El Cielo y el Infierno
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<strong>El</strong> <strong>Ci<strong>el</strong>o</strong> y <strong>el</strong> <strong>Infierno</strong> o la Justicia Divina según <strong>el</strong> Espiritismo - Allan Kardec<br />
Me he dicho: tú eres espiritista. Olvida la tierra. Prepárate a la transformación de tu ser, y ve, por <strong>el</strong><br />
pensamiento, <strong>el</strong> sendero luminoso que debe seguir tu alma al dejar tu cuerpo, y que la conducirá<br />
dichosa y libre a las esferas c<strong>el</strong>estes en que tú debes vivir en ad<strong>el</strong>ante.<br />
Me diréis que era un poco presuntuoso por mi parte contar con la dicha perfecta al dejar la<br />
Tierra. Pero había sufrido tanto, que tuve que expiar mis faltas de esta existencia y de las<br />
precedentes. Esta intuición no me engañó, y <strong>el</strong>la es la que me dio <strong>el</strong> valor, la calma y la firmeza de<br />
los últimos instantes. Esta firmeza se ha aumentado naturalmente cuando después de mi libertad he<br />
visto mis esperanzas realizadas.<br />
P. ¿Queréis describirnos ahora vuestro tránsito, vuestro despertar y vuestras primeras<br />
impresiones?<br />
R. He sufrido, pero mi espíritu ha sido más fuerte que <strong>el</strong> sufrimiento material que le hacía<br />
sentir <strong>el</strong> desprendimiento. Me he encontrado, después d<strong>el</strong> último suspiro, como en síncope, sin tener<br />
ninguna conciencia de mi estado ni pensar en nada y en una vaga somnolencia que no era ni <strong>el</strong><br />
sueño d<strong>el</strong> cuerpo, ni <strong>el</strong> despertar d<strong>el</strong> alma. He permanecido bastante tiempo así. Después, como si<br />
saliese de un largo desmayo, me he despertado poco a poco en medio de hermanos que no conocía.<br />
Me prodigaban sus cuidados y sus caricias, me mostraban un punto en <strong>el</strong> espacio que parecía una<br />
estr<strong>el</strong>la brillante, y me han dicho: “Allí es a donde vas a ir con nosotros. Tú no perteneces a la<br />
Tierra.” Entonces he recobrado la memoria. Me he apoyado en <strong>el</strong>los, y como un grupo gracioso que<br />
se lanza a las esferas desconocidas, pero con la certidumbre de encontrar allí la dicha, hemos<br />
subido, subido, y la estr<strong>el</strong>la se engrandecía. Era un mundo f<strong>el</strong>iz, un mundo superior, donde vuestra<br />
buena amiga va a encontrar por fin <strong>el</strong> descanso. Quiero decir, <strong>el</strong> descanso debido a las fatigas<br />
corporales que he sufrido y a las vicisitudes de la vida terrestre. Pero no la indolencia d<strong>el</strong> espíritu,<br />
porque la actividad d<strong>el</strong> espíritu es un goce.<br />
P. ¿Es decir, que habéis dejado definitivamente la Tierra?<br />
R. Tengo aún en <strong>el</strong>la muchos seres que me son queridos para dejarla definitivamente.<br />
Volveré a <strong>el</strong>la, pues, en espíritu, porque tengo que cumplir una misión al lado de mis hijos. Bien<br />
sabéis, por otra parte, que ningún obstáculo se opone a que los espíritus que habitan en los mundos<br />
superiores a la Tierra vengan a visitarla.<br />
P. La situación en que estáis parece debe debilitar vuestras r<strong>el</strong>aciones con aqu<strong>el</strong>los que<br />
habéis dejado aquí.<br />
R. No, amigo mío: <strong>El</strong> amor une las almas. Creedme, se puede estar en la Tierra más cerca de<br />
los que han alcanzado la perfección que de aqu<strong>el</strong>los que la inferioridad y <strong>el</strong> egoísmo hace dar<br />
vu<strong>el</strong>tas alrededor de la esfera terrestre. La caridad y <strong>el</strong> amor son dos motores de una atracción<br />
poderosa. Es <strong>el</strong> lazo que cimenta la unión de las almas, enlazadas la una a la otra, y la continúa a<br />
pesar de la distancia y de los lugares. No hay distancia sino para los cuerpos materiales. No la hay<br />
para los espíritus.<br />
P. ¿Qué idea os formáis ahora de mis trabajos concernientes al Espiritismo?<br />
R. Encuentro que tenéis cargo de almas y que es penoso de llevar. Pero veo <strong>el</strong> fin y sé que lo<br />
alcanzaréis. Os ayudaré, si puede ser, con mis consejos de espíritu para que podáis superar las<br />
dificultades que os serán suscitadas, comprometiéndoos a propósito a tomar ciertas medidas propias<br />
para activar en vuestra vida <strong>el</strong> movimiento renovador a que se dirige <strong>el</strong> Espiritismo. Vuestro amigo<br />
Demeure, unido al Espíritu de Verdad, os será un auxilio más útil todavía. Es más sabio y lúcido<br />
que yo. Pero como sé que la asistencia de los buenos espíritus os fortifica y sostiene en vuestra<br />
obra, creed que la mía os la ofrezco siempre y por todas partes.<br />
P. Se podría deducir de algunas de vuestras palabras que no prestaréis una cooperación<br />
personal muy activa a la obra d<strong>el</strong> Espiritismo.<br />
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