El Cielo y el Infierno
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<strong>El</strong> <strong>Ci<strong>el</strong>o</strong> y <strong>el</strong> <strong>Infierno</strong> o la Justicia Divina según <strong>el</strong> Espiritismo - Allan Kardec<br />
pensamiento y no en las palabras, que las mejores son las d<strong>el</strong> corazón y no las de los labios,<br />
aqu<strong>el</strong>las que uno mismo dice, y no aqu<strong>el</strong>las que se mandan decir por dinero. ¿Quién se atrevería a<br />
vituperarlo por eso?<br />
2. Véase <strong>El</strong> Evang<strong>el</strong>io según <strong>el</strong> Espiritismo, Cáp. XXII, “Acción de la oración”.<br />
9. Que <strong>el</strong> castigo se verifique en la vida espiritual o en la Tierra y sea cual fuere su duración,<br />
tiene siempre un término más o menos lejano o próximo. En realidad, para <strong>el</strong> espíritu no hay más<br />
que dos alternativas: castigo temporal y graduado según la culpabilidad, y recompensa graduada<br />
según <strong>el</strong> mérito. <strong>El</strong> Espiritismo rechaza la tercera alternativa, la de la condenación eterna. <strong>El</strong><br />
infierno queda como una figura simbólica de las mayores penas, cuyo término es desconocido. <strong>El</strong><br />
purgatorio es la realidad.<br />
La palabra purgatorio rev<strong>el</strong>a la idea de un lugar circunscrito. Por esto se aplica más<br />
naturalmente a la Tierra, considerada como un lugar de expiación que está en <strong>el</strong> espacio infinito, en<br />
<strong>el</strong> que viven errantes los espíritus que padecen, y además, la naturaleza de la expiación terrestre es<br />
una verdadera expiación.<br />
Cuando los hombres hayan mejorado, no suministrarán al mundo invisible más que espíritus<br />
buenos, y éstos, encarnándose, no suministrarán a la Humanidad corporal más que <strong>el</strong>ementos<br />
perfeccionados. Entonces, cesando la Tierra de ser un mundo de expiación, no padecerán los<br />
hombres las miserias que son consecuencia de sus imperfecciones. Es ésta la transformación que se<br />
está verificando actualmente y que <strong>el</strong>evará la Tierra en la jerarquía de los mundos (véase <strong>El</strong><br />
Evang<strong>el</strong>io según <strong>el</strong> Espiritismo, Cáp. III).<br />
10. ¿Por qué, pues, Cristo no habló d<strong>el</strong> purgatorio? Porque no existiendo la idea, no había<br />
palabras para representarla. Se sirvió de la palabra infierno, la única en uso entonces, como<br />
expresión genérica, para designar las penas futuras sin distinción. Si al lado de la palabra infierno<br />
hubiera colocado otra equivalente a purgatorio, no habría podido fijar su verdadera significación sin<br />
decidir una cuestión reservada para <strong>el</strong> porvenir. Hubiera sido, además, establecer la existencia de<br />
dos lugares especiales de castigos. <strong>El</strong> infierno en su aceptación general, despertando la idea de<br />
castigo, contenía implícitamente la d<strong>el</strong> purgatorio, que no es más que una manera de penalidad.<br />
Debiendo <strong>el</strong> porvenir ilustrar a los hombres sobre la naturaleza de las penas, tenía que reducir por<br />
esto mismo <strong>el</strong> infierno a su justo valor.<br />
Puesto que la iglesia creyó, después de seis siglos, que debía suplicar <strong>el</strong> silencio decretando<br />
la existencia d<strong>el</strong> purgatorio, fue porque pensó que no había dicho todo. ¿Por qué no ha de suceder lo<br />
mismo en otros asuntos?<br />
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