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LOS TURISTORES KUNAS. ANTROPOLOGÍA DEL TURISMO ÉTNICO EN PANAMÁ 198
CAPÍTULO 7
b) Igual, cuando el otro es visto como un igual, produciéndose intercambios
y límites entre los grupos.
c) Desigual, cuando el otro es considerado como inferior y se le trata de
forma peyorativa y estereotipada. Esta es una especie de no hospitalidad
en la cual el turista es pensado como apenas un consumidor.
El turismo puede ser pensado como una forma de hospitalidad mercantilizada
(Cohen, 1974) que puede traer consecuencias positivas para los hospederos
y no solamente negativas como habrían destacado algunos autores.
Este debate abierto en el campo del turismo como ya vimos hace ya algunas
décadas, continúa a desarrollarse por otros caminos, como son los de la ética
del turismo y las limitaciones o aceptaciones de mudanzas más o menos
tolerables. El turismo, definido tradicionalmente como encuentro entre anfitriones
e invitados o productores y consumidores, es generalmente asimétrico
y desigual, lo que provoca la transformación de las normas de hospitalidad
simétrica tradicional.
En una obra del Padre Manuel María Puig (1948: 30-31), quien pasó 12
años entre los kunas, se nos dice que la hospitalidad es una de las cualidades
del kuna junto con el aseo, la limpieza, el candor, el recato, la generosidad
y la habilidad. Este ethos lleva al kuna a ofrecer comida y hamaca al visitante,
además de agua y una totuma para bañarse. El padre claretiano describe
un caso ejemplar de hospitalidad intercomunitaria, Narganá. Allí, 200 niños
estudian primaria, son de otras islas pero todos tienen su comida y casa. Las
familias hospederas reciben una retribución mensual o bimestral en especie
(plátanos, maíz o cacao) de los padres de los niños. En la misma obra se afirma
que al visitante de Kuna Yala se le ofrece “chucula”, y que esta oferta es
realizada por la mujer. El turismo ha venido a mercantilizar esta hospitalidad
tradicional kuna. Este padre llega a afirmar comparativamente: “No somos
los castellanos tan cumplidos con los amigos como los indios entre sí” (Puig,
1948: 32). Entre los kunas, cuando alguien da una prenda o regalo dice en
señal de agradecimiento: “Iti Ai Ga Sae”.
Otro padre, Severino de Santa Teresa (1959: 249) nos dice que la hospitalidad
entre kunas tiene el siguiente proceso ritual. Primero se da el “lereo” o
conversación semitonada con el cacique en la cual se habla del objeto del viaje,
información sobre la comunidad de origen y sobre como fue el viaje. Luego
se visitan las casas kunas y se toma “chucula” (cacao y banano mezclados)
acompañados del sualibet (policía kuna). Más tarde se le sirven alimentos
gratuitos al invitado. Con los no kunas, nos dice De Santa Teresa (1959: 250)
no se le sirve “chucula” y se les pregunta cuándo se van.
En las memorias del gran escritor latinoamericano Ernesto Cardenal (2002:
46), quien visitó Kuna Yala a finales de la década de 1960 y en la de los
1970, se ahonda también en esa idea de la hospitalidad kuna segmentada.
Por un lado se nos cuenta su recelo a recibir comerciantes por su temor a que
destruyan su sistema de intercambio económico recíproco. Por otro lado se
diferencia entre la hospitalidad tradicional y la hospitalidad turística, veamos
el siguiente párrafo:
“El cacique quedó satisfecho. Dijo que Yabiliguiña aún no había regresado
de Colombia, pero que podía quedarme puesto que había sido
invitado por é, y que en la isla “todo es gratis”. Tendría hamaca y comida.
“Si usted dice: no me gusta el arroz con pescado, yo quiero mi
comida, yo quiero mi cama, hay una choza que es como los hoteles
pagados de ustedes”.
El antropólogo kuna Arnulfo Prestán (1987: 50) señala en un trabajo de
antropología aplicada al turismo escrito para el IPAT lo siguiente:
“Es aconsejable que al arribar un turista a una población kuna, aunque
esté acompañado de un amigo kuna, presentarse al congreso local con el
propósito de explicar a las autoridades el objetivo de su visita y solicitarles
un permiso para recorrer las calles, tomar fotos de las ceremonias o
emprender otras actividades, de otro modo, podría surgir un problema,
por ejemplo, la decomisación de una cámara fotográfica e inclusive ser
despojado de la comunidad ya que en la práctica han surgido muchas
quejas de esta naturaleza; en cambio, cuando un turista visita a una comunidad
con un permiso previo de sus autoridades, ésta se responsabiliza
en defenderlo ante cualquier surgimiento de las vicisitudes…”