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El Cielo y el Infierno

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<strong>El</strong> <strong>Ci<strong>el</strong>o</strong> y <strong>el</strong> <strong>Infierno</strong> o la Justicia Divina según <strong>el</strong> Espiritismo - Allan Kardec<br />

R. <strong>El</strong> espíritu no conoce <strong>el</strong> valor de las distancias tales como vosotros lo consideráis.<br />

Conducido por no sé qué agente maravilloso, he visto <strong>el</strong> esplendor de un ci<strong>el</strong>o como sólo nuestros<br />

sueños podrían realizarlo. Esta correría a través d<strong>el</strong> infinito se hizo tan rápidamente, que no puedo<br />

precisar los instantes empleados por mi espíritu.<br />

4. ¿Actualmente gozáis de la dicha que habéis entrevisto?<br />

R. No. Mucho desearía poder gozar de <strong>el</strong>la, pero Dios no me puede recompensar así. Me he<br />

reb<strong>el</strong>ado muy a menudo contra los pensamientos benditos que dictaba mi corazón, y la muerte me<br />

parecía una injusticia. Médico incrédulo, tomé en <strong>el</strong> arte de curar una aversión contra la segunda<br />

naturaleza, que es nuestro movimiento int<strong>el</strong>igente y divino. La inmortalidad d<strong>el</strong> alma era una<br />

ficción propia para seducir las naturalezas poco <strong>el</strong>evadas. Sin embargo, <strong>el</strong> vacío me espantaba,<br />

porque he maldecido muchas veces este agente misterioso que hiere sin tregua ni descanso. La<br />

filosofía me había extraviado sin hacerme comprender toda la grandeza d<strong>el</strong> Eterno, que sabe<br />

repartir <strong>el</strong> dolor y la alegría para la enseñanza de la Humanidad.<br />

5. ¿Cuando ocurrió vuestra verdadera muerte, os reconocisteis al momento?<br />

R. No. Me reconocí durante la transición que mi espíritu sufrió para recorrer los lugares<br />

etéreos. Pero después de la muerte real, no. Han sido precisos algunos días para reconocerme.<br />

Dios me había concedido una gracia. Voy a deciros la razón.<br />

Mi incredulidad primera no existía. Antes de mi muerte creí, porque después de haber<br />

sondeado científicamente la materia que me echaba a perder, no había encontrado, al cabo de<br />

razones terrestres, más que la razón divina. <strong>El</strong>la me había inspirado, consolado, y mi ánimo era más<br />

fuerte que <strong>el</strong> dolor. Bendecía lo que había maldecido. <strong>El</strong> fin me parecía la libertad. ¡<strong>El</strong> pensamiento<br />

de Dios es grande como <strong>el</strong> mundo! ¡Oh! Qué supremo consu<strong>el</strong>o es la oración que da ternuras<br />

inefables. Es <strong>el</strong> <strong>el</strong>emento más seguro de nuestra naturaleza inmaterial. Por <strong>el</strong>la he comprendido, he<br />

creído firmemente, soberanamente, y por esto Dios, escuchando mis oraciones benditas, ha tenido a<br />

bien recompensarme antes de acabar mi encarnación.<br />

6. ¿Se podría decir que estabais muerto la vez primera?<br />

R. Sí y no. <strong>El</strong> espíritu, habiendo dejado <strong>el</strong> cuerpo, naturalmente la carne se extinguía. Pero al<br />

tomar otra vez posesión de mi morada terrestre, la vida volvió al cuerpo que había sufrido una<br />

transición, un sueño.<br />

7. ¿En ese momento, sentíais los lazos que os retenían a vuestro cuerpo?<br />

R. Sin duda. <strong>El</strong> espíritu tiene un lazo difícil de quebrantar. Le es preciso <strong>el</strong> último<br />

estremecimiento de la carne para entrar en su vida natural.<br />

8. . ¿Cómo es que en vuestra muerte aparente, y durante algunos minutos, haya podido<br />

vuestro espíritu separarse instantáneamente y sin turbación, mientras que la muerte real fue seguida<br />

de una turbación de muchos días? Parece que en <strong>el</strong> primer caso los lazos entre <strong>el</strong> alma y <strong>el</strong> cuerpo,<br />

subsistiendo más que en <strong>el</strong> segundo, <strong>el</strong> desprendimiento debía ser más lento, y lo contrario es lo que<br />

ha tenido lugar.<br />

R. Habéis hecho muchas veces la evocación de un espíritu encarnado, y habéis recibido de<br />

éste respuestas reales: yo estaba en la posición de estos espíritus. Dios me llamaba, y sus servidores<br />

me dijeron: “Ven...” He obedecido, y doy gracias a Dios por <strong>el</strong> favor especial que tuvo a bien<br />

hacerme. Pude ver lo infinito de su grandeza y darme cuenta de ésta. Gracias a vos, Señor, que<br />

antes de la muerte real me habéis permitido enseñar a los míos para que tengan buenas y justas<br />

encarnaciones.<br />

9 ¿De dónde sacabais las buenas y hermosas palabras que dijisteis a vuestra familia cuando<br />

volvisteis a la vida?<br />

R. Eran <strong>el</strong> reflejo de lo que había visto y oído. Los buenos espíritus inspiraban mi voz y<br />

animaban mi rostro.<br />

l0. ¿Qué impresión creéis que ha hecho vuestra rev<strong>el</strong>ación a los asistentes, y a vuestros hijos<br />

en particular?<br />

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