El Cielo y el Infierno
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<strong>El</strong> <strong>Ci<strong>el</strong>o</strong> y <strong>el</strong> <strong>Infierno</strong> o la Justicia Divina según <strong>el</strong> Espiritismo - Allan Kardec<br />
CAPÍTULO XI<br />
De la prohibición<br />
de evocar a los muertos<br />
1. La iglesia no niega en ningún concepto <strong>el</strong> hecho de las manifestaciones. Al contrario, las<br />
admite todas, como se ha visto en las citas precedentes, pero las atribuye a la intervención exclusiva<br />
de los demonios. No hay razón para que algunos invoquen <strong>el</strong> Evang<strong>el</strong>io para impedirlas, porque de<br />
<strong>el</strong>las no habla una palabra. <strong>El</strong> supremo argumento de que se valen es la prohibición de Moisés. He<br />
aquí en qué términos se expresa con este motivo la pastoral citada en los capítulos anteriores:<br />
“No es permitido ponerse en r<strong>el</strong>ación con <strong>el</strong>los (los espíritus) ya sea inmediatamente, ya sea<br />
por intermedio de los que los evocan e interrogan. La ley mosaica castigaba de muerte esas<br />
prácticas detestables, en uso entre los gentiles: «No vayáis a encontrar los magos -dice <strong>el</strong> Libro d<strong>el</strong><br />
Levítico-, y no dirijáis a los adivinos ninguna pregunta por miedo de quedar manchados<br />
dirigiéndoos a <strong>el</strong>los» (cap. XVI. v.31). «Si un hombre o una mujer tiene un espíritu de Python o de<br />
adivinación, que sean castigados a muerte. Serán apedreados y su sangre caerá sobre sus cabezas»<br />
(cap. XX, v. 27), y en <strong>el</strong> Libro d<strong>el</strong> Deuteronomio: «Que no haya nadie entre vosotros que consulte a<br />
los adivinos, o que observe los sueños y los augurios, o que use maleficios, sortilegios y<br />
encantamientos, o que consulte a los que tienen <strong>el</strong> espíritu de Python y que practican la adivinación,<br />
o que interrogan a los muertos para saber la verdad, porque <strong>el</strong> Señor tiene en abominación todas<br />
estas cosas, y destruirá a vuestra llegada las naciones que cometan estos crímenes» (cap. XVIII, v.<br />
l0, 11, 12).”<br />
2. Es útil para la comprensión d<strong>el</strong> verdadero sentido de las palabras de Moisés, recordar <strong>el</strong><br />
texto completo, un poco abreviado, en esta cita:<br />
“No os apartéis de vuestro Dios para ir a buscar los magos, y no consultéis a los adivinos,<br />
por miedo de mancharos, dirigiéndoos a <strong>el</strong>los. Yo soy <strong>el</strong> Señor vuestro Dios” (Levítico, cap. XIX. v.<br />
32).<br />
“Si un hombre o una mujer tiene un espíritu de Python, o un espíritu de adivinación, que<br />
sean castigados de muerte. Serán apedreados, y su sangre caerá sobre su cabeza” (Ib., cap. XX,<br />
v.27).<br />
“Cuando habréis entrado en <strong>el</strong> país que <strong>el</strong> Señor vuestro Dios os dará, tened buen cuidado de<br />
no imitar las abominaciones de estos pueblos. Y que no se encuentre nadie entre vosotros que<br />
pretenda purificar a su hijo o su hija, haciéndoles pasar por <strong>el</strong> fuego, o que consulte a los adivinos,<br />
o que observe los sueños y los augurios, o que use maleficios, sortilegios y encantamientos, o que<br />
consulte los que tienen <strong>el</strong> espíritu de Python y que se entrometa en adivinar, o que interroguen a los<br />
muertos para saber la verdad. Porque <strong>el</strong> Señor tiene en abominación todas estas cosas, y<br />
exterminará todos estos pueblos a vuestra entrada por causa de estas clases de crímenes que han<br />
cometido” (Deuteronomio, cap. XVIII. v. 9. l0, 11 y 12).<br />
3. Si la ley de Moisés debe observarse rigurosamente sobre este punto, debe serlo<br />
igualmente sobre todos los otros: ¿Por qué había de ser buena en lo que concierne a las<br />
evocaciones, y mala sobre otros puntos? Es preciso ser consecuente: si se reconoce que su ley no<br />
está en armonía con nuestras costumbres y nuestra época para ciertas cosas, no hay razón para que<br />
no sea así en la prohibición de que se trata.<br />
Por otra parte, es necesario atender a los motivos que provocaron esta prohibición, motivos<br />
que tenían entonces su razón de ser, pero que no existen seguramente hoy. <strong>El</strong> legislador hebreo<br />
quería que su pueblo rompiese con todas las costumbres adquiridas en Egipto, donde la de las<br />
evocaciones estaba en uso, y era objeto de abusos como lo prueban estas palabras de Isaías: “<strong>El</strong><br />
espíritu de Egipto se aniquilará en <strong>el</strong>la, y yo derribaré su prudencia. Consultarán sus ídolos, sus<br />
adivinos, sus pitonisas y sus magos'. (cap. XIX, v. 3).<br />
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