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310 IWGIA - EL MUNDO INDIGENA - 2005<br />

medioambientalistas, y se reconfirmó la necesidad de una educación y<br />

promoción más coordinadas y sostenidas en relación a la cuestión minera.<br />

La creación de conciencia y la consolidación comunitaria son particularmente<br />

cruciales para las comunidades indígenas, porque como dijo<br />

un abogado ambientalista, “las comunidades indígenas [donde se encuentra<br />

la mayor parte de las zonas mineras] son la última línea de defensa<br />

contra la minería”. Será más difícil hacer campaña sobre el tema<br />

minero si los pueblos indígenas mismos permiten que la minería se lleve<br />

a cabo en sus dominios ancestrales.<br />

Mientras tanto, la IPRA ha establecido que cualquier proyecto de<br />

desarrollo que se realice o que afecte a las comunidades indígenas debe<br />

tener el libre consentimiento, informado y previo (LCIP) de estas comunidades.<br />

La Comisión Nacional para los Pueblos Indígenas (NCIP), la<br />

agencia gubernamental que está a cargo de los asuntos indígenas, había<br />

promulgado una orden administrativa en el 2002 que indicaba cómo<br />

debían asegurarse el LCIP las corporaciones y organizaciones. Las<br />

corporaciones se quejaron de que el proceso era demasiado largo y<br />

costoso, y el gobierno Macapagal-Arroyo -siempre temeroso de perder<br />

el interés de los inversores- presionó a la Comisión para que acortara<br />

el proceso. Por lo tanto, el tema de que las comunidades otorguen o no<br />

el LCIP se torna particularmente importante en la campaña contra la<br />

minería.<br />

Reestructuración de la Comisión Nacional<br />

El 27 de septiembre de 2004, la presidenta Macapagal-Arroyo promulgó<br />

una orden ejecutiva que perturbó a tres sectores básicos de la sociedad<br />

filipina: los pueblos indígenas, los granjeros y los pobres urbanos.<br />

Macapagal-Arroyo había promulgado la Orden Ejecutiva (EO 364) intitulada<br />

“Transformando el Departamento de Reforma Agraria [DAR] en el<br />

Departamento de Reforma de la Tierra [DLR]”, que apunta a apoyar una<br />

reforma de la propiedad, como una de sus tres medidas contra la pobreza<br />

y a favor de la justicia social. La presidenta entendió la reforma<br />

de la propiedad como algo que incluía no sólo la reforma agraria, sino<br />

la reforma de la tierra urbana y la reforma en los dominios ancestrales.

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