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CUADERNOS DE BDSM - nº 23<br />

-¡No mires! -le dijo Julio.<br />

Obediente, volvió a meter la nariz entre sus rodillas. Julio se colocó detrás de ella, sus<br />

dedos le tocaron el culo con algo frío, húmedo y viscoso: lubricante. Un dedo se abrió paso a<br />

través del esfínter, arrancándole un suspiro de sobresalto. Luego algo más voluminoso: el plug.<br />

Julio la folló con él hasta que consiguió introducírselo del todo.<br />

-Ponme una cuerda, si no se me va a salir.<br />

Se arrepintió en cuanto lo dijo. Era sólo una sugerencia, pero a Julio no le gustaban las<br />

sugerencias.<br />

-¿Pero aún no has aprendido a mantenerlo dentro tu solita? -dijo en tono burlón-. Te<br />

creía más experta, Cecilia. Pues nada, si se te sale, peor para ti… ya verás por qué.<br />

Apretó bien el esfínter en torno al plug para retenerlo. Si lo perdía Julio se burlaría de<br />

ella y luego le haría algo nefasto para castigarla, lo conocía bien.<br />

Julio le dio un azote con el cepillo, justo en la línea que demarcaba la separación entre<br />

la nalga y el muslo izquierdo. La piel bien estirada acusó el golpe con punzadas de dolor. Julio<br />

esperó un momento para que ella se fuera haciendo a la idea de lo que se le avecinaba, luego le<br />

pegó en el lado derecho. Los golpes se sucedieron cadenciosos, alternando a un lado y a otro,<br />

pero siempre en ese lugar delicado al final de las posaderas, que su postura ofrecía al alcance<br />

fácil del cepillo.<br />

duele!<br />

-Esto es para que te acuerdes de mí cuando vayas sentada en el tren.<br />

-¡Ay! ¡Ya lo creo que me voy a acordar! ¡No te olvidaré ni un instante! ¡Au, cómo<br />

Al siguiente golpe no pudo evitar que se le saliera el plug. Lo oyó rebotar en el suelo<br />

junto a sus pies.<br />

-¡Ay, perdona! ¡Métemelo otra vez, por favor!<br />

-¡Aquí el único que decide lo que se hace soy yo! ¡Pero mira que eres torpe, Cecilia! Te<br />

advertí que no lo perdieras. Ahora verás lo que pasa.<br />

El cepillo la alcanzó justo entre las nalgas, abriéndose paso en la raja para despertar una<br />

aguda punzada en la mucosa delicada del ano. Se le escapó un chillido de sorpresa, miedo y<br />

dolor.<br />

-¿Ves? Cuando tenías el plug no podía pegarte ahí. Duele, ¿verdad?<br />

-¡Duele un montón! ¡Por favor, no vuelvas a pegarme ahí!<br />

-Mira, Cecilia, ya estoy harto de que me digas lo que tengo que hacer. ¿Qué tipo de<br />

sumisión es esa? Quedamos en que me ibas a demostrar tu obediencia.<br />

-¡Pero si te estoy obedeciendo! ¿Ves? No me he movido de esta postura para nada. ¡No<br />

seas malo, por favor!<br />

-Ya lo has vuelto a hacer: decirme lo que quieres que haga. Aquí no se trata de hacer lo<br />

que tú quieras, sino lo que yo quiera.<br />

-Vale, ahora lo entiendo. Hazme lo que quieras, no volveré a decir nada.<br />

-Lo que quiero es volver a pegarte como la última vez. Y tú me lo vas a pedir. Pídemelo<br />

por favor y explicándome bien lo que es. ¿Has comprendido?<br />

-Sí… Por favor, Julio, pégame con el cepillo en el ojete.<br />

CuadernosBDSM es un proyecto sin ánimo de lucro y su distribución es libre y gratuita, sólo para PÙBLICO ADULTO.<br />

Los artículos pertenecen a sus autores. Está prohibido modificar los textos, así como comerciar con este material.<br />

Pag. 134

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