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CUADERNOS DE BDSM - nº 23<br />

3. El castigo no debe conllevar una ruptura de la comunicación. A menudo se dice que<br />

el peor castigo para una sumisa es que el Dominante la prive de su atención. En mi<br />

experiencia esto suele tener consecuencias muy negativas. Sin el soporte de la<br />

comunicación con el Dominante, la sumisa queda a merced de sus sentimientos de<br />

culpa y de vergüenza. Para abordarlos echará mano de sus propios recursos, lo que<br />

la alejará del Dominante. El resultado a la larga es un debilitamiento de la relación<br />

D/s y una pérdida de confianza de la sumisa en el Dominante. Aconsejo justo lo<br />

contrario: que durante el castigo el Dominante esté lo más cerca posible de la sumisa<br />

y empatice con sus dificultades y sentimientos. De esta forma el Dominante también<br />

sufre el castigo, pues el fallo de la sumisa también es su propio fallo.<br />

4. Hay que ser coherente en los castigos: infracciones similares deben acarrear castigos<br />

de similar severidad. Ser permisivo en unas ocasiones y demasiado duro en otras<br />

transmite el mensaje de que el castigo depende más de cómo se siente el Dominante<br />

que de sólidos criterios de entrenamiento. Además, este tipo de conducta alienta a la<br />

sumisa a intentar manipular al Dominante.<br />

5. Los celos no se deben usar como castigo. Son emociones destructivas para la pareja<br />

que además minan la autoestima de la sumisa. Si el Dominante tiene otras sumisas,<br />

es absurdo sembrar la discordia entre ellas. Y si lo que ocurre es que el Dominante<br />

se siente atraído por otras mujeres, el usar esa atracción como arma contra la sumisa<br />

sólo sirve para poner en entredicho las bases mismas de la relación.<br />

6. No se debe privar a la sumisa de algo realmente valioso para ella. El castigo no debe<br />

atentar contra la identidad de la sumisa, contra lo que ella es en vez de contra lo que<br />

ella hace. El castigo, aunque tenga que ser desagradable, no debe ser una fuente de<br />

infelicidad para la sumisa, pues se da en el contexto de una relación D/s que debe<br />

hacerla feliz.<br />

7. Ningún castigo debe suponer la manipulación emocional o psicológica de la sumisa.<br />

En caso contrario el Dominante estaría infringiendo los parámetros de “seguro,<br />

sensato y consensual” que separan las relaciones BDSM éticas del maltrato y el<br />

abuso. Este tipo de manipulación incluye todo aquello que disminuya la autoestima<br />

de la sumisa, promueva emociones negativas como la culpa o la vergüenza, o vaya<br />

encaminado a crear una dependencia psicológica del Dominante. Como decía más<br />

arriba, el castigo debe dejar cerrado el conflicto que lo originó y liberar a la sumisa<br />

de sus sentimientos negativos, no aumentarlos.<br />

El castigo como catarsis emocional<br />

Aunque se tenga fetiche de castigo, la experiencia de ser castigada no es nada fácil.<br />

Aparte de lo desagradable y difícil que pueda ser el castigo en sí, el hecho de tener que<br />

reconocer que se ha fallado y que se merece el castigo puede despertar emociones<br />

negativas y amenazar con disminuir la autoestima. La sumisa, sobre todo si es<br />

principiante, deberá estar alerta a estas reacciones adversas al castigo y comunicárselas<br />

CuadernosBDSM es un proyecto sin ánimo de lucro y su distribución es libre y gratuita, sólo para PÙBLICO ADULTO.<br />

Los artículos pertenecen a sus autores. Está prohibido modificar los textos, así como comerciar con este material.<br />

Pag. 59

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