El Cielo y el Infierno
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<strong>El</strong> <strong>Ci<strong>el</strong>o</strong> y <strong>el</strong> <strong>Infierno</strong> o la Justicia Divina según <strong>el</strong> Espiritismo - Allan Kardec<br />
4.º Si después d<strong>el</strong> cese completo de la vida orgánica existen todavía numerosos puntos de<br />
contacto entre <strong>el</strong> cuerpo y <strong>el</strong> periespíritu, podrá <strong>el</strong> alma sentir los efectos de la descomposición d<strong>el</strong><br />
cuerpo hasta que <strong>el</strong> lazo se rompa enteramente.<br />
De esto resulta que <strong>el</strong> sufrimiento que acompaña a la muerte está subordinado a la fuerza de<br />
adherencia que une <strong>el</strong> cuerpo al periespíritu. Que todo lo que pueda menguar esta fuerza y favorecer<br />
la rapidez de la separación hace <strong>el</strong> tránsito menos penoso. En fin, que si la separación se opera sin<br />
ninguna dificultad, <strong>el</strong> alma no experimenta ninguna sensación desagradable.<br />
6. En <strong>el</strong> tránsito de la vida corporal a la vida espiritual se produce también otro fenómeno de<br />
una importancia capital: es <strong>el</strong> de la turbación. En este momento, <strong>el</strong> alma experimenta un sopor que<br />
paraliza momentáneamente sus facultades y neutraliza, en parte al menos, las sensaciones. Está, por<br />
expresarlo así, cataleptizada, de modo que casi nunca es testigo consciente d<strong>el</strong> último suspiro.<br />
Decimos casi nunca, porque hay un caso en que puede tener conciencia de <strong>el</strong>lo, como veremos<br />
después. La turbación puede, pues, considerarse como <strong>el</strong> estado normal en <strong>el</strong> instante de la muerte.<br />
Su duración es indeterminada, varía de algunas horas a algunos años. A medida que se disipa, <strong>el</strong><br />
alma está en la situación de un hombre que sale de un sueño profundo. Las ideas son confusas,<br />
vagas e inciertas. Se ve como al través de una niebla, poco a poco la vista se aclara, la memoria<br />
vu<strong>el</strong>ve, y se reconoce.<br />
Pero este despertar varía según los individuos. En unos es tranquilo y experimentan una<br />
sensación d<strong>el</strong>iciosa, mientras que en otros está lleno de terror, de ansiedad, y produce <strong>el</strong> efecto de<br />
una terrible pesadilla.<br />
7. <strong>El</strong> momento d<strong>el</strong> último suspiro no es, pues, <strong>el</strong> más penoso, porque, ordinariamente, <strong>el</strong><br />
alma no tiene conciencia de sí misma. Pero antes sufre por la desagregación de la materia durante<br />
las convulsiones de la agonía, y después, por las angustias de la turbación. Apresurémonos a<br />
declarar que este estado no es general. La intensidad y la duración de este sufrimiento están, como<br />
hemos dicho, en razón de la afinidad que existe entre <strong>el</strong> cuerpo y <strong>el</strong> periespíritu. Cuanto más grande<br />
es esta afinidad, mayor es y más penosos son los esfuerzos d<strong>el</strong> espíritu para separarse de sus lazos.<br />
Pero hay personas en las cuales la cohesión es tan débil, que la separación se opera por sí misma y<br />
naturalmente. <strong>El</strong> espíritu se separa d<strong>el</strong> cuerpo como un fruto maduro cae de su tallo. Esto sucede<br />
con las muertes tranquilas y de apacible despertar en la otra vida.<br />
8. <strong>El</strong> estado moral d<strong>el</strong> alma es la causa principal que influye sobre la mayor o menor<br />
facilidad de la separación. La afinidad entre <strong>el</strong> cuerpo y <strong>el</strong> periespíritu está en razón de la adhesión<br />
d<strong>el</strong> espíritu a la materia. Está en su máximum en <strong>el</strong> hombre cuyas preocupaciones se encuentran<br />
todas en la vida y goces materiales, y es casi nula en aqu<strong>el</strong> cuya alma purificada se ha identificado<br />
con anticipación con la vida espiritual. Puesto que la lentitud y la dificultad de la separación están<br />
en razón d<strong>el</strong> grado de depuración y desmaterialización d<strong>el</strong> alma, depende de cada uno hacer <strong>el</strong><br />
tránsito más o menos fácil o penoso, agradable o doloroso.<br />
Sentado esto, a la vez como teoría y como resultado de la observación, nos queda por<br />
examinar la influencia de la clase de muerte sobre las sensaciones d<strong>el</strong> alma en <strong>el</strong> último momento.<br />
9. En la muerte natural, la que resulta de la extinción de las fuerzas vitales por la edad o la<br />
enfermedad, la separación se opera gradualmente. En <strong>el</strong> hombre cuya alma está desmaterializada y<br />
cuyos pensamientos se han desprendido de las preocupaciones terrestres, la separación es casi<br />
completa antes de la muerte real. <strong>El</strong> cuerpo vive todavía con vida orgánica cuando <strong>el</strong> alma ha<br />
entrado ya en la vida espiritual, y no está ligada al cuerpo sino por un lazo tan débil. que rompe a la<br />
última palpitación d<strong>el</strong> corazón. En este estado, <strong>el</strong> espíritu puede haber recobrado ya su lucidez y ser<br />
testigo consciente de la extinción de la vida de su cuerpo, considerándose f<strong>el</strong>iz por haberse librado<br />
de él. Para él la turbación es casi nula. Esto no es más que un momento de sueño pacífico, de donde<br />
sale con una indecible impresión de dicha y de esperanza.<br />
En <strong>el</strong> hombre material y sensual, aqu<strong>el</strong> que ha vivido más para <strong>el</strong> cuerpo que para <strong>el</strong> espíritu,<br />
para quien la vida espiritual es nada, ni siquiera una realidad en su pensamiento, todo ha<br />
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