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El Cielo y el Infierno

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<strong>El</strong> <strong>Ci<strong>el</strong>o</strong> y <strong>el</strong> <strong>Infierno</strong> o la Justicia Divina según <strong>el</strong> Espiritismo - Allan Kardec<br />

los niños a pronunciar vuestro nombre con respeto. Os pido <strong>el</strong> poder enseñarles a amaros a Vos, <strong>el</strong><br />

padre de todas las criaturas. ¡Oh! ¡Gracias, Dios mío! Soy un espíritu arrepentido, y mi<br />

arrepentimiento es sincero. Os amo tanto como mi corazón tan impuro puede comprender este<br />

sentimiento, pura emanación de vuestra divinidad. Hermano, roguemos, porque mi corazón rebosa<br />

de reconocimiento. Soy libre, he roto mis hierros, no soy un réprobo. Soy un espíritu en<br />

sufrimiento, pero arrepentido, y desearía que mi ejemplo pudiese retener en <strong>el</strong> umbral d<strong>el</strong> crimen<br />

todas esas manos criminales que veo preparadas a levantarse. ¡Oh! Deteneos, hermanos, deteneos,<br />

porque los tormentos que os preparáis serán atroces. No creáis que <strong>el</strong> Señor se deje siempre<br />

ablandar tan pronto por la oración de sus hijos. Son siglos de tormento los que os esperan.<br />

Latour<br />

<strong>El</strong> guía d<strong>el</strong> médium:<br />

Tú declaras que no comprendes las palabras d<strong>el</strong> espíritu. Considera su emoción y su<br />

reconocimiento hacia <strong>el</strong> Señor. No cree poder expresarlo y manifestarlo mejor que tratando de<br />

detener a todos esos criminales que ve y que tú no puedes ver. Quisiera que sus palabras llegasen<br />

hasta <strong>el</strong>los, y lo que no te ha dicho, porque lo ignora todavía, es que le será permitido comenzar<br />

misiones reparadoras. Irá cerca de sus cómplices a inspirarles <strong>el</strong> deseo de arrepentirse, y a<br />

introducir en sus corazones <strong>el</strong> germen d<strong>el</strong> remordimiento. Algunas veces se ven personas en la<br />

Tierra que se creían honradas ponerse a los pies de un sacerdote acusándose de un crimen. Es <strong>el</strong><br />

remordimiento que les dicta la confesión de su falta. Y si se levantara <strong>el</strong> v<strong>el</strong>o que te separa d<strong>el</strong><br />

mundo invisible, verías muchas veces un espíritu que fue <strong>el</strong> cómplice o <strong>el</strong> instigador d<strong>el</strong> crimen<br />

venir, como lo hará Jacobo Latour, a tratar de reparar su falta, inspirando <strong>el</strong> remordimiento al<br />

espíritu encarnado.<br />

Tu guía protector<br />

<strong>El</strong> médium de Brus<strong>el</strong>as que tuvo la primera comunicación de Latour, recibió más tarde la<br />

siguiente:<br />

“No temáis nada de mí. Estoy más tranquilo, pero, a pesar de <strong>el</strong>lo, sufro todavía. Dios ha<br />

tenido piedad de mí, porque ha visto mi arrepentimiento. Ahora sufro por este arrepentimiento, que<br />

me demuestra la enormidad de mis faltas.<br />

“Si en la vida hubiera sido bien dirigido, no habría hecho todo <strong>el</strong> mal que he hecho, pero mis<br />

instintos no fueron reprimidos, y obedecí a <strong>el</strong>los no habiendo conocido ningún freno. Si todos los<br />

hombres pensasen más en Dios, o al menos si todos los hombres creyeran en Él, no se cometerían<br />

semejantes maldades.<br />

“Pero la justicia de los hombres es mal entendida. Por una falta, a veces ligera, se encierra a<br />

un hombre en un presidio, que siempre es un lugar de perdición y de perversión. Sale de él<br />

completamente perdido por los malos consejos y los malos ejemplos que ha tenido. Sin embargo, si<br />

su naturaleza es lo bastante buena y bastante fuerte para resistir al mal ejemplo, al salir d<strong>el</strong> presidio<br />

todas las puertas se le cierran, todos le retiran la protección, todos los corazones honrados le<br />

rechazan. ¿Qué le queda? <strong>El</strong> menosprecio y la miseria, <strong>el</strong> abandono, la desesperación. Si siente en<br />

él buenas resoluciones para volver al bien, la miseria le empuja a todo. Entonces también él<br />

desprecia a su semejante, lo aborrece y pierde d<strong>el</strong> todo la conciencia d<strong>el</strong> bien y d<strong>el</strong> mal, puesto que<br />

se ve rechazado, a pesar de haber tomado la resolución de ser hombre de bien. ¡Para procurarse lo<br />

necesario roba, mata a veces, después... le guillotinan!<br />

“Dios mío, en <strong>el</strong> momento en que mis alucinaciones van a volverme, siento vuestra mano<br />

que se extiende hacia mí, siento vuestra bondad que me envu<strong>el</strong>ve y me protege. ¡Gracias, Dios mío!<br />

En mi próxima existencia emplearé mi int<strong>el</strong>igencia, mi bien, en socorrer a los desgraciados que han<br />

sucumbido, y en preservarles de la caída.<br />

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