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CUADERNOS DE BDSM - nº 23<br />
Por supuesto, todo lo que voy a decir a continuación debe entenderse que ocurre dentro<br />
de los parámetros de “seguro, sensato y consensual” (SSC) que la comunidad BDSM ha<br />
adoptado para separar la práctica ética de la D/s del maltrato. De acuerdo con esto, los<br />
castigos no pueden nunca dañar la salud o la integridad física de la sumisa (“seguro”);<br />
no deben causar daños emocionales (“sensato”), y deben de aplicarse siempre con el<br />
consentimiento de la sumisa (“consensual”). Aunque hay varias formas de entender<br />
estos parámetros, yo recomiendo establecer que el consentimiento de la sumisa pueda<br />
ser retirado en cualquier momento con el uso de una palabra de seguridad. Sí, esto<br />
significará darle el poder de cancelar o interrumpir el castigo con sólo decir esa palabra.<br />
Habrá quien piense que entonces la sumisa utilizará este recurso para librarse de los<br />
castigos, pero en la realidad son muy pocas las sumisas que abusan de la palabra de<br />
seguridad. El problema suele ser justo el contrario: no recurrir a la palabra de seguridad<br />
cuando es necesario. Si ocurre tal abuso de la palabra de seguridad puede ser señal de<br />
que algo funciona mal en la relación de D/s.<br />
También quiero aclarar desde el principio que los castigos no son la manera ideal de<br />
cambiar el comportamiento de las personas. El refuerzo positivo, la colaboración y la<br />
definición de objetivos comunes funcionan mucho mejor. Entonces, ¿por qué utilizar el<br />
castigo? Para muchas personas el hecho de que el Dominante tenga la prerrogativa de<br />
castigar a la sumisa constituye un poderoso refuerzo del poder que tiene sobre ella y por<br />
lo tanto aumenta la intensidad de la relación. El castigo también puede servir como<br />
forma de procesar emociones negativas como la culpa y la vergüenza. Por último, a<br />
muchas personas la simple idea de castigar o ser castigada les produce un morbo<br />
especial: el llamado “fetiche de castigo”.<br />
El fetiche de castigo<br />
El fetichismo erótico consiste en derivar placer y excitación sexual de un determinado<br />
objeto o situación. Uno de los ejemplos más clásicos es la atracción por los pies o por el<br />
calzado. Es más difícil reconocer el fetichismo cuando no está dirigido a un objeto en<br />
particular, como unos zapatos de tacón, sino a situaciones o actos, por ejemplo, las<br />
azotainas en el culo (“spanking”). Pero en definitiva se trata de lo mismo: la asignación<br />
de una fuerte carga erótica a algo que en principio no está relacionado con la función<br />
sexual básica. Desde ese punto de vista, se podrían considerar las relaciones D/s como<br />
una forma de fetichismo en la que se genera carga erótica con el intercambio de poder<br />
entre el Dominante y la sumisa. Un tipo de fetichismo relacionado con éste es el<br />
“fetiche de castigo”, en el que la situación de castigar / ser castigado tiene de por sí una<br />
carga erótica. No me refiero al fetichismo asociado con los castigos corporales como el<br />
bondage o los azotes, sino una atracción indiscriminada por el castigo, sea del tipo que<br />
sea. El fetiche de castigo existe en muchas personas, como lo prueban los varios grupos<br />
en FetLife dedicados a ello (que listo al final). El fetiche de castigo y el deseo de tener<br />
una relación de D/s son cosas independientes, por lo que muchas parejas que practican<br />
la D/s prescinden por completo de los castigos. Para otras, sin embargo, la presencia de<br />
castigos es una parte fundamental de la relación.<br />
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