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CUADERNOS DE BDSM - nº 23
encarne diferentes géneros (babyboy, chica rebelde) y orientaciones sexuales
(hetero/homo/bi). Una misma persona practica y goza de diferentes juegos con
diferentes partenaires. Podemos decir con Mieville: “los cuerpos sadomasoquistas
están atravesados por diferentes géneros y diferentes orientaciones sexuales”
(cismujer, cishombre, personas trans, genderfucker, personas queer).
¿Tendríamos lxs bedesemeros, como minoría desviada, un concepto más laxo de familia
que la sociedad mayoritaria? ¿Qué significa para nosotrxs una familia? ¿Somos capaces
de despojarnos de las convenciones? En el taller que impartí sobre este tema en el
denominado “Festival de los Sentidos, Xplore”, en Viena (2013) estas tensiones se
pusieron netamente de manifiesto en las biografías amatorias de lxs participantes. En un
contexto de exploración de otra sexualidad, las y los participantes –presumiblemente de
habitus (Bourdieu) de clase media bobo, dado el precio del festival- eran confrontadxs
con cuestiones como: ¿Cómo deseas ser llamada/o hoy? ¿Alguna vez te has parado a
reflexionar sobre temas de género? ¿Te consideras feminista cuando follas? ¿De dónde
vienes –variable cultural y étnica-? ¿Con qué género te identificas? ¿Cuál es tu
autodefinición en términos de edad, performance de género, orientación sexual,
experiencia bDsM, experiencia profesional…? Se participaba como un individuo o en el
seno de una díada o de un triángulo o constelación poliamorosa.
Como he ido argumentando, no necesariamente: habrá “jugadores” que incluso lleven el
bDsM como estilo de vida (cosa más habitual en los países latinoamericanos y la vieja
guardia que por ejemplo en Norteamérica) pero que son perfectamente convencionales
(conformes a la norma de género). Ni la sexualidad es el sexo que tengamos (vainilla o
kinky). Los cuerpos diversos no son bienvenidos en todas las casillas del espectro de
practicantes de bDsM. Las personas con diversidad funcional o diferentes capacidades
no encuentran un ambiente bDsM más acogedor, per se, que el de la sociedad
generalista/mayoritaria.
No obstante esto no son verdades inamovibles ni constituirán un statu quo permanente.
Es muy frecuente que los individuos experimenten, sufran o gocen, epifanías: puntos de
inflexión biográficos que cambian la configuración de su mapa amatorio y relacional.
Resulta divertido y es un ejercicio sencillo el dibujar el mapa de la constelación
sexoafectiva de una/o, tal y como era hace diez años y tal y como es ahora… que
practica bDsM. Con harta frecuencia, quienes participamos del bDsM o el sexo más
canalla hemos hecho un viaje a Ítaca (por utilizar la metáfora más manida del universo
sadomasoquista hispanoamericano) que empieza en algún momento. Hay un instante,
un trauma, un suceso vital y amatorio que nos hace ir hacia otro tipo de sexualidad: un
duelo, un aprendizaje en positivo, una ruptura sentimental, una violación, una
insatisfacción con nuestro sexo. Decidimos que vamos a ir por ello, hacia la perversión.
Y elegimos una determinada orientación del deseo que ya no va a ser heteronormativa
sino al margen. Quizás no subvierta los roles de género (sexualidad alternativa) sino que
los refuerce (incluso en sentido inverso, como Ama/sumiso) e incluso los lleve a tal
extremo que los caricaturice. Quizás no cuestione el orden de los factores de la ecuación
amatoria y sexual (calentarse-azotes-final con orgasmo/ sexo convencional como el
equivalente a la clásica respuesta sexual de Masters y Johnson) pero intenta ser más
libre en su expresión. Cuando no lo es, simplemente genera un contramodelo que
refuerza el original, es decir, que todo cambie para que todo siga igual, como en el caso
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