El Cielo y el Infierno
El Cielo y el Infierno
El Cielo y el Infierno
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
<strong>El</strong> <strong>Ci<strong>el</strong>o</strong> y <strong>el</strong> <strong>Infierno</strong> o la Justicia Divina según <strong>el</strong> Espiritismo - Allan Kardec<br />
había dicho: puede morir tanto dentro de ocho días, como dentro de dos años, pero no pasará de ahí. Lo supo <strong>el</strong><br />
joven, y al momento abandonó los estudios y se entregó a todos los excesos. Cuando se le decía lo p<strong>el</strong>igroso que<br />
era en su situación esa vida desordenada, contestaba: “¡Qué me importa, puesto que sólo he de vivir dos años!<br />
¿A qué cansar mi imaginación? Yo disfruto de lo que me resta y quiero divertirme hasta <strong>el</strong> fin.”<br />
He aquí la consecuencia lógica d<strong>el</strong> nihilismo. Si este joven hubiese sido espiritista, habría sostenido: “La<br />
muerte sólo destruirá mi cuerpo, que dejaré como un vestido viejo, pero mi espíritu vivirá siempre. Yo seré en la<br />
vida futura lo que habré procurado ser en ésta. Nada de cuanto pueda adquirir en cualidades morales e<br />
int<strong>el</strong>ectuales será perdido, y redundará en provecho de mi ad<strong>el</strong>anto. Todos los defectos de que me despoje son un<br />
paso más hacia la f<strong>el</strong>icidad. Mi dicha o mi desgracia venideras dependen de la utilidad o inutilidad de mi<br />
existencia presente. Me interesa mucho aprovechar <strong>el</strong> poco tiempo que me queda, y evitar cuanto pueda<br />
debilitar mis fuerzas.”<br />
De estas dos doctrinas, ¿cuál es la preferible?<br />
Cualesquiera que sean las consecuencias, si <strong>el</strong> nihilismo fuese una verdad habría que<br />
aceptarlo. Y no serían ni sistemas contrarios, ni <strong>el</strong> temor d<strong>el</strong> mal que resultaría, los que podrían<br />
impedir que lo fuese. No hay, pues, que hacerse ilusiones. <strong>El</strong> escepticismo, la duda, la indiferencia,<br />
aumentan cada día, a pesar de los esfuerzos de la r<strong>el</strong>igión. Si la r<strong>el</strong>igión es impotente contra la<br />
incredulidad es porque le falta algo para combatirla, de manera que si permaneciese inactiva en un<br />
tiempo dado, sería infaliblemente vencida. Lo que le falta en este siglo de positivismo, en <strong>el</strong> que se<br />
quiere comprender antes que creer, es la sanción de esas doctrinas por hechos positivos, así como la<br />
concordancia de ciertas doctrinas con los datos positivos de la ciencia. Si ésta dice blanco y los<br />
hechos dicen negro, hay que optar entre la evidencia o la fe ciega.<br />
4. En tal situación, <strong>el</strong> Espiritismo viene a oponer un dique a la invasión de la incredulidad,<br />
no sólo con <strong>el</strong> raciocinio, no sólo con la perspectiva de los p<strong>el</strong>igros que trae consigo, sino más bien<br />
con hechos materiales, haciendo palpables al tacto y a la vista <strong>el</strong> alma y la vida futura.<br />
Cada uno es libre, sin duda alguna, en su creencia, de creer algo o de no creer nada. Pero<br />
aqu<strong>el</strong>los que quieren hacer prevalecer en la mente de las masas, de la juventud sobre todo, la<br />
negación d<strong>el</strong> porvenir apoyándose en la autoridad de su saber y d<strong>el</strong> ascendiente de su posición,<br />
siembran en la sociedad gérmenes de turbación y de disolución, y contraen una grave<br />
responsabilidad.<br />
5. Hay otra doctrina que asegura no ser materialista, porque admite la existencia de un<br />
principio int<strong>el</strong>igente fuera de la materia: es la de la absorción en <strong>el</strong> todo universal. Según esta<br />
doctrina, cada individuo se apropia desde su nacimiento una partícula de este principio, que<br />
constituye su alma, y le da la vida, la int<strong>el</strong>igencia y <strong>el</strong> sentimiento. A la muerte, ese alma<br />
vu<strong>el</strong>ve al centro común y se pierde en <strong>el</strong> infinito, como una gota de agua en <strong>el</strong> océano.<br />
Esta doctrina, sin duda alguna, es preferible al materialismo puro, puesto que admite algo, y<br />
<strong>el</strong> otro no admite nada. Pero las consecuencias son exactamente las mismas. Que <strong>el</strong> hombre sea<br />
sumido en la nada o en un depósito común, es igual para él. Si en <strong>el</strong> primer caso está destruido, en<br />
<strong>el</strong> segundo pierde su individualidad, esto es, como si no existiera. Las r<strong>el</strong>aciones sociales quedan<br />
destruidas, lo esencial para él es la conservación de su yo. Sin esto, ¿qué importa ser o no ser? <strong>El</strong><br />
porvenir para él es siempre nulo, y la vida presente es lo único que le preocupa e interesa. Desde <strong>el</strong><br />
punto de vista de sus consecuencias morales, esta doctrina es tan malsana, tan desconsoladora, tan<br />
excitante d<strong>el</strong> egoísmo como <strong>el</strong> materialismo puro.<br />
6. Se puede, además, formular la objeción siguiente contra esa doctrina: todas las gotas de<br />
agua procedentes d<strong>el</strong> océano se asemejan y tienen propiedades idénticas, como las partes de un<br />
mismo todo. ¿Por qué las almas, si proceden de ese gran océano de la int<strong>el</strong>igencia universal, se<br />
asemejan tan poco? ¿Por qué <strong>el</strong> genio al lado de la estupidez? ¿Las virtudes más sublimes al lado de<br />
los vicios más vergonzosos? ¿La bondad, la dulzura, la mansedumbre, al lado de la maldad, de la<br />
cru<strong>el</strong>dad y la barbarie? ¿Cómo difieren tanto unas de otras partes de un todo homogéneo? Se dirá.<br />
Acaso, que es la educación la que las modifica. Pero entonces, ¿de dónde proceden las cualidades<br />
Página 8