El Cielo y el Infierno
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<strong>El</strong> <strong>Ci<strong>el</strong>o</strong> y <strong>el</strong> <strong>Infierno</strong> o la Justicia Divina según <strong>el</strong> Espiritismo - Allan Kardec<br />
R. Bien lo sé, ¿crees que no veo tu pensamiento como un cuadro ante mis ojos? No, como<br />
criatura no es dichosa. Al contrario, todas las miserias de vuestra vida deben alcanzarla; pero debe<br />
preconizar con su ejemplo esas grandes virtudes que vosotros tanto encomiáis. Yo la ayudaré<br />
porque debo v<strong>el</strong>ar por <strong>el</strong>la, mas no tendrá gran trabajo en superar los obstáculos. No estará en<br />
expiación, sino en misión. Tranquilízate, pues, respecto de <strong>el</strong>la, y gracias por tu recuerdo.<br />
En este momento. <strong>el</strong> médium experimenta dificultad en escribir, y manifiesta:<br />
P. Si es un espíritu que sufre <strong>el</strong> que me detiene, le suplico se nombre.<br />
R. Una desgraciada.<br />
P. ¿Queréis decirme vuestro nombre?<br />
R. Valeria.<br />
P. ¿Queréis referirme qué es lo que os ha conducido al castigo?<br />
R. No.<br />
P. ¿Os arrepentís de vuestras faltas?<br />
R. Bien lo ves.<br />
P. ¿Quién os ha conducido aquí?<br />
R. Sixdeniers.<br />
P. ¿Con qué fin lo ha hecho?<br />
R. Para que tú me ayudes.<br />
P. ¿Erais vos quien me impedía escribir ahora mismo?<br />
R. Él me ha puesto en su lugar.<br />
P. ¿Qué r<strong>el</strong>ación hay entre vosotros?<br />
R. Él me guía.<br />
P. Pedidle que una su plegaria a la nuestra. (Después de la oración, Sixdeniers vu<strong>el</strong>ve a<br />
tomar la palabra.)<br />
R. Gracias por <strong>el</strong>la, tú lo has comprendido, no te olvidaré. Piensa en <strong>el</strong>la.<br />
P. (A Sixdeniers). Como espíritu, ¿tenéis encargo de guiar a otros espíritus que sufren?<br />
R. No, pero tan pronto como conducimos uno al bien, tomamos otro, sin abandonar por esto<br />
a los primeros.<br />
P. ¿Cómo podéis bastar a una vigilancia que debe multiplicarse con los siglos hasta lo<br />
infinito?<br />
R. Comprended que los que nosotros hemos guiado, se depuran y progresan. Nos dan menos<br />
trabajo, y al mismo tiempo, nos <strong>el</strong>evamos nosotros mismos, y ascendiendo, nuestras facultades<br />
progresan, y nuestro poder irradia en proporción de nuestra pureza.<br />
Observación. Los espíritus inferiores están, pues, asistidos por los buenos espíritus, que tienen la misión<br />
de guiarles. Esta tarea no es exclusivamente propia de los encarnados, pero éstos deben concurrir a <strong>el</strong>la porque<br />
para <strong>el</strong>los es un medio de ad<strong>el</strong>anto.<br />
Cuando un espíritu inferior se interpone en una buena comunicación, como en <strong>el</strong> caso presente, sin duda<br />
que no lo hace siempre con una buena intención. Pero los buenos espíritus lo permiten, sea como prueba, sea a<br />
fin de que aqu<strong>el</strong> a quien se dirige trabaje en su mejoramiento. Su persistencia, es verdad, degenera a veces en<br />
obsesión, pero cuanto más tenaz es, tanto más demuestra cuán grande es la necesidad de asistencia. Se hace,<br />
pues, un mal en rechazarle. Es preciso mirarle como un pobre que viene a pedir limosna, y referir: “Éste es un<br />
espíritu desgraciado que los buenos me envían para que lo eduque. Si lo consigo, tendré la alegría de haber<br />
conducido un alma al bien, y de haber abreviado sus sufrimientos.”<br />
Esta tarea es a menudo penosa. Sin duda sería más agradable tener siempre buenas comunicaciones y<br />
no conversar sino con espíritus de nuestro gusto. Pero buscando nuestra propia satisfacción y rehusando las<br />
ocasiones que se nos presentan para hacer bien, no es como se merece la protección de los buenos espíritus.<br />
<strong>El</strong> Dr. Demeure<br />
Muerto en Albi (Tarn) <strong>el</strong> 25 de enero de 1865<br />
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