El Cielo y el Infierno
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<strong>El</strong> <strong>Ci<strong>el</strong>o</strong> y <strong>el</strong> <strong>Infierno</strong> o la Justicia Divina según <strong>el</strong> Espiritismo - Allan Kardec<br />
que me cerca. Gracias, voy a orar. Adiós.<br />
C...<br />
La muerte, aun por cl suicidio, no ha producido en este espíritu la ilusión de creerse también vivo. Tiene<br />
perfecta conciencia de su estado, aunque en otros <strong>el</strong> castigo consiste en esta misma ilusión, en los lazos que les<br />
unen a su cuerpo.<br />
Esta mujer ha querido dejar la Tierra para seguir a su hijo en <strong>el</strong> mundo en que había entrado. Era<br />
preciso que supiera que estaba en ese mundo, para ser castigada, no encontrándole en él. Su castigo es<br />
precisamente <strong>el</strong> saber que no vive corporalmente, y en <strong>el</strong> conocimiento que tiene de su situación. Así es que cada<br />
falta es castigada por las circunstancias que la acompañan, y no hay castigos uniformes y constantes por las<br />
faltas d<strong>el</strong> mismo género.<br />
Doble suicidio por amor y por deber<br />
Un diario d<strong>el</strong> 13 de junio de 1862 contenía <strong>el</strong> hecho siguiente: “La Srta. Palmira, modista,<br />
que vivía con sus padres, estaba dotada de un exterior encantador, al que reunía <strong>el</strong> más amable<br />
carácter. Así es que tenía muchos pretendientes. Entre los aspirantes a su mano había distinguido al<br />
Sr. B..., que sentía por <strong>el</strong>la una viva pasión. Aunque <strong>el</strong>la también le amaba mucho, creyó, sin<br />
embargo, que debía, por respeto filial, ceder a los deseos de sus padres, casándose con <strong>el</strong> Sr. D...,<br />
cuya posición social les parecía más ventajosa que la de su rival.<br />
“Los Srs. B... y D... eran amigos íntimos. Aunque no tenían entre sí ninguna r<strong>el</strong>ación de<br />
interés, no cesaron de verse. <strong>El</strong> amor mutuo de B... y de Palmira, esposa ya d<strong>el</strong> Sr. D..., no se había<br />
debilitado en modo alguno. Como se esforzaban en comprimirlo, se aumentaba en razón de la<br />
misma violencia que se hacían. Para tratar de extinguirlo, B. .. tomó <strong>el</strong> partido de casarse. Contrajo<br />
matrimonio con una joven que poseía eminentes cualidades, e hizo todo lo posible para amarla,<br />
pero no tardó en apercibirse de que este medio heroico era impotente para curarle. Sin embargo,<br />
durante cuatro años, ni B... ni la Sra. de D... faltaron a sus deberes. Lo que tuvieron que sufrir no<br />
podría expresarse, porque D... , que estimaba verdaderamente a su amigo, le atraía siempre a su<br />
casa, y cuando quería marcharse, le obligaba a permanecer en <strong>el</strong>la.<br />
“Los dos amantes, aproximados un día por una circunstancia fortuita que no habían buscado,<br />
se comunicaron <strong>el</strong> estado de su alma, y concordaron en <strong>el</strong> pensamiento de que la muerte era <strong>el</strong><br />
único remedio de los males que sentían. Resolvieron matarse juntos, y poner su proyecto en<br />
ejecución al día siguiente, debiendo estar <strong>el</strong> Sr. D... ausente de su domicilio una gran parte d<strong>el</strong> día.<br />
Después de haber hecho sus últimos preparativos, escribieron una larga y tierna carta explicando la<br />
causa de su muerte, que se daban por no faltar a sus deberes. Terminaba con una petición de<br />
perdón, y la súplica de que fuesen reunidos en la misma tumba.<br />
“Cuando <strong>el</strong> Sr. D... entró, los encontró asfixiados. Respetó su último deseo, y quiso que en<br />
<strong>el</strong> cementerio no estuviesen separados.”<br />
Habiéndose propuesto este hecho a la Sociedad de París como objeto de estudio, contestó un<br />
espíritu:<br />
“Los dos amantes que se han suicidado no pueden aún responderos. Los veo, están<br />
sumergidos en la turbación y espantados por <strong>el</strong> soplo de la eternidad. Las consecuencias morales de<br />
su falta les castigarán durante emigraciones sucesivas, en las que sus almas desunidas se buscarán<br />
sin cesar, y sufrirán <strong>el</strong> doble suplicio d<strong>el</strong> presentimiento y d<strong>el</strong> deseo. Cumplida la expiación, se<br />
reunirán para siempre en <strong>el</strong> seno d<strong>el</strong> eterno amor. Dentro de ocho días, en vuestra próxima sesión,<br />
podréis evocarles. Vendrán, pero no se verán, una noche profunda oculta por largo tiempo al uno<br />
d<strong>el</strong><br />
otro.”<br />
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