El Cielo y el Infierno
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<strong>El</strong> <strong>Ci<strong>el</strong>o</strong> y <strong>el</strong> <strong>Infierno</strong> o la Justicia Divina según <strong>el</strong> Espiritismo - Allan Kardec<br />
aspiraciones y preferirla a la vida terrestre, es necesario no sólo creer en aqu<strong>el</strong>la, sino<br />
comprenderla. Es necesario representárs<strong>el</strong>a bajo un aspecto satisfactorio para la razón, en completa<br />
concordancia con la lógica, <strong>el</strong> buen sentido y la idea que uno se forma de la grandeza, de la bondad<br />
y de la justicia de Dios. De todas las doctrinas filosóficas, <strong>el</strong> Espiritismo es la que ejerce, bajo este<br />
aspecto, la más poderosa influencia por la fe inquebrantable que da.<br />
<strong>El</strong> espíritu formal no se limita a creer, cree porque comprende, y comprende porque se<br />
dirige a su entendimiento. La vida futura es una realidad que se descorre sin cesar a su vista. La ve<br />
y la toca, por expresarlo así, en todos los instantes. La duda no puede entrar en su alma. La vida<br />
corporal, tan limitada, se borra para él ante la vida espiritual, que es la verdadera vida. De ahí <strong>el</strong><br />
poco caso que hace de las sinuosidades d<strong>el</strong> camino y su resignación en las vicisitudes, de las cuales<br />
comprende la causa y la utilidad. Su alma se <strong>el</strong>eva por las r<strong>el</strong>aciones directas que tiene con <strong>el</strong><br />
mundo invisible, los lazos fluídicos que le adhieren a la materia se debilitan y así se opera un<br />
primer desprendimiento parcial que facilita <strong>el</strong> tránsito de esta vida a la otra. La turbación<br />
inseparable d<strong>el</strong> tránsito dura poco tiempo, porque tan pronto como se ha franqueado <strong>el</strong> paso se<br />
reconoce a sí mismo. Nada le es extraño y se da cuenta de su estado.<br />
15. Ciertamente <strong>el</strong> Espiritismo no es indispensable para obtener este resultado. Así es que no<br />
tiene pretensión de que sólo él puede asegurar la salvación d<strong>el</strong> alma, pero la facilita por los<br />
conocimientos que procura, los sentimientos que inspira y las disposiciones en la cuales coloca <strong>el</strong><br />
espíritu, a quien hace comprender la necesidad de mejorarse. Además, da los medios de facilitar <strong>el</strong><br />
desprendimiento de otros espíritus en <strong>el</strong> momento en que dejan la envoltura terrestre, y de abreviar<br />
<strong>el</strong> término de la turbación por la plegaria y la evocación. Por la oración sincera, que es una<br />
magnetización espiritual, se provoca una desagregación más pronta d<strong>el</strong> fluido periespiritual, por<br />
una evocación dirigida discretamente y con prudencia, y animando con palabras de benevolencia, se<br />
saca al espíritu d<strong>el</strong> sopor en que se encuentra y se le ayuda a reconocerse más pronto. Si está<br />
sufriendo, se le incita al arrepentimiento, <strong>el</strong> único que puede abreviar los sufrimientos. (1)<br />
1. Los ejemplos que vamos a citar presentan a los espíritus en las diferentes fases de dicha y de<br />
desgracia de la vida espiritual. No hemos ido sólo a buscarlos en los personajes más o menos ilustres de la<br />
antigüedad, cuya posición ha podido cambiar considerablemente desde la existencia que se les ha conocido y que<br />
por otra parte no ofrecerían pruebas suficientes de autenticidad. Los hemos tomado de las circunstancias más<br />
ordinarias de la vida contemporánea, porque son aqu<strong>el</strong>las en que cada uno puede encontrar más similares y de<br />
donde se pueden sacar las instrucciones más provechosas por la comparación.<br />
Cuanto más cerca está de nosotros la existencia terrestre de los espíritus, por la posición social, las<br />
r<strong>el</strong>aciones o los lazos de parentesco, tanto más interesan, y más fácil es comprobar su identidad. Las posiciones<br />
vulgares son las d<strong>el</strong> mayor número, por esto cada uno puede aplicárs<strong>el</strong>as más fácilmente. Las posiciones<br />
excepcionales atañen menos porque salen de la esfera de nuestras costumbres. No hemos acudido a las<br />
ilustraciones. Si en estos ejemplos se encuentran algunas individualidades conocidas, la mayor parte son<br />
completamente oscuras. Nombres retumbantes nada hubieran añadido a la instrucción, y habrían podido herir<br />
ciertas susceptibilidades.<br />
No nos dirigimos a los curiosos, a los que son amigos de escándalo, sino a los que quieren instruirse<br />
seriamente.<br />
Estos ejemplos podrían multiplicarse hasta <strong>el</strong> infinito, pero forzados a limitar <strong>el</strong> número, hemos hecho<br />
s<strong>el</strong>ección de los que podrían dar más luz sobre <strong>el</strong> estado d<strong>el</strong> mundo espiritual, ya sea por la situación d<strong>el</strong> espíritu,<br />
ya por las explicaciones que podían dar. La mayor parte son inéditos. Sólo algunos se han publicado ya en la<br />
Revue Spirite. Hemos suprimido de éstos los detalles superfluos, no conservando más que las partes esenciales al<br />
fin que nos proponemos aquí, y hemos añadido a <strong>el</strong>los las instrucciones complementarias a las cuales han podido<br />
dar lugar ulteriormente.<br />
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