El Cielo y el Infierno
El Cielo y el Infierno
El Cielo y el Infierno
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
<strong>El</strong> <strong>Ci<strong>el</strong>o</strong> y <strong>el</strong> <strong>Infierno</strong> o la Justicia Divina según <strong>el</strong> Espiritismo - Allan Kardec<br />
ostentación, admirándose de que de esto pudiese hacérs<strong>el</strong>e un mérito. Jamás dejó de hacer lo mismo<br />
a los que le habían hecho un mal, y para obligarles, ponía tanto c<strong>el</strong>o como si le hubiesen hecho<br />
bien. Cuando tenía negocios con ingratos, expresaba: “No es a mí a quien debe compadecerse, sino<br />
más bien a <strong>el</strong>los.” Aunque muy int<strong>el</strong>igente y dotado de mucho talento natural, su vida, siempre<br />
laboriosa, había sido oscura y sembrada de rudas pruebas. Era una de esas naturalezas <strong>el</strong>egidas que<br />
florecen en la sombra, de quienes <strong>el</strong> mundo no habla y cuyo resplandor no brilla en la Tierra. Había<br />
adquirido en <strong>el</strong> conocimiento d<strong>el</strong> Espiritismo una fe ardiente en la vida futura y una gran<br />
resignación en los males de la vida terrestre. Murió en diciembre de 1862, a la edad de cincuenta<br />
años, a consecuencia de una dolorosa enfermedad, sinceramente sentido de su familia y de algunos<br />
amigos. Fue evocado muchos meses después de su muerte.<br />
P. ¿Tenéis un recuerdo claro de vuestros últimos instantes en la Tierra?<br />
R. Perfectamente. Este recuerdo me ha venido poco a poco, porque en aqu<strong>el</strong> momento mis<br />
ideas estaban todavía confundidas.<br />
P.. ¿Querríais, para nuestra instrucción y <strong>el</strong> interés que nos inspira vuestra vida ejemplar,<br />
describirnos cómo se ha efectuado en vos <strong>el</strong> pasaje de la vida corporal a la vida espiritual, así como<br />
vuestra situación en <strong>el</strong> mundo de los espíritus?<br />
R. Con mucho gusto. Esta r<strong>el</strong>ación no será solamente útil para vosotros, sino que lo será<br />
también para mí. Dirigiendo mis pensamientos a la Tierra, la comparación me hace apreciar mejor<br />
todavía la bondad d<strong>el</strong> Creador. Vosotros sabéis cuántas tribulaciones envolvieron mi vida terrestre.<br />
No tuve jamás falta de valor en la adversidad, ¡gracias a Dios!, y hoy día me f<strong>el</strong>icito de esto.<br />
¡Cuánto hubiera perdido si me hubiese desanimado! Tiemblo sólo al pensar que por mi cobardía, lo<br />
que he sufrido hubiera sido sin provecho y tendría que volver a empezar. ¡Oh, amigos míos! Si<br />
pudieseis penetraros bien de esta verdad, veríais que en <strong>el</strong>lo va vuestra vida futura. Ciertamente no<br />
es comprar esta dicha demasiado cara, pagándola sólo con algunos años de sufrimientos. ¡Si<br />
supieseis cuán poca cosa son algunos años en presencia de lo infinito!<br />
Si mi última existencia ha tenido algún mérito a vuestros ojos, no habríais dicho otro tanto<br />
de las que la han precedido. Sólo a fuerza de mi trabajo he alcanzado a ser lo que soy ahora. Para<br />
borrar los últimos restos de mis faltas anteriores, me ha sido preciso sufrir todavía estas últimas<br />
pruebas, que he aceptado voluntariamente. He sacado de la firmeza de mis resoluciones la fuerza de<br />
soportarlo sin murmurar. Yo bendigo hoy estas pruebas. Por <strong>el</strong>las he roto con <strong>el</strong> pasado, que no es<br />
para mí sino un recuerdo, y puedo en ad<strong>el</strong>ante contemplar con legítima satisfacción <strong>el</strong> camino que<br />
he recorrido.<br />
¡Oh, vosotros que me habéis hecho sufrir en la Tierra, que habéis sido duros y malévolos<br />
para mí, que me habéis humillado y llenado de amargura, cuya mala fe me ha reducido muchas<br />
veces a las más duras privaciones, no solamente os perdono, sino que os doy las gracias!<br />
Queriendo hacer mal, no pensabais que me hacíais tanto bien. Sin embargo, es verdad que a<br />
vosotros debo en gran parte la dicha que gozo, porque me habéis dado la ocasión de perdonar y de<br />
devolver bien por mal. Dios ha permitido que me salierais al paso para probar mi paciencia, y<br />
ejercitarme en la práctica de la caridad más difícil, la d<strong>el</strong> amor a los enemigos.<br />
No os impacientéis por esta digresión. Voy a lo que me pedís.<br />
Aunque sufrí cru<strong>el</strong>mente en mi última enfermedad, no tuve agonía. La muerte llegó como un<br />
sueño, sin luchas ni sacudidas. No teniendo miedo al porvenir, no me aferré a la vida, y por<br />
consiguiente, no tuve necesidad de luchar para romper los últimos lazos. La separación se verificó<br />
sin esfuerzos, sin dolor y sin que me diese cuenta de <strong>el</strong>lo.<br />
Ignoro cuánto duró este último sueño. pero ha sido corto. <strong>El</strong> despertar ha sido de una calma<br />
Página 99