El Cielo y el Infierno
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<strong>El</strong> <strong>Ci<strong>el</strong>o</strong> y <strong>el</strong> <strong>Infierno</strong> o la Justicia Divina según <strong>el</strong> Espiritismo - Allan Kardec<br />
CAPITULO I<br />
<strong>El</strong> tránsito<br />
1. No se excluyen por la confianza en la vida futura los temores d<strong>el</strong> tránsito de esta vida a la<br />
otra. Muchos no temen la muerte por <strong>el</strong> hecho de morirse, lo que temen es <strong>el</strong> momento de la<br />
transición. ¿Se sufre o no se sufre en <strong>el</strong> tránsito? He aquí lo que les ocupa más, y la importancia de<br />
este asunto es tanto mayor cuanto con toda seguridad nadie puede evitarlo. Puede uno dejar de<br />
hacer un viaje terrestre, pero aqu<strong>el</strong> camino han de recorrerlo todos, ricos y pobres, y por doloroso<br />
que sea, ni la clase social, ni la fortuna, pueden endulzar su amargura.<br />
2. Al ver la calma de ciertas muertes y las terribles convulsiones de la agonía en algunas<br />
otras, se puede ya considerar que las sensaciones no son siempre las mismas. Pero, ¿quién puede<br />
hacernos una reseña respecto de esto? ¿Quién nos describiría <strong>el</strong> fenómeno fisiológico de la<br />
separación d<strong>el</strong> alma y d<strong>el</strong> cuerpo? ¿Quién nos dirá las impresiones que se sienten en este instante<br />
supremo? Sobre este punto, la ciencia y la r<strong>el</strong>igión enmudecen.<br />
¿Y por qué? Porque falta a la una y a la otra <strong>el</strong> conocimiento de las leyes que rigen las<br />
r<strong>el</strong>aciones d<strong>el</strong> espíritu y la materia; la una se detiene en <strong>el</strong> umbral de la vida espiritual; la otra en <strong>el</strong><br />
de la vida material. <strong>El</strong> Espiritismo es <strong>el</strong> lazo de unión entre las dos. Él solo puede referir cómo se<br />
opera la transición, y sea por las nociones más positivas que da de la naturaleza d<strong>el</strong> alma, ya sea por<br />
lo que informan los que han dejado la envoltura material. <strong>El</strong> conocimiento d<strong>el</strong> lazo fluídico que une<br />
<strong>el</strong> alma y <strong>el</strong> cuerpo es la clave de este fenómeno, así como de muchos otros.<br />
3. La materia inerte es insensible, éste es un hecho positivo. Sólo <strong>el</strong> alma experimenta las<br />
sensaciones d<strong>el</strong> placer y d<strong>el</strong> dolor. Durante la vida, cualquier separación de la materia se refleja en<br />
<strong>el</strong> alma, quien recibe por <strong>el</strong>lo una impresión más o menos dolorosa. <strong>El</strong> alma es la que sufre y no <strong>el</strong><br />
cuerpo. Éste no es más que <strong>el</strong> instrumento d<strong>el</strong> dolor, <strong>el</strong> alma es <strong>el</strong> paciente.<br />
Después de la muerte, estando <strong>el</strong> cuerpo separado d<strong>el</strong> alma, puede ser impunemente<br />
mutilado, porque nada siente. <strong>El</strong> alma, cuando está aislada, no sufre por la desorganización de este<br />
último. Tiene sus sensaciones propias, cuyo origen no está en la materia tangible.<br />
<strong>El</strong> periespíritu es la envoltura fluídica d<strong>el</strong> alma, de la cual no se separa ni antes ni después<br />
de la muerte, con la que no forma, por expresarlo así, más que uno, porque no puede concebirse <strong>el</strong><br />
uno sin <strong>el</strong> otro. Durante la vida, <strong>el</strong> fluido periespiritual penetra en <strong>el</strong> cuerpo en todas sus partes y<br />
sirve de vehículo a las sensaciones físicas d<strong>el</strong> alma. Por este intermediario obra también <strong>el</strong> alma<br />
sobre <strong>el</strong><br />
cuerpo y dirige sus movimientos.<br />
4. La extinción de la vida orgánica causa la separación d<strong>el</strong> alma y d<strong>el</strong> cuerpo por la rotura<br />
d<strong>el</strong> lazo fluídico que los une, pero esta separación jamás es brusca. <strong>El</strong> fluido periespiritual se separa<br />
poco a poco de todos los órganos. de modo que la separación no es completa y absoluta sino cuando<br />
no queda un solo átomo d<strong>el</strong> periespíritu unido a una molécula d<strong>el</strong> cuerpo. La sensación dolorosa<br />
que <strong>el</strong> alma experimenta en semejante momento está en razón de la suma de los puntos de contacto<br />
que existe entre <strong>el</strong> cuerpo y <strong>el</strong> periespíritu, y de la mayor o menor dificultad y lentitud que ofrece la<br />
separación. Es preciso, pues, entender que, según las circunstancias, la muerte puede ser más o<br />
menos penosa. Estas diversas circunstancias son las que vamos a examinar.<br />
5. Sentemos, desde luego, como principios los cuatro casos siguientes, que se pueden mirar<br />
como las situaciones extremas, entre las cuales hay una multitud de matices:<br />
1.º Si en <strong>el</strong> momento de la extinción de la vida orgánica estuviese operada completamente la<br />
separación d<strong>el</strong> periespíritu, <strong>el</strong> alma no sentiría absolutamente nada.<br />
2.º Si en este momento la cohesión de los dos <strong>el</strong>ementos está en toda su fuerza, se produce<br />
una especie de rasgadura que obra dolorosamente sobre <strong>el</strong> alma.<br />
3.º Si la cohesión es débil, la separación es fácil y se verifica sin sacudidas.<br />
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