60 y más. Número 290 - Imserso
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ocurrió algo que le marcaría para<br />
siempre: una alumna, por envidia,<br />
destruyó una pintura suya;<br />
este hecho, lejos de amedrentarla,<br />
le daría muchas <strong>más</strong> fuerzas para<br />
seguir trabajando. En aquella escuela,<br />
Maruchi permaneció tres<br />
cursos, durante los cuales supo<br />
alternar otras actividades artísticas,<br />
como clases de piano, composición<br />
musical, clases de ballet,<br />
de canto, de ópera, etc.; todo ello,<br />
en plan amateur.<br />
En 1956, se casó por primera vez<br />
en la ciudad de Palma, teniendo<br />
dos hijos, lo que obligó a que dejase<br />
su actividad artística en un<br />
segundo plano. Seis años <strong>más</strong> tarde,<br />
enviudó, y fue entonces cuando<br />
retornó su sensibilidad que<br />
tenía adormecida. Entonces, Maruchi<br />
Ripoll le dio rienda suelta a<br />
su impulso creativo, y se apuntó<br />
a la Escuela de Artes y Oficios de<br />
Palma, donde aprendió la técnica<br />
del óleo y pintó su primer cuadro:<br />
un bodegón.<br />
Su etapa contestataria<br />
Después, surgieron infinidad de<br />
obras que ya comenzaron a llamar<br />
la atención de los críticos<br />
de entonces. Aquella fue la etapa<br />
contestataria para la artista, en la<br />
cual ella supo reflejar los grandes<br />
cambios que se llevaban a cabo<br />
en la sociedad, como el divorcio.<br />
Para Maruchi, el matrimonio era<br />
una <strong>más</strong>cara, y así lo representó<br />
en un lienzo, en cuya superficie<br />
creó lo siguiente: unas manos que<br />
se unían, en el centro espacial, y<br />
detrás una <strong>más</strong>cara, alusiva a la<br />
incógnita de dicho enlace; en un<br />
lado, una pareja, rodeada de gaviotas,<br />
como amor libre; mientras<br />
que al lado opuesto, la pareja<br />
atada con unas cadenas y rostros<br />
apesadumbrados, sobre cuyas<br />
cabezas, el rostro de un niño que<br />
lloraba amargamente<br />
en forma de esqueleto,<br />
“ellos son los que<br />
pagan las consecuencias”,<br />
añade Maruchi;<br />
y, por encima de todo,<br />
la libertad, como es el<br />
divorcio, que un grupo<br />
de personas encerradas<br />
en la profundidad<br />
de un abismo, luchando<br />
por salir al exterior<br />
a través de unas cuerdas<br />
y escaleras, iluminadas<br />
con antorchas,<br />
y portadas por otros<br />
que ya habían tenido<br />
la suerte de alcanzar<br />
la libertad. Otros cuadros<br />
representativos<br />
de esta época fueron:<br />
“Repulsión”, “La mano<br />
del prepotente”; en este<br />
último, reflejó la situación de España<br />
a comienzos de la década de<br />
los setenta.<br />
Y Maruchi, con un patrimonio<br />
artístico envidiable, decide llamar<br />
a la puerta de Camilo José Cela,<br />
entonces residente en Son Armadans<br />
(Mallorca), y éste, al conocer<br />
la obra pictórica de la artista,<br />
que calificó de contestataria, no<br />
dudó en convertirse en su impulsor;<br />
aconsejándola que expusiese<br />
en Barcelona, ciudad mucho <strong>más</strong><br />
abierta a las nuevas tendencias.<br />
Y así lo hizo. Maruchi Ripoll<br />
llega a la Ciudad Condal con el<br />
apoyo moral de Cela, y una recomendación<br />
bajo el brazo para<br />
Cesáreo Rodríguez Aguilera, sin<br />
duda, uno de los <strong>más</strong> prestigiosos<br />
críticos de arte de la época,<br />
quien residía en la capital catalana.<br />
Rodríguez confirma la dimensión<br />
socio-cultural de la obra<br />
de la artista balear, y se enamora<br />
de sus lienzos. En la prestigiosa<br />
Sala Syra, en la primavera de<br />
1972, se llevaría a cabo aquella<br />
primera exposición; pero, a los<br />
pocos días, se confirmó lo que se<br />
temía: que el régimen franquista<br />
ordenase su clausurara, porque<br />
los lienzos de Maruchi condenaban<br />
la rigidez del sistema que<br />
atenazaba a la sociedad. Mientras<br />
que, por las calles de Barcelona,<br />
grupos sindicales y estudiantes<br />
de izquierdas exhibían<br />
pancartas animando a las gentes<br />
a visitar la exposición. Una de<br />
las obras expuestas representaba<br />
a unos manifestantes portando<br />
escobas, con las cuales barrían<br />
las telarañas…; detrás, una persona<br />
mayor, rodeada de latas de<br />
conservas. Poco después, Camilo<br />
José Cela escribía: “No erré<br />
en mi diagnóstico cuando, dos<br />
años atrás, auguraba a la pintura<br />
de Maruchi Ripoll un porvenir<br />
diáfano. Hechos cantan y obras<br />
son amores y no buenas razones.<br />
Y aquí la tenemos de nuevo, radiante<br />
de sabiduría y pletórica<br />
de belleza, para el mejor deleite<br />
de quienes amamos el arte”.<br />
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