SANTA CENA''<br />
G. SEVERINI<br />
DETALLE DE "LA SAN'1'A CENA"<br />
G. "lEVERINI
"LA SANTA CENA"<br />
ORNAMENTO DEL O:R.GANO<br />
G. SEVERINI<br />
ese efecto Severini emplea el negro en<br />
grandes superficies, con lo cual obtiene nn<br />
efecto sorprendente. Y al agregarle un ver~<br />
ele hrillante obtiene ndoraciones no soñadas.<br />
En la iglesia de Sensalcs los pr difícil<br />
en la pequeña inglesia de La Roche, cuya<br />
decoración le fué encargada después .. Ahora<br />
tenía que trabajar en una sencilla planta<br />
barroca, con bóveda de cañón, (medios toneles)<br />
en la nave y en el coro que es todavía<br />
iná~ bajo. Agréguese a esto las dificultades<br />
que presentan los gr:mde::' medallones<br />
pintados en los techos y las muchas figuras<br />
sueltas de los lados, snmanas a los<br />
cuatro grandes altares barrccos ccn figuras<br />
y esculturas y se tendrá una idea de la<br />
habilidad que tuvo qne desplegar e! pintor.<br />
Como se comprenderá, todos los espaciüs<br />
emmciados son de capital importancia en<br />
el interior <strong>del</strong> edificio y el decorador no<br />
podía pasar por alto, ni aun los que le impedían<br />
obrar libremente. Pero es jm>tamente<br />
venciendo e::;os escollos como Severini<br />
nos dió muestras de sn gran talento y ,Je<br />
sn segundü sentido de unidao.'.<br />
Los altares barrocos, los grandes y viejos<br />
panneux en el techo, otros mucll.J más<br />
chicos a los lados, y aun las pinturas inferiores<br />
de lus vidrios <strong>del</strong> siglo XIX, forman<br />
nn todo que armoniza admirablemente con<br />
el nuevo ad(;rno. Más aun: ese eiecto se<br />
debe a él, pues, a pesar de la divergencia<br />
u'e forma, uno casi no se da cuenta que estas<br />
pinturas se han realizado escalonadamente<br />
en el espacio de tres siglos. Para<br />
conseguir tal efecto, SeYerini elegía, en<br />
parte, los colores de los cuadros antiguos,<br />
y hacía armonizar, en los grupos, los tonos,<br />
con los de la vieja pintura <strong>del</strong> techo. Comparándolo<br />
con los cuadros de Sensale
forma, aumenta aqui también el coior en<br />
el contraste: el fondo 1 uniforme, en negro,<br />
sobre el que se destacan, como ornamentos,<br />
las figuritas i<strong>del</strong> monte de los olivos y la<br />
crucifixión en un azul pálido.<br />
En el medio, el verde azulado claro <strong>del</strong><br />
ancho rayo de luz, <strong>del</strong>ante <strong>del</strong> cual están<br />
las tres figuras en blanco y marrón claro.<br />
Abajo la gran superficie <strong>del</strong> sttelo, en rosado,<br />
sin ningún mo<strong>del</strong>ado, la mesa, casi<br />
blanca, como en los colores, en variadas<br />
sombras de tonos y pasajes. Estos puntos<br />
opuestos, grandes y claros, aseguran al l'uadro<br />
su gran efecto. Como un ornamento<br />
rico de color, se entrelaza el grupo alrededor<br />
<strong>del</strong> pesado y claro block de la mesa.<br />
En las formas de los dos vasos ct'e este cuadro,<br />
parecen vivir elementos futuristas. Ya<br />
en los cuadros de Sensales, se observaban<br />
claramente tales reminiscencias, cuando en<br />
un semblante aparecían unidas la vista de<br />
frente con el perfil. Esto se repite de un<br />
modo parecido en la segunda iglesia, en el<br />
adorno de la baranda de la tribuna <strong>del</strong> órgano.<br />
Pero la unidad ha adquirido otro fundamento.<br />
Por medio <strong>del</strong> aprendizaje cubista<br />
<strong>del</strong> artista, se vuelve más sencilla y firme.<br />
De esta manera se introducen los viejos<br />
elementos en el nuevo estilo monumental.<br />
Es una nueva síntesis de la forn1a, la que<br />
Severini ha adquirido así, y esto es lo esencial<br />
en su último desenvolvimiento, como<br />
puede verse en los cuadros de La Rache.<br />
El lado fuerte de Severini, es el ornamento.<br />
En él nos muestra claramente to-<br />
(Traducid'o para LA CRUZ DEL SUR)<br />
das sus condiciones. Su maestria en Ía co11'iposición,<br />
su fantasía desbordante, la movilidad<br />
de su espíritu, es lo que le hace jugar<br />
con los motivos y las formas. Cuando une los<br />
atrevidos arabescos con las severas rectas,<br />
muestra, también, el dominio que tiene de<br />
la forma y, sobre todo, de su evolucionado<br />
colorido. La muestra ad<strong>jun</strong>ta, en la que<br />
figura uno de estos ornamentos <strong>del</strong> órgano,<br />
se desarrolla sobre un fondo de plata; encima<br />
está el cuadro en un azul apagado y<br />
suave, sirviendo de túneles fétidos.<br />
Trenes que se han escapado,<br />
rapta1:do los viajeros,<br />
y van como locos<br />
a entregárselos a quien sahe qué gigantes~.:><br />
1 monstrao.<br />
Tren ... ~,. furiosos contra el muro<br />
.)e la obscuridad,<br />
largando dentelladas de vapor,<br />
miradas de fuego.<br />
Van ~' vienen, olfateando,<br />
!·astr.~ando.<br />
Van y vienen<br />
.:n internúnable vaivén.<br />
ALFREDo M.A.R.Io FsRREIRO<br />
26<br />
27
SOBRE LA I~IAGINACIÚN<br />
El sentido po6t1co es cercano p1u1ente<br />
<strong>del</strong> misticism~; es el oontido de lo original,<br />
personal, oculto, misterioso; de<br />
aquello r1ue debe ser revelado, <strong>del</strong> m:lla.<br />
gro necesario.<br />
NOVALIS.<br />
I.~as diYersas formas de la imaginaewn<br />
neado:ra, una vez brotadas <strong>del</strong> subconsciente,<br />
o eommúcadas por algún dios, se revisten d0<br />
sus armaduras artísticas y se adueñan <strong>del</strong><br />
tiempo y <strong>del</strong> espat::io, apoderándose con más<br />
o menos tiranía, de todos los dominios exteriores.<br />
Aquella mh;te1·io;,;a labor ha uado a lo<br />
existente una categoría de poderosas y agradables<br />
deidades que se apr~;suran a ubicarse<br />
en los mejores sitios <strong>del</strong> mundo para comunicarnos<br />
la belleza, <strong>del</strong>eitar simplemente nuestros<br />
sentidos, encaminarnos hacia un f.in moral<br />
o religioso, o libertarnos de las ataduras<br />
de nuesü~os propios ~Sueños o de lo~:> otros<br />
hombres.<br />
Así, disyónense en un extremo, las artes<br />
deL color, de la luz y de la, forma, celebrando<br />
su júbilo maravilloi:>o en el espacio, alternando<br />
con los milagros de la naturaleza, copiándolos,<br />
ordenándolos o transformándolos en.<br />
símbolos. 'rodo un ejército de seres nuevos<br />
se aglomera en nuestra im:aginación, compuesto<br />
de formas y colores; desde los templos<br />
y las columnas griegas ha.sta los rascacielos,<br />
desde las telas de los primitivos hasta los últimos<br />
tormentos <strong>del</strong> cubismo 1 un panorama<br />
interminable de creaciones, con sus teorías,<br />
disciplinas, es E'spe.eia1izl'lciones; e) la irnaginM·ión ¡wáctira<br />
de 1ns 1wrsonas de ingenio. inc1nstriaks,<br />
ht ima~inaeith :financiera, militar, comPrrbl<br />
etc. ·<br />
Bn rambio, la imaginación diflnyente se<br />
manifiesta operando con materiD1€'s a contornos<br />
vagos e indecisos. No se distino-ul:'n<br />
bien los Umites. pues gozan <strong>del</strong> r.aráeter de R:'r<br />
o11dulantt>s y :fluídiros. Las imál!.'enes proYoendn~<br />
se rehwionan entre si "!
Concxion>.'S r formas feJJtacuJares que ahara.<br />
rd mismo autor puede ir prese:!.1.hmdo, 0J1<br />
diversn~ époens de su Yidn, ya nn aspet•to, ya<br />
otro. ;\[ig-uel Angel, en el DaYid, rs plasti~idad,<br />
J,do ;.· límite; y no pal'CCB el mismn qne<br />
cinceló las formas de Los :Fl"lclavos que están<br />
Pn el Louvre: dolor, impreei~ión. esbozo. El<br />
mismo ('Senltor, lo¡.rl'a expresar, Úor medio de<br />
elE'mentos plástico:'l puro'l y nítidos, mm actitud<br />
dr pensamiento de una <strong>del</strong>icadeza infi.<br />
11 ita, como el ensimi,mar1o joven qtw roro na<br />
nna de Ja¡;; tumba¡;; de los ].fédieis. S\lwke'3<br />
IW:Jre en «La Temprstad)> y en «Ütelm>, expl·esa<br />
nna demostraeión genial Pll un extremo<br />
y en otro, e Ihsen se desp1aza de lo deamáliemnPntc<br />
c:oncrrto ;\' dfinido como en Brand,<br />
ha annlítiea.<br />
«La. Arquitectnrn ~:la :Mú,;ica no 1Yl~'f'n pon<br />
~ar en otras co>lll>: qnP 1v1 sean e11a>i misma
s,:e npoyan en una armonía de relaciones que<br />
se dejan reducir a números, y por tanto, son<br />
fádlmente perceptibles para el entendimiento<br />
en su rn>'gos esenciales.<br />
Ya cireu1aha, en esas épocas, la metáfora<br />
drl filósofo Sehelling, de que la arquitectul'a<br />
era una música helada. Para Sehellin!!,<br />
In arquitectura es Ia forma artística inorgá<br />
J:ica de la música helada. Es la música ~n<br />
P1 e~pacio, la músi>, transcribe,<br />
para apoyar la tésis de Va.lér~', su poe<br />
C!antique des Colonnes»:<br />
ma «'ión que puede ser magistrrtlmfmte buscada.<br />
como en d ejemplo arpwl dr Mallarmé ~ C]nier~<br />
pedía un poema sn~'o qne había cedido a un<br />
:>migo, para oscurecerlo más; «Está demasiado<br />
claro a"Ím, "\'OY a oscurecerlo más, der·íale».<br />
RRta imaginación por confusión puede<br />
tambi~n aha'l'car otras obiras maestras,,<br />
eomo O~'m're en las eosmogonía'l primitivas, y<br />
m ei FnnstG de G9ethe, donde todo, según<br />
Reine, se viste con la a11ariencia de una solva<br />
enmarañada. y donde lo úniro claro y<br />
perferto que Sf:' destaca. es el retrato. de Helena<br />
en sus bodas con Fausto.<br />
La im11!.dnMión de esa especie, por un meranismo<br />
;krár~¡ico d
«Einfühlung». Provisoriamente llamamos
sentimientos vagos y no puede expresar lo pi;eciso.<br />
Pero, y aquí el autor nos recuerda a<br />
Pascal, cuando habla de la pequeñez <strong>del</strong> hombre,<br />
y de su mi:serio: ~~No es nHís que ~tnjwu:t~;<br />
el rnás débil. La men.o1· gota de agua pued,;,<br />
hacerlo perecer»,. . . pero por que sabe q1te<br />
mttet·e,· por el pensamiento y su dignidad, el<br />
hombt·e a11entaja al 1tnive1·so. Así, la Arquitectura,<br />
tan disminuida por Borissavliévitch,<br />
en el orden de la expresión, es elevada so!Jrc<br />
todas las artes en el orden de la creación. Es<br />
el arte creador pOl' excelencia, y no de imitación<br />
como las demás artes. ~ólo la música se<br />
le acerca. Las demás artes representan los<br />
objetos natuí·ales mientras que la .A.rqlútectura<br />
crea, presenta obras que no tienen mo<strong>del</strong>o<br />
en la naturalyeza.<br />
& Qué objeto natural im,ita un templo griego<br />
Y Nada. Es una creación. Un rasca cielo,<br />
una pirámide, son creaciones.<br />
Al principio pudo ser inútativa. 'l'ai columna<br />
empezó por hacer recordar a un tallo de<br />
árbol, con tal adorno decorativo se . aspiró a<br />
imitar hojas o ramas o animales. Pero aúu<br />
así, no constituyen imitaciones muertas: son<br />
estilizaciones.<br />
J.l'uera de estos titubeos iniciales, más a<strong>del</strong>ante,<br />
la Arquitectura culmina en un arte de<br />
creación por excelencia, el. más libre de todos.<br />
El hecho de que este arte sea expresado por<br />
símbolos, constituye tu1a superioridad más.<br />
Las obras de pintu1a y las esculturas repl·e<br />
::.entan cosas demasiado precisas a las cualt•s<br />
la imaginación poco puede agregar. No así,<br />
:vasa en un asunto arquitectónico o musical,<br />
un monumento funerario, una marcha fúnebre.<br />
Hal-: allí al_&o que nos parece triste y 110<br />
babemos bien por qué. Un estado de alma nos<br />
invade y nos indentificamos con ese monumento<br />
o ~a música. Vivinws en nosotros su<br />
vida. .Agréganse recuerdos y experiencias, todo<br />
un mundo de subjetivas formas y estados,<br />
es provocado por elementos que 110 tienen lUl·<br />
da de humano.·<br />
Así, ese arte es e¡ arte. de los estados de alma,<br />
llega a decir en un momento de admiración<br />
entusiasta, el arquitecto eslavo.<br />
Todo el resto de su teoría no es nlás que el<br />
desarrollo de este «leit motiv» derivado de las<br />
interpretaciones de Lipps y Wolfflin. En<br />
síntesis: la estética de la Arquitectura, pobre<br />
hasta los últimos años, había sido estudiada<br />
sólo por literatos, filósofos, arquitectos. Debe<br />
irse a la creación de t'i.na verdadera ciencia.<br />
~ta ha aparecido con le teoría de la· 2impatía<br />
36<br />
simbóiica y adquiere su mejor expiicaci6n a<br />
su vez con la hipótesis psico- fisiológica.<br />
No es posible hablar de un fenómeno humano,<br />
como el estético, sin reconocer el yo, el<br />
hombre. Debe emplearse para el estudio estético<br />
de la Arquitectura el método introspectivo<br />
unido a la observación objetiva. Jsenta el<br />
arte nuevo, está representado por la dE-riva<br />
Ción de la poesía de Mallarmé, el prrdominio<br />
y la influencia de Valt"r~r, extendiéndose 3.<br />
otros poeta..r; latinos, la nrúsic:a posterior a Debussy<br />
y la pintura cnbi~ta y ex¡wesionista.<br />
La arquitectura de Le Corbusier, rea1iza en el<br />
e-spaeio. las esquematizaeiones raeionales,densas<br />
y áridas que en lo poético intenta hacN<br />
perdurar el autor de Ohm·mes.~<br />
Brevemente, digamos que el superrealismo,<br />
&egún su programa de acción busca darnos,<br />
como expresiones artístic,as valederas ( mmúfiesto<br />
de 1924) «aut.omatismospsíquicos 'puros<br />
por medio de los cuales nos proponemos<br />
expresar verbalmente o por escrito, o de<br />
cualquier otra manera, el funcionamiento<br />
real <strong>del</strong> pensamiento:..<br />
Agréguese a tales prop6sitos, la ausenc.ia<br />
de todo contralor ejercido por la razón. No<br />
existirán, para el arte, más prPocupaciones<br />
morales ni estéticas. Los pintores y escritores<br />
de e-sta tendencia mezclAn a Fl'eud y a<br />
Bergson, a los símbolos de los sueños y a las<br />
actividades oníricas.<br />
Aragón, -en una de sus últimas obras,<br />
cnracteriza más: « El vicio llRmado superrealismo<br />
consiste en el uso inmoderado .:lel<br />
narc6t.ico imagen, de la provocación sin control<br />
de ésta por sí misma y por todo lo que<br />
supone, en el dominio de la representación,<br />
metamorfosis,» etc.<br />
Se habla, ingenuamente, por estos autortH,<br />
de ciertos poemas que tienen calidades de<br />
fotograñas <strong>del</strong> subconsciente, y se buscan<br />
aquellos n1omentos en que nos tiranizan las<br />
asociaciones libres, en mayor abundancia; los<br />
estados de divagación y los 'umbrales que conducen<br />
al sueño o nos a.lejan de él.<br />
La imaginación desligada de la inteligeneja,<br />
se entrega a evocar mi panorama de estados<br />
de conciencia que se unen a otros por asociaciones<br />
muy conocidas ya en las clínicas, en<br />
los <strong>del</strong>irios imaginativos y por ese camino<br />
erizado de fantasmas, van a presentarnos en<br />
la tela, en el poema o la narración, una realidad<br />
sublimada, superada por un desborde<br />
de la fantasía.<br />
Alrededor de ese polo din.ámic.o inferior<br />
pululan ciertas capillas de arte, que han publicado<br />
obras interesantes, pero pobres au11,<br />
y en el polo más opuesto, a la manera do Sócrates<br />
en la antigiiedad, que salvó a la filo.<br />
sofía griega de ·la confusión de la sofística,<br />
por medio de un método riguroso, Paul Yaléry<br />
intenta anudar con ligaduras clásic.-:ts<br />
a la poesía moderna, y salvarla de la nebulosidad<br />
y el caos que siguió a la guerra, po~·<br />
medio de su culto a la clat•idad v a la razón:.<br />
Dicta frases como esta «El espí·~·itu humano<br />
me parece de tal manera hecho que no puede<br />
ser para sí mismo incoherente».<br />
En una conferencia de este invierno. sobre<br />
Herrera y R~issig sostuvimos qu~ IJa<br />
Torre de las Esfinges de este autor, es una<br />
poesía superraelista, un desborde <strong>del</strong> inconsciente,<br />
y que todo aquel material eaótico fluye<br />
de la entraña misma <strong>del</strong> hombre.<br />
Aquí, si alguien fuga y desaparece es el<br />
artista, el poet,a, para dejar en todo su señorío<br />
al hombre, que se confiesa arbitrariamente,<br />
dando libertad y pret-endiendo conceder<br />
crede:p.cial de arte a ló que sin censura le<br />
entrega, en forma larvaria e incandescente<br />
aun por el e.a.lor humano que lo envuelve, el<br />
inoonsciente.<br />
-~Í es que por ese lado no hay deshumanizaci6n<br />
posible. Si pasamos al álgebra superior<br />
de las metáforas, a la poesía que de lfa.<br />
llarmé desciende, y que tiene todo el aspecto<br />
de ct·eació?~, de algo agregado a ]o existente,<br />
vemos como se identifican esa poesía y la<br />
músiea debussyana, s-i S(}n así, a las matemáticas<br />
y a la arquitectura que estudiamos hace<br />
un momento. Son creaciones de la imaginación<br />
y <strong>del</strong> razonamiento. La razón, siempre<br />
que se demuestre que no es el sentimien<br />
-to intelectualizado y refinadísimo, i.nfnndt><br />
realidad a esa belleza.<br />
La razón ~' hay algo más propio dei<br />
hombre, algo más 1t1t111ano que 1{! ·ra<br />
SÓ?~ l «Hay que crear un poema como la<br />
naturaleza crea un árboh c1ice un joven escritor,<br />
que tuvo teóricamente la posición histórica<br />
mejor para ser el corifeo de un arte<br />
nuevo, en mi concepto, pero que no llegó<br />
aún a la ejecución, definitiva. En el poeta<br />
Huidobro, en sus teorías, mezclas de principios<br />
originales y de sugereneias ajenas, p
adivinarse la posibilidad de Ull arte diferenciado<br />
de lo anterior, pero en lo que se realiz6<br />
hasta ahora por parte de los adeptos,<br />
s6Io se vislumbra el anticipo de una obra seria.<br />
Ree.ojamos aquí el nombre acertado de<br />
«Creacionismo» con que podría comprenderse<br />
un con<strong>jun</strong>to de escuelas modernas con estos<br />
principios, en general:<br />
«Reducir la lírica a la metáfora, abolir la::~<br />
prédicas, la nebulosidad rebuscada, las confesiones,<br />
busca1• la adjetivación concisa y<br />
abreviada; suprimir la anécdota, la sensibilidad,<br />
la emoción tierna (Borges) ».<br />
Tal vez, lo que más se creyó que deshumanizaría<br />
al arte moderno sería esta falta de<br />
emotividad. Se puede oir música sin emo.<br />
eiones gracias a Debussy, se dijo. Esto es<br />
difícil que suceda. Sólo que no se comprenda<br />
a Debussy. Pero e1 ataque va dirigidn<br />
contra la música romá.ntica ;.r pnede élecirse<br />
que la reaeción es cmitra todo lo romántico.<br />
Pero lo humano, y esta es una adquisición indestructible,<br />
no es sólo lo afectivo y en la<br />
emoción estética superior, nadan, flotan y<br />
dominan las ideas como Jesús sobre las aguas.<br />
Es tan humano, es más humano tal vez lo representativo<br />
o racionalmente creado, que lo<br />
demás, cuando el arte es más grande y puro.<br />
Si el arte nuevo actúa. tal como se refie1·en<br />
estas líneas, como una tendencia a la creación,<br />
a acercarse a lo que más enorgullece<br />
a la humanidad en el orden racional, como<br />
ser la arquiteetura, la lógica y las matemáticas,<br />
ese arte moderno está suprahumanizado<br />
también, aunque esté libre de impurezas sen·<br />
timentales y de balbuceos <strong>del</strong> inconsciente.<br />
Roustan. - Psychologie.<br />
Dumas. - Psyehologie .<br />
Valéry. - Eupalinos ou l'architecte.<br />
Ortega. y Gasset. - La deshumanización. <strong>del</strong><br />
arte.<br />
BoriBBavlievic.ht. - Les thcories de l'raehitec·<br />
ture.<br />
Neuman. -Sistema. de Estética.<br />
Lipps. - Estética.<br />
Hegel. - Estética.<br />
Lagreslile. - Esquiase d' una Esthetique inte·<br />
gra.le •.<br />
O:BltAS DE OONSUL'l'A.<br />
Así es que ni el superrealismo ni el ultraísmo,<br />
ni el arte de Valéry, son artes deshumanizados,<br />
por su origen y sus consecuencias.<br />
Muy al contrario, en ellos, todo brota<br />
<strong>del</strong> individuo; nada deben a la raza, ni al<br />
medio, ni a la religión. En cuanto a las otras<br />
corrientes <strong>del</strong> arte contemporáneo, la social,<br />
la dinámica de \Vhitman y Verhaeren, la nmsieal<br />
de los simbolistas, la religiosa, la popular<br />
de Tolstoy y el comunismo, no entran<br />
por definición, en la deshumanización. Llegamos,<br />
pues, para terminar a la afirmación<br />
de que la deshumanización <strong>del</strong> arte no existe.<br />
Bs una expresión sin sentido. Podría cultivarse<br />
un arte no muy comtmicable a los demás,<br />
un arte exquisito que sólo es el goce de<br />
una minoría, pero eso ocurre porque se trata<br />
<strong>del</strong> producto alquitarado de un g:rupo de<br />
hómbres excepcionalmente dotados, y, si no<br />
alcanzan al resto de la sociedad, a las muchedumbres,<br />
es porque en éstas las funciones<br />
esenciales y jerárquicas <strong>del</strong> ser humano se<br />
hallan aún impuras, cerca de la naturaleza,<br />
no humw111izada.s, en una palabra, más que<br />
parcialmente.<br />
Es el fenómeno observado siempre en las<br />
artes y por lo tanto toda insistencia implica<br />
demasía. Tampoco son populares, ni lo serán<br />
jamás, las matemáticas superiores, la tragedia<br />
clásica, la música de Wagner, la lógica,<br />
y a nadie se le ha ocurrido proclamar que estas<br />
creaciones <strong>del</strong> espíritu <strong>del</strong> hombre son<br />
deshumanizaciones <strong>del</strong> mismo.<br />
EMILIO 0RIBB<br />
Platón. -Fedro- La Rep11blica.- Yon.<br />
Croee. - Estética.<br />
Schopenhauer. - El mundo com, POR l uts GIORDÁJ;O<br />
Editorial LA CRUZ DEL Stm.<br />
Del libro en preparación «Luciano y los violi·<br />
nes:~>, saltó «Suicidio frustrado> como una cortante<br />
astilla. de la hélice celosa y moviente que anima<br />
y vivific.a el espíritu de Giordano.<br />
19Hl. Llovizna y viento fuerte <strong>del</strong> Sur.<br />
El empalme de 18 y Constituyente, lavado por<br />
el agua que cae oblicua, muestra las parnlPlas<br />
de los rieles inmutables en su estiramiento hasta<br />
e1 suburbio. Los rieles, manAos para el tranvía:, es.<br />
quivan ·la resbalizada superficie a los pneumáticos<br />
ávidos de mecinrlento.<br />
El Centenario, con vidrios trashíeidos, focos<br />
blancos y letrero chillón, abriga la orquesta en·<br />
;jaulada. en un kiosko amarillo, temerosa <strong>del</strong> frío<br />
de la. calle.<br />
Giordano ·y su sombrero Sériziat, con bufanda.<br />
oliendo a abrazo de mujer, entra ágil el café-can·<br />
tan te.<br />
Servidumbre condescendiente. Lustra-botas en·<br />
mohecido que maldice la lluvia y mira irritado<br />
los zapat.os de goma de los espectadores.<br />
Aserrin húmedo que se adhiere al calzado mojado<br />
de llovizna.<br />
Gotear resfriado ele los paraguas de los clientes.<br />
La. cantante criolla tiene voz de hambre.<br />
El tennr r.<br />
Giordano o(be lo. tercera. Ginebra. t:En qué está<br />
pensando este hedonista de razat<br />
&En las clases de esgrima que le !Pdvan la ana·<br />
tomia <strong>del</strong> brazo {lereeho, en las bancleras rojas de<br />
la 111tima. manifestación batllista, en el matorral<br />
<strong>del</strong> 'río Yi, en Yasali, en Saint Pol-Roux o en el<br />
r.peluquero de la 8.:~>9<br />
~Estuvo acaso Ludovieo eu el café-cantante de<br />
18 y Constituyente o lo conoce a trav(is <strong>del</strong> relato<br />
de Renée Chevalierf<br />
Giordano tiene en su mano un manojo de nue·<br />
"'M experiencias estéticas. Lu aprieta, las mod¡•la<br />
y luego las suelta.<br />
De noche, oye el tic-tac de las tijeras de :Uada·<br />
me Alpbónse que peina. a Renée Chevalier míen·<br />
tras la coiffeuse de luxe saea sus chismes de en·<br />
tre frascos de perfume.<br />
Diez años después, la subconsciencia de Ludo·<br />
vicn, que alnta.cen6 todo el bagaje de· ·sensaciones<br />
y recuerdos de· las «est&ciones:. en el Oentena:rio,<br />
ha heého florecer no un rosal fin de siglo de aroma<br />
suave, sino Uiia planta. n1etálica y trepidante,<br />
de perfume inédito, .de construcción ''ertiginos:a y<br />
flores de ensoi1ámíeuto <strong>del</strong>!én:focado.<br />
G R F í<br />
Algunas visitas a los transatlánticos de gran tonelaje<br />
y comodidades sibaríticas: la observación<br />
<strong>del</strong> estuario en sus andanzas por Buenos Aires y<br />
un pasajero pero violento estado febril que lo hizo<br />
nadar por encima. de la realidad objetiva, liberado<br />
de las leyes de la mecánica, de las recetas litera•<br />
rías y de las convenciones predicadas en los ma·<br />
nualt's para uso de las seiíoritas <strong>del</strong> Ejército :t'-reali~ta, don·<br />
de na,regan a. todo motor Paul Eluard, Robert De·<br />
nos ,André Breton, Lonis Aragon, Philippe Sou·<br />
·pault, Joseph Deltei\, Antonin Artaud y otro~<br />
ca'becillas patentados de la Revolución <strong>del</strong> 5 ce<br />
n1ayo ·ie 1925.<br />
Alvaro GUillot Muftoz.<br />
«CONCRl!.CIONBS) POR. CARLOS BENVENUTO<br />
Editorial LA CRUZ DEL Stllt.<br />
Este libro es .un hombre. Respira, anda, gesticula,<br />
pelea, grita, eanta... y un hombre joven: apasionamiento,<br />
radicalismo, entusiasmos· de nií'í.o ante el<br />
deslumbrante juguete espiritual de una idea, .de<br />
un sistema, de una. emoción, de una actitud,
se EscENAS o:e:<br />
LA Gu:e:RRA I>l!L<br />
PARAGUAY, POR ~ANUEL GALVEZ<br />
Era.. menester un escritor de las conc1irions v<br />
los recursos <strong>del</strong> señor Gálvez, para acometer co~<br />
buen éxito la pintura <strong>del</strong> eMenario en que se des·<br />
arrolló la guerra llamada <strong>del</strong> Paraguay, y de su!J<br />
escenas espantosas.<br />
Es tal el horror de esa lucha. inaudita, tal es el<br />
derroche de heroicidades y crueldades, que .. ae re·<br />
querirí.a, come bien lo dice el novelista perplejo<br />
ante un hecho que paraliza Ru pensamiento, la pluma<br />
de un Homero para animar los espectros trágicos<br />
do los actores.<br />
El cúmulo de rasgos exrrpeionales, el despredo<br />
d, POR SALOMÓN WAPNIR<br />
Editorial Tor, Buenos Aires.<br />
Hemos recibido estos dos libros <strong>del</strong> conocido<br />
escritor argentino señor Salomón Wapnir. En el<br />
primero, destinado a 1:1 crítieu, nos da a conocer<br />
en varios e interesantes artíeulos, sus opiniones<br />
sobre la misión <strong>del</strong> Arte y sobre la nueva sensibilidad.<br />
Lamento tener que manifestar que no comparto<br />
los puntos de vista <strong>del</strong> señor iVapnir Tespecto<br />
a esas cuestiones. Bl señor Wapnir parece<br />
c.reer que la <strong>del</strong> Arte puede ser una actividad subalterna<br />
de otras finalidades y que no th•ne, por<br />
lo tanto, un fin en si mismo. En lo que respecta<br />
a la nueva sensibilidad, lo que el señor Wapnir<br />
demuestra, es que no la ha profundizado snfidclitementl',<br />
qui7.1Í por baberlt; juzgado «a priori» poco<br />
de acuerdo con sus convicciones sociales. Exagerados<br />
me parecen también los elogios que hace<br />
a uu e~erito:r de segundo orden como lo e,; J"ea11<br />
P>tul, y a un poeta tan palabrero, t"latral<br />
y r.ipioso como el señor Capdevila. En «La sombl'a<br />
imperialish»., folleto de combate.. a pesar de<br />
no eon1partir totalmente sus ideas, encuentro m:i.a<br />
acertado al seii¡rr Wapnir, cuyo temperamento más<br />
que critico r~n el tttY.rerro sL·reuo <strong>del</strong> Arte es conibat.ivo<br />
en el terreno de lo soda!, lo político y lo<br />
(!eoo. - La Habana.<br />
La. Utera.tura: cubana, en extensión y profundidad,<br />
debe mucho a su actual promoción de j6venes<br />
eseritores. Dentro de esta prom.oeión, se de·<br />
:nuncia un grupo minoritario que circunda. y forma.<br />
la revista «<strong>1929</strong>» y que ''iene haciencln en la Gran<br />
Antilla una admirable labor de valoración, conseiente<br />
y eficaz, digna de ser muy tenida en cuenta<br />
por quien a.spira a poseer un conocimiento cabal<br />
de los problemas de orden americano, tan comunes<br />
a todos los pueblos <strong>del</strong> continente.<br />
Conforta de optimismo la serenidad razonada y<br />
culta de esta promoción literaria de Cuba que<br />
acota y orienta con sus e:;critos y comentarios sagaces,<br />
la vida plena de la joven república. La deshumanizaeión<br />
<strong>del</strong> arte no es, afortunadamente, muy<br />
tenida en cuenta por aquellos > tan cercanos<br />
al trópico. A ese trópico que const:ultemente agobiamos<br />
con toda cuanta tontería se produce mundo<br />
a<strong>del</strong>aute, y cuyo origen desconocemos. Hay que<br />
ir dejando a un lado, por alfabetismo, el manido<br />
estribillo <strong>del</strong> tropicalismo. Hay mucho que aprender<br />
de esa juYentud que en Cuba labora tenazmente,<br />
conseientmeente, por la elevación moral y material<br />
<strong>del</strong> nivel en que se desenvuelve.<br />
Ahora es un libro de Jorge 3.fañach, ,<br />
de 1:tarinello, o ~:Los Cqnouistadores::. y ~H r<br />
cules en ,J oleos» de Emilio Gaspar Rodríguez.<br />
dndagacíón <strong>del</strong> Choteo:> sería tanto como dndagacíón<br />
de la Cachada», de por acá.<br />
La piedra lanzada por Jorge Mañach en la<br />
laguna, es certera y lleva ímpetu de altura. Las<br />
eircnnfercncias concéntricas de esta nueva obra <strong>del</strong><br />
escritor cubano llegan hasta la orilla misma, y<br />
en. ella se deshacen, plenas de sugerencias y de<br />
interrogantes.<br />
Con parecer el tema en sí limitado a ecuaciones<br />
de reducida trascendencia, Jorge Jl.fañach logra<br />
sacar de él muy .serias advertencias para el futuro,<br />
y más aún para esta «época arisca a toda<br />
gravedad» en que vivimos.<br />
La habilidad y la cultura <strong>del</strong> escritor cubano,<br />
dan como posible origen y extensión <strong>del</strong> «choteo><br />
una no aeeptae.i6n de jerarquías, y como extensión<br />
<strong>del</strong> mismo en el medio, el deseo manifiesto<br />
de esta époea presente de no enfrentarse eon los<br />
gründes problemas humanos y sociales que ella<br />
misma ha.. creado.<br />
Rehuir los grandeg problemas palpitantes dejando<br />
al tiempo la solución de los mismos, mala<br />
o buena, errónea o acertada, puetle ser incapacidad.<br />
Jorge Maiiaeh no acusa tlln afirmativamen·<br />
te, pero insinúa la posibilidad.<br />
A.l través de las 88 páginas que integran la<br />
conferencia de Mañach, salta un optimismo jovial,<br />
un hervor de juventud que no ha sido apagado<br />
aún, ni seguramente lo será nunca, por las serias<br />
cliseiplinas a que el autor ha sometido su inte·<br />
lecto.<br />
Hervor de Juventud que le hace finalizar su<br />
obra con las siguientes palabras:<br />
-::El Choteo como líbertinaje mental está a la<br />
defensiva. Ha llegado la. hora. de ser críticamente<br />
alegres, disciplinadamente audaces, conscientemente<br />
irrespetuosos.»<br />
J. S.<br />
40
«EXAMEN DE CONCIENCIA>, POR GuiLLERMO<br />
DE ToRRE<br />
A Jos fl'('S :>ño~ l1e aparecer Literaturas Europeas<br />
de Vanguardia, Guillermo de Toue, eon «Exa·<br />
men de Conciencia», da una ,·uelta más al conmutador<br />
e.ritidsta, y proyecta, con un seguro y ajus·<br />
tado juego de llave, otro penetrante haz de soste<br />
Ilidas luces sobre los planos de la creación estética<br />
contenrporánea.<br />
En el in8taute de m(udma intensidad y de ten<br />
~ión extrema tlel ultruí~1uo, Guillermo Torre soltó<br />
su manifiesto de 1920, y poco después hiz.o mover<br />
Hélices. Hubo cnt.one.es mar saendido, aire revuelto,<br />
manHO rebaño de nubes que emprendieron<br />
la fuga, reguladones mecánieas que salen <strong>del</strong> honibre<br />
y vuelven a él luego ele haber andado por otros<br />
smbitos espaciales. Consecuencia:
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