El Cielo y el Infierno
El Cielo y el Infierno
El Cielo y el Infierno
You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
<strong>El</strong> <strong>Ci<strong>el</strong>o</strong> y <strong>el</strong> <strong>Infierno</strong> o la Justicia Divina según <strong>el</strong> Espiritismo - Allan Kardec<br />
R. Os engañáis. Pero veo tantos otros espíritus más capaces que yo para tratar esta<br />
importante cuestión, que un sentimiento invencible de timidez me impide, por <strong>el</strong> momento,<br />
responderos según vuestros deseos. Puede ser que esto suceda, y entonces tendré más ánimo y<br />
atrevimiento, pero es preciso que antes lo conozca mejor. No hace más que cuatro días que he<br />
muerto. Estoy aún bajo la impresión d<strong>el</strong> encanto, d<strong>el</strong> deslumbramiento que me rodea. Amigo mío,<br />
¿no lo comprendéis? No soy capaz de expresar las nuevas sensaciones que experimento. He debido<br />
obligarme para volver en mí de la fascinación que ejercen sobre mi ser las maravillas que admiro.<br />
No puedo hacer otra cosa sino bendecir y adorar a Dios en sus obras. Pero esta situación pasará.<br />
Los espíritus me aseguran que pronto estaré acostumbrada a todas estas magnificencias, y que<br />
podré entonces con mi lucidez de espíritu tratar todas las cuestiones r<strong>el</strong>ativas a la renovación<br />
terrestre. Además de esto debéis considerar que en este momento, sobre todo, tengo una familia que<br />
consolar.<br />
Adiós y hasta luego. Vuestra buena amiga que os ama y os amará siempre, maestro mío,<br />
porque sois vos a quien he debido <strong>el</strong> único consu<strong>el</strong>o perdurable y verdadero que he conocido en la<br />
Tierra.<br />
Viuda de Foulon<br />
III<br />
La comunicación siguiente la dio para sus hijos <strong>el</strong> 9 de febrero:<br />
“Hijos míos muy amados. Dios me ha separado de vosotros. Pero la recompensa que se ha<br />
dignado concederme es muy grande en comparación con lo poco que he hecho en la Tierra. Sed<br />
resignados, mis buenos hijos a la voluntad d<strong>el</strong> Altísimo. Sacad de todo aqu<strong>el</strong>lo que ha permitido<br />
que recibierais la fuerza para soportar las pruebas de la vida. Tened siempre en vuestro corazón la<br />
firmeza de esta creencia, que ha facilitado tanto mi pasaje de la vida terrestre a la vida que dos<br />
espera, al salir de este atrasado mundo. Dios ha extendido sobre mí, después de mi muerte, su<br />
inagotable bondad, como quiso hacerlo cuando estaba en la Tierra. Dadle las gracias por todos los<br />
beneficios que os conceda. Bendecidle, hijos míos, bendecidle siempre y en todos los instantes. No<br />
perdáis jamás de vista <strong>el</strong> fin que se os ha indicado ni <strong>el</strong> camino que debéis seguir: pensad en <strong>el</strong><br />
empleo que debéis hacer d<strong>el</strong> tiempo que Dios os concede en la Tierra. Seréis en <strong>el</strong>la dichosos, mis<br />
muy amados, dichosos los unos por los otros, si la unión reina entre vosotros. Dichosos por vuestros<br />
hijos, si los educáis en <strong>el</strong> buen camino que Dios ha permitido rev<strong>el</strong>aros.<br />
“¡Oh!, si no podéis verme, sabed bien que <strong>el</strong> lazo que nos unía ahí en la Tierra no está roto<br />
por la muerte d<strong>el</strong> cuerpo, porque no era la envoltura la que nos unía, sino <strong>el</strong> espíritu. Por esta razón,<br />
amados míos, podré mediante la bondad d<strong>el</strong> Todopoderoso guiaros todavía y daros ánimo en<br />
vuestro camino para volvernos a unir más tarde.<br />
“Id, hijos míos. Cultivad con <strong>el</strong> mismo amor esta sublime creencia. Hermosos días os están<br />
reservados a los que creéis. Ya se os ha dicho, pero yo no debía verlos en la Tierra. Más, desde lo<br />
alto, contemplaré los templos venturosos, prometidos por Dios bueno, justo y misericordioso.<br />
“No lloréis, hijos míos. Que estas conversaciones fortifiquen vuestra fe, vuestro amor a<br />
Dios, que tantos dones ha derramado sobre vosotros, quien ha enviado tantas veces socorros a<br />
vuestra madre. Rogadle siempre. La oración fortifica. Conformaos con las instrucciones que yo<br />
seguía tan ardientemente durante la vida que Dios os conceda.<br />
“Volveré a vosotros, hijos míos. Pero es preciso que sostenga a mi pobre hija, que tanta<br />
necesidad tiene de mí. Adiós, hasta luego. Creed en la bondad d<strong>el</strong> Todopoderoso. Le ruego por<br />
vosotros. Hasta la vista.”<br />
Página 110