El Cielo y el Infierno
El Cielo y el Infierno
El Cielo y el Infierno
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
<strong>El</strong> <strong>Ci<strong>el</strong>o</strong> y <strong>el</strong> <strong>Infierno</strong> o la Justicia Divina según <strong>el</strong> Espiritismo - Allan Kardec<br />
tiempo en los puestos inferiores, llevan consigo la pena, y acostumbrados al mal, les es más difícil<br />
salir de él. Pero llega un momento en que cansan de tan penosa existencia y de los sufrimientos que<br />
son su consecuencia. Entonces es cuando, comparando su situación con la de los buenos espíritus,<br />
comprenden que su interés está en <strong>el</strong> bien, y procuran mejorarse, pero lo hacen por su propia<br />
voluntad y sin que les obligue a <strong>el</strong>lo. Están sometidos a la ley d<strong>el</strong> progreso por su aptitud para<br />
progresar, mas no se les hace progresar a pesar de <strong>el</strong>los. Dios les suministra sin cesar los medios,<br />
pero son libres de aprovecharse de éstos o no. Si <strong>el</strong> progreso fuera obligatorio, no tendrían ningún<br />
mérito, y Dios quiere que tengan <strong>el</strong> de sus obras. No coloca a nadie en <strong>el</strong> primer puesto por<br />
privilegio. Éste está al alcance de todos, pero no llegan a él sino por sus esfuerzos. Los áng<strong>el</strong>es más<br />
<strong>el</strong>evados han conquistado su grado, como los otros, pasando por <strong>el</strong> mismo camino que todos.<br />
22. Cuando llegan a cierto grado de depuración, los espíritus tienen misiones en r<strong>el</strong>ación con<br />
su ad<strong>el</strong>anto. Cumplen todas aqu<strong>el</strong>las que se atribuyen a los áng<strong>el</strong>es de los diferentes órdenes. Como<br />
Dios ha creado desde la eternidad, siempre se han encontrado para poder desempañar todas las<br />
misiones necesarias a la marcha y gobierno d<strong>el</strong> Universo. Una sola especie de seres int<strong>el</strong>igentes<br />
sometidos a la ley d<strong>el</strong> progreso basta, pues, para todo. Esta unidad en la Creación, con la idea de<br />
que todos tienen un mismo punto de partida, <strong>el</strong> mismo camino que recorrer y que todos se <strong>el</strong>evan<br />
por su propio mérito, está mucho más conforme con la justicia de Dios que la creación de especies<br />
diferentes más o menos favorecidas de dones naturales, que serían otros tantos privilegios.<br />
23. La doctrina vulgar sobre la naturaleza de los áng<strong>el</strong>es, de los demonios y de las almas<br />
humanas, no admitiendo la ley d<strong>el</strong> progreso, y viendo, sin embargo, seres en diversos grados, ha<br />
deducido de esto que eran otras tantas creaciones especiales. De este modo se hace de Dios un<br />
padre parcial, dándolo todo a algunos de sus hijos, mientras que impone a los otros <strong>el</strong> más rudo<br />
trabajo. No debe causarnos gran admiración que los hombres, después de tanto tiempo, no se hayan<br />
parado en estos privilegios, cuando obraban d<strong>el</strong> mismo modo con respecto a sus propios hijos, por<br />
los derechos de primogenitura y los privilegios de nacimiento. ¿Podían creer que hacían algo peor<br />
que lo que Dios hizo? Pero hoy <strong>el</strong> círculo de las ideas se ha extendido. Ven más claro, tienen<br />
nociones más <strong>el</strong>evadas de la justicia, la quieren para <strong>el</strong>los, y si no la encuentran en la tierra, al<br />
menos, encontrarla más perfecta en <strong>el</strong> ci<strong>el</strong>o. Por esto repugna a su razón cualquier doctrina en la<br />
que la justicia divina no se les manifieste en su mayor pureza.<br />
Página 69