El Cielo y el Infierno
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<strong>El</strong> <strong>Ci<strong>el</strong>o</strong> y <strong>el</strong> <strong>Infierno</strong> o la Justicia Divina según <strong>el</strong> Espiritismo - Allan Kardec<br />
13. Decís que leéis en nuestro pensamiento. ¿ Podríais hacernos comprender cómo se opera<br />
esta transformación d<strong>el</strong> pensamiento?<br />
R. Esto no es fácil. Para deciros, explicaros este prodigio singular de la vista de los espíritus,<br />
sería necesario abriros todo un arsenal de agentes nuevos y sabríais tanto como nosotros, lo que no<br />
puede ser, pues vuestras facultades están limitadas por la materia.<br />
¡Paciencia! Sed buenos y llegaréis a <strong>el</strong>lo. En la actualidad sólo tenéis lo que Dios os<br />
concede, pero con la esperanza de progresar continuamente. Más tarde seréis como nosotros.<br />
Procurad, pues, morir bien para saber mucho. La curiosidad, que es <strong>el</strong> estímulo d<strong>el</strong> hombre<br />
pensador, os conduce tranquilamente hasta la muerte, reservándoos la satisfacción de todas vuestras<br />
curiosidades pasadas, presentes y futuras. Mientras tanto os diré, para responder d<strong>el</strong> modo que<br />
puedo a vuestra pregunta, que <strong>el</strong> aire que os rodea, impalpable como nosotros, lleva <strong>el</strong> carácter de<br />
vuestro pensamiento. <strong>El</strong> soplo que exhaláis es, por así decirlo, la página escrita de vuestros<br />
pensamientos, los que se leen y comentan por los espíritus que os rodean sin cesar. <strong>El</strong>los son los<br />
mensajeros de una t<strong>el</strong>egrafía divina que nada deja desapercibido.<br />
La muerte d<strong>el</strong> justo<br />
Enseguida de la primera evocación d<strong>el</strong> Sr. Sanson, hecha en la sociedad de París, un espíritu<br />
dio, bajo este título, la comunicación siguiente:<br />
“La muerte d<strong>el</strong> hombre de quien os ocupáis en este momento, ha sido la d<strong>el</strong> justo. Como <strong>el</strong><br />
día sucede naturalmente al alba, la vida espiritual ha sucedido para él a la vida terrestre, sin<br />
sacudidas, sin amargura, y su último suspiro se ha exhalado en un himno de reconocimiento y de<br />
amor... ¡Cuán pocos atraviesan así este rudo pasaje! ¡Cuán pocos después de la embriaguez y las<br />
esperanzas perdidas de la vida, consiguen la paz d<strong>el</strong> ritmo armonioso de las esferas! Así como <strong>el</strong><br />
hombre en buena salud, mutilado por una bala, sufre aún <strong>el</strong> miembro perdido, d<strong>el</strong> mismo modo <strong>el</strong><br />
hombre que muere sin fe y sin esperanza se destroza y palpita escapándose d<strong>el</strong> cuerpo y lanzándose<br />
al espacio, inconsciente de sí mismo.<br />
“Rogad por estas almas perturbadas, rogad por todo aqu<strong>el</strong> que sufre. La caridad no está<br />
restringida a la Humanidad visible. <strong>El</strong>la socorre y consu<strong>el</strong>a también a los seres que pueblan <strong>el</strong><br />
espacio. Habéis tenido de <strong>el</strong>lo la prueba palpable por la conversión tan rápida de este espíritu<br />
enternecido por las oraciones espiritistas, hechas sobre la tumba d<strong>el</strong> hombre de bien a quien acabáis<br />
de preguntar y que desea haceros progresar en la santa senda. 1 <strong>El</strong> amor no tiene límites, llena <strong>el</strong><br />
espacio, dando y recibiendo a sus divinos consu<strong>el</strong>os.<br />
“<strong>El</strong> mar se extiende en perspectiva infinita. Su último límite parece confundirse con <strong>el</strong> ci<strong>el</strong>o,<br />
y <strong>el</strong> espíritu se deslumbra con <strong>el</strong> magnífico espectáculo de estas dos grandezas. Así es que <strong>el</strong> amor,<br />
más profundo que las olas, más infinito que <strong>el</strong> espacio, debe reuniros a todos, hombres y espíritus,<br />
en la misma comunión de caridad, y obrar la admirable fusión de lo que es finito y de lo que es<br />
eterno.”<br />
Georges<br />
1. Alusión al espíritu de Bernard, quien se manifestó espontáneamente <strong>el</strong> día de los funerales d<strong>el</strong> Sr.<br />
Sanson (véase la Revista de mayo de 1862, p. 133).<br />
<strong>El</strong> Sr. Jobard<br />
Director d<strong>el</strong> museo industrial de Brus<strong>el</strong>as, nacido en Bissey (Haute-Marne), muerto en Brus<strong>el</strong>as de un<br />
ataque de apoplejía fulminante <strong>el</strong> 27 de octubre de 1861, a1a edad de 60 años<br />
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