El Cielo y el Infierno
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<strong>El</strong> <strong>Ci<strong>el</strong>o</strong> y <strong>el</strong> <strong>Infierno</strong> o la Justicia Divina según <strong>el</strong> Espiritismo - Allan Kardec<br />
<strong>el</strong> último instante tiene conciencia de la misión de que ha estado encargada, y quisiera, a pesar de la<br />
muerte, cumplir lo que no ha podido acabar. Puede ser también algunas veces una especie de<br />
castigo impuesto al espíritu que duda d<strong>el</strong> porvenir, concediéndole una prolongación de vitalidad,<br />
por la cual sufre necesariamente.”<br />
San Luis<br />
Podríamos también maravillarnos de la rapidez d<strong>el</strong> desprendimiento de este espíritu, teniendo en cuenta<br />
su adhesión a la vida corporal. Pero es preciso considerar que esta adhesión no tenía nada de sensual ni de<br />
material. Tenía incluso su parte moral, puesto que era movida por <strong>el</strong> interés de sus hijos menores. Era, además,<br />
un espíritu ad<strong>el</strong>antado en int<strong>el</strong>igencia y moralidad. Un grado más, y hubiera estado con los espíritus muy<br />
f<strong>el</strong>ices. No tenía, pues, en los lazos periespirituales la tenacidad que resulta de la identificación con la materia. Se<br />
puede decir que la vida, debilitada por una larga enfermedad, no dependía más que de algunos hilos. Hilos que<br />
quería impedir que se rompiesen. No obstante, fue castigada su resistencia por la prolongación de sus<br />
sufrimientos, que dependían de la naturaleza de la enfermedad y de la dificultad d<strong>el</strong> desprendimiento, y de esto<br />
ha resultado que, después de la libertad, la perturbación fue de corta duración.<br />
Un hecho igualmente importante se deduce de esta evocación, así como de la mayor parte de las que han<br />
tenido lugar en diversas épocas más o menos distantes de la muerte, esto es, <strong>el</strong> cambio que se verifica<br />
gradualmente en las ideas d<strong>el</strong> espíritu, y d<strong>el</strong> cual se puede seguir <strong>el</strong> progreso. En dicho espíritu se traducen, no<br />
por mejores sentimientos, sino por una apreciación más sana de las cosas. <strong>El</strong> progreso d<strong>el</strong> alma en la vida<br />
espiritual es, pues, un hecho acreditado por la experiencia. La vida corporal es la que pone en práctica este<br />
progreso. Es la prueba de sus resoluciones y <strong>el</strong> crisol donde se depura.<br />
Desde <strong>el</strong> instante en que <strong>el</strong> alma progresa después de la muerte, su suerte no puede fijarse<br />
irrevocablemente, porque la fijación definitiva de la suerte es, como hemos dicho en otra parte, la negación d<strong>el</strong><br />
progreso. Las dos cosas no pueden existir simultáneamente. Queda lo que tiene la sanción de los hechos y de la<br />
razón.<br />
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